4 de febrero de 2013

Acosadores.

A

Es la hora de embarcar. Voy a estar más de siete horas en un avión. Creo que me voy a morir. En Irlanda todo ha ido genial. Todos los irlandeses son muy simpáticos.-Annabelle, tranquila, no va a pasar nada. Son siete horas, casi ocho. Si ya empiezas tan nerviosa no sé como estarás cuando estemos arriba- dice Ronald, con tono un poco bastante burlón.
-No tiene gracia. Le tengo verdadero miedo a los aviones. Últimamente he estado subiendo a demasiados.
Se ríe. Subimos al avión en silencio.
Las siete horas no las paso tan mal. Ronald me coge la mano e incluso soy capaz de dormirme.

Recogemos las maletas y vamos a casa de Megan a conocer a la hija de Ronald.

Es la hora. Voy a conocer a Eleanor. Voy a conocer a la hija de Ronald. Creo que nunca he estado tan nerviosa. Acabo de llegar a Nueva York y voy a conocer a la hija de Ronald.
-Annabelle, ¿estás bien? Pareces nerviosa- sonríe pícaramente Ronald.
-¿Tú crees? ¿Qué pasa si me coge manía?
-Annabelle, tranquila. No te va a coger manía.
-Puf, ya veremos.
Me coge de la mano y llama al timbre. Respiro hondo. Abre la puerta una chica alta, con el pelo castaño y ojos pardo.
-¡Ronald!- le abraza-. Has traído a una amiga- me sonríe-. Yo soy Megan.
-Annie.
-¿Es tu novia?- mira a Ronald.
-Sí, soy su novia- le cojo de la mano.
Ronald se ríe de me ataque de celos.
-Genial, Eleanor lleva esperando horas sentada en el sofá escuchando One Direction. Es una obsesión.
-¿Mami? ¿Ha llegado Papi?- se oye una voz aguda dentro.
Megan levanta las cejas y nos invita a pasar.
-Ele, mira quién ha llegado- dice Megan mientras pasamos.
Eleanor corre y se tira encima de su padre.
-Eh, pequeña, ¿qué tal aquí con tu mamá?
La niña lleva dos cortas coletas. Tiene los ojos como su madre al igual que el pelo pero tiene la misma expresión que Ronald.
-Muy bien, el otro día fuimos al teatro y me compré el nuevo disco de One Direction.
-Que bien peque.
-¿Quién eres tú?- me mira.
-Am, yo soy...
-Se llama Annie- se adelanta Megan.
-¿Eres la novia de papi?
Miro a Ronald esperando que me indique lo que tengo que contestar pero se limita a reír.
-Mmmm, sí...- contesto.
-Eres muy guapa.
-Gracias- le sonrío-, tú también.
-¿Quieres qué te enseñe mi cuarto?
-Claro.
Me coge de la mano y me lleva por toda la casa hasta llegar a una puerta rosa. Abre la puerta y nos metemos dentro. Esto está lleno de pósteres de One Direction. Es gracioso que una niña tan pequeña esté tan obsesionada.
-Mira, estos son mis novios; Zayn, Liam, Niall, Louis y Harry. ¿A qué son muy guapos?
-Sí, a mi también me gusta su música.
-Sí. Mi mami ha dicho que a lo mejor vamos al concierto pero no creo, estará muy ocupada con su novio secreto para llevarme. Siempre está con su novio secreto.
-¿Novio secreto?
-Sí, es que dice que es su amigo pero siempre está con él y se cogen de la mano y todo lo que hacen los novios. Por lo menos papá cuando estamos juntos me hace caso. ¡Oh! ¡Mira! Esta es mi muñeca favorita- me enseña una Barbie de pelo castaño y rizado con los ojos verdes y vestida de azul.
-Es muy bonita.
-Tú te pareces a mis Barbies. Pelo amarillo y ojos azules. Pero tú eres más guapa.
Me río. Ronald aparece. Coge a su hija y le da vueltas por los aires. Ronald tiene una parte paternal que, ciertamente, adoro.
-Chicos yo me tengo que ir- dice Megan dando un beso a Eleanor en la frente-. Cuidarla.
-Megan, hoy teníamos pensado ir a conocer Nueva York un poco, ¿no te puedes quedar tú con la niña?- dice Ronald, parece un poco molesto de que Megan se quiera ir.
-Vale, iros de parejita feliz por Nueva York. Yo me quedo.
Ronald me coge la mano. Me despido con la mano antes de que Ronald me tire hacia la puerta.
-¿A dónde vamos?
-Creo que como futura neoyorkina tienes que conocer Nueva York.
-Pero...
Me mete en un taxi, no es de los tópicos taxis amarillos, antes de que acabe la frase. Bajo la ventanilla y saco un poco mi cuerpo para ver mejor todo. Esto es precioso. Mi sueño. Cumplido al fin.
-Annabelle, metete- me tira Ronald dentro del coche-. Si estas fuera no puede arrancar.
Bufo. Me tiro a los brazos de Ronald y le beso.
-Primer beso en Nueva York.
Sonríe. Y me devuelve el beso. Estamos así todo el trayecto.
-Disculpen, pero ya hemos llegado- nos corta el taxista, tiene acento neoyorkino, es gracioso.
Ronald se disculpa y paga mientras yo abro la puerta del taxi y salgo. El Empire State Building está delante de mí. Es enorme. Ronald me coge la mano y me lleva dentro. Subimos en el ascensor, yo ansiosa de estar en el rascacielos de mis sueños.
Pasamos una hora allí arriba, besándonos, hablando... Hasta que a las diez me lleva a su apartamento. Es enorme. Me pongo una de sus camisas y nos tumbamos en su larguísimo sofá a ver una película, aunque más bien no vemos demasiado la película.
-¿No te hace ilusión echar el primer polvo en Nueva York?- digo.
Ronald se ríe y dice:
-Bueno, la verdad, me hace más ilusión hacerlo en el sofá- Me tumba y se coloca arriba besando mi cuello y desabrochando la camisa.
Sonrío contra sus labios y le quito los pantalones del pijama, que tanto sobran en estos momentos.
-Oye, ¿y si lo hacemos en la azotea?
-Annabelle, ¿estás loca?
-Va, porfi porfi porfi- canturreo.
-¿Quieres que los vecinos nos vean?- dice burlonamente Ronald.
-Claro que sí. Quiero hacer porno. ¿Grabamos un vídeo porno?- bromeo.
Parece que Ronald no pilla la ironía porque frunce el ceño y se reincorpora. -Annabelle...
-¡Era una broma!
Su cuerpo se relaja. ¿De verdad pensaba que iba en serio?
-No hagas este tipo de bromas, por favor.
-Ronald, creo que necesitas una fiesta de las buenas. ¿Qué te parece si nos vestimos y vamos a algún sitio a pasarnoslo bien? Así nos relajamos y tal.
-Claro, pero antes dejame acabar lo que he empezado- se vuelve a avalanchar hacia mí.
En pocos segundos estamos ambos desnudos. Me quito del sofá y cojo lo primero que veo en la nevera, que resulta ser un mango. Lo pelo mientras Ronald se coloca el preservativo. Le hago un gesto con la mano para que venga y él lo hace sin vacilar. Me tumbo en el suelo y coloco uno de los trozos de mango en mi escote. Ronald se ríe y se tumba encima mío. Deja besos húmedos por toda mi piel hasta llegar a mi escote. Come el trozo de mango chupando al recoger un poco de mi piel desnuda. Gimo. Su embestida me viene por sorpresa y grito. Rodamos por el suelo mientras gemimos. Pongo uno de los trozos de mango en su abdomen y me lo como lo más sensualmente que sé. Vuelve a meterse dentro de mí. Sus embestidas son olas de placer en mí. En poco tiempo llego al clímax. Acabamos los dos tumbados en el suelo, jadeando. Me visto con uno de los vestidos que me compré en Irlanda y Ronald se pone una camisa y unos vaqueros, elegidos por mí. Cogemos un taxi y paramos en un local que se llama: Dance is Life. Es bastante elegante, no a lo que antes de salir con Ronald estaba acostumbrada. Hay poca gente bailando. Cojo a Ronald de la mano y bailo alrededor de él. Tiene ritmo. Ponen una canción lenta y me coge de la cintura. Apoyo mi frente contra su pecho y bailamos hasta que acaba. Saboreo el momento. Es agradable estar así con él.
-Ronald, creo que...
-¿Crees qué?- me coge la barbilla y levanta la cabeza para mirarme a los ojos.
-Creo que... Esto... Estoy...
-Estás...
Cierro los ojos y digo.
-Creo que estoy enamorada de ti- espero respuesta pero lo único que recibo es una carcajada-. ¿Qué es tan divertido?- frunzo el ceño.
-Lo dices como si fuera algo malo- se vuelve a reír.
-Bueno, es que... Sólo me enamoré una vez y... no es que saliera exactamente bien. No he querido enamorarme nunca pero tú...
-Annabelle, ¿te puedo hacer una pregunta?
-Sí, dime.
-¿Por qué no intentas pensar sobre las cosas importantes en tu vida?
Respiro hondo.
-Ronald, yo... tengo todo claro. No me tengo que aclarar nada. Cuando Dave me dejó estaba deprimida. Me pasaba los días en mi cama. Pensando. Puse todo lo que tenía que poner en orden. Sé lo que quiero. Sé lo que necesito. No me gusta pensar porque cuando pienso soy incapaz de engañarme.Tengo una mierda de vida, rectifico, tenía. Mi mejor amiga no se tenía
autoestima y empezó a vomitar. Mi padre estaba en la cárcel. Me han violado tres veces. Los chicos sólo se interesaban por mi físico, aunque la verdad, lo agradezco. No me gustaban las relaciones. Hasta que tú no apareciste en mi vida, era una mierda. Pensaba que era feliz pero he descubierto que siempre se puede ser más feliz. Y no sé porque te estoy soltando todo este sermón...
No dice nada. Simplemente me besa.
-¿Sabes qué eres posiblemente la chica con más cabeza del mundo?
-¿Me estás llamando cabezona?
-Digamos que tienes mucho cerebro- sonríe.
-O sea, que te gustan las cabezonas. …
-Sólo si tienen un pelo tan bonito como el tuyo- me guiña un ojo.
-Eres un moñas, ¿lo sabias?
-A ti te gusta que sea un moñas.

-¿Cómo lo dudas?
Deja un beso casto en mis labios antes de llevarme fuera. Está lloviendo. Me coge de la mano y me lleva corriendo hasta un portal. ¿Qué está haciendo? ¿Dónde me lleva? Llegamos a su apartamento. Subimos en ascensor. Me está quitando la camiseta mojada mientras abre la puerta.
-¿Papi?
-¡Ronald!
¡Mierda! Megan y Eleanor están aquí. ¿Qué hacen aquí?
-¿Megan?- pregunta Ronald extrañado. 
-Papi, estáis mojados. 
Me abrocho la camiseta. 
-Es que está lloviendo- responde Ronald, suavizando el tono. Dirige de nuevo la mirada a Megan-. ¿Por qué habéis venido?
-Tengo que irme, de verdad. Ronald, me tengo que ir. Quédate con ella, por favor.
Parece realmente preocupada. No se va para ver a su amigo/novio, estoy segura. Ronald acaba asintiendo. Megan le da un beso a Eleanor y sale por la puerta. Pienso en seguirla pero no creo que sea buena idea. No me lo va a decir a mí.
-Bueno... ¿cantamos?- dice Eleanor sacando de una pequeña mochila un karaoke que parece ser de One Direction.
-Cantar vosotras. Yo os miro- dice Ronald sonriendo.
-Me voy a poner ropa seca, ahora vuelvo.
Me meto en el cuarto de Ronald y me pongo unas braguitas y una de sus camisetas. Cuando vuelvo al salón Eleanor está ya cantando "C'mon C'mon" con el micrófono. Me uno a ella y acabamos cantando a toda voz mientras Ronald se queda en el sofá riendo. 
Nos metemos los tres en la cama de Ronald. 
-Annie, ¿crees qué alguna vez les conoceré?- me pregunta Eleanor. 
Me dispongo a contestar cuando alguien llama a la puerta bastante desesperado. Ronald está dormido así que me levanto para abrir yo. Abro la puerta y me encuentro con un par de chicos. Uno debe tener unos treinta-y-tantos y el otro unos cuarenta. 
-¿Necesitáis algo?
 ***
La habitación está fría y oscura. Tengo frío. Encuentro una pequeña manta a mi izquierda. ¿Dónde estoy? Lo último que recuerdo es a un par de hombre en casa de Ronald. Me intento levantar pero mis piernas me duelen así que decido no hacer nada. 
-¿Hola?- digo, mi voz hace eco. 
-Hola perra- oigo una voz a mis espaldas.
¿Qué era eso? Me giro y encuentro a uno de los hombre que estaban en la puerta de casa de Ronald.
-¿Dónde estoy?
-Aquí.
-¿Qué hago aquí?- dice mi voz sonando tensa. 
Nadie contesta así que repito la pregunta levantando un poco la voz. Sigue sin contestar. Lo único que escucho es mi corazón latiendo y un par de goteras que rebotan contra el suelo

CHELSEA


Acabo de embarcar y estoy temblando. Nueva vida. Hace un par de semanas Annie y yo renovamos mi armario. Pero no me he teñido el pelo ni nada. Mi fondo de armario ahora se basa en sudaderas grandes, leggins y converse.
-Chicas, ¿listas para una nueva vida?- pregunta mi padre intentando ocultar su temor.
Las tres asentimos un poco asustadas. Cogemos un taxi hasta llegar al piso que nos da la empresa donde trabaja mi padre. Roma es muy bonita. Subimos los escalones, ya que no hay ascensor. Estamos en el segundo piso. La puerta es un poco vieja. Mi padre abre la puerta. El interior también es antiguo. Me gusta.
-Hogar dulce hogar- murmura mi madre.
-Puf, que asco- se queja mi hermana.
A mí no me disgusta cambiar de aires, lo único que temo es sentirme aún más sola de lo que estaba. Me gusta estar sola. Puedo pensar con claridad pero a veces me gustaría poder tener a alguien de carne y hueso a quien contarle mis cosas. Annie y yo nos hemos hecho Skype y hemos prometido hablar siempre los viernes a las ocho de la tarde de aquí.
-Chelsea, ven a ayudar a desempaquetar todo- grita mi madre desde la cocina.
Voy a la cocina. Es bastante acogedora, pintada con todos verdes y amarillos.
Ponemos la casa en condiciones y después decido ducharme y empezar mi nuevo libro "Percy Jackson y el ladrón del rayo". Me tumbo en mi nueva cama, más blanda que la otra. Mi cuarto esta en blanco pero tiene unos cuadros apilados a un lado.. Tengo que decorarlo.
Pasan horas hasta que mi madre me llama a cenar. Cenamos en la mesa de madera de roble.
-Creo que aquí vamos a tener una vida muy divertida, ¿no creéis?- intenta sonar divertido mi padre.
No, no va a ser divertida.
-Claro...- contesto con una sonrisa artificial.
La cena transcurre en silencio. Mi hermana sigue enfadada y echándoles en cara a mis padre que nos hayamos mudado y yo prefiero mantener el silencio. No como mucho de la cena con la excusa de que no me encuentro bien. Saldría a dar un paseo pero fuera está lloviendo y no conozco esto, me podría perder fácilmente con lo cual me voy a seguir leyendo. A las doce de la noche ya he acabado. Cojo mi nuevo Ipod (mi padre cree que estoy enfadada también y quiere comprar mi perdón) y pongo la primera canción que sale "Radio" de He is We. Alguien llama al timbre. Me levanto y abro. Un chico rubio y alto empapado.
-Hola- dice en italiano mientras me sonríe-. ¿Sois los nuevos caseros?
-Supongo. ¿Qué pasa?- digo con mi italiano perfecto, el cual llevo practicando desde que me enteré que veníamos a vivir.
-Soy Danny, y me dejé aquí unos cuadros.
-¿Antes vivías aquí?
-No, no. La mujer que vivía aquí. Pintaba para ella.
No sé porque me parece que él y la anterior casera eran algo...
-¿No me vas a dejar entrar a por ellos?- me pregunta.
Lo dejaría entrar pero esta empapado.
-No así de mojado.
-Bueno, pues ¿me los puedes dar tú?
Cierro la puerta y voy a mi cuarto. Cojo los cuadros que hay como puedo y los llevo a la puerta. Abro la puerta.
-Ten- se lo doy.
-Gracias...- me mira esperando a que le diga mi nombre.
-De nada. Adiós- cierro la puerta.
Soy una borde, lo sé, pero es que me sale solo. Me vuelvo a la cama.
La puerta suena otra vez. ¿Será él otra vez?
-¡Chelsea! ¿Quién está llamando? ¡Abre la puerta!- grita mi madre.
Puf, me levanto de nuevo y abro la puerta.
-¡Hola otra vez!- vuelve a decir el italiano.
-Hola.
Por favor vete ya y déjame dormir...
-Antes no me dijiste tu nombre.
¿Ha vuelto a saber mi nombre? ¿En serio?
-Chelsea.
-Genial- dice. (Dice otra cosa más pero no la entiendo)
-Adiós- digo cerrando la puerta.
Su pie lo interrumpe. ¿Qué hace? Me aparta un mechón que cuelga de mi trenza. Me quedo paralizada. No me suelen tocar los chicos...
-¿Comer?- pronuncia alejándose un poco de mí.
Tengo ganas de vomitar la poca comida que hay en mi estómago.
Niego con la cabeza y cierro. Me voy corriendo al baño y me arrodillo en el váter para vomitar. Vomito. Tiro de la cadena. Me lavo los dientes. Mi reflejo en el espejo no es igual que antes. Mi cuerpo está más delgado. Peso cuarenta y siete kilos. Hace un par de meses pesaba casi el doble. Ahora mis costillas son evidentes. Mi madre me pregunto si no estaba haciendo demasiado ejercicio pero le dije que no. Mi móvil vibra. Tengo un mensaje de Annie.
"Por aquí todo genial. ¿Qué tal tu nueva casa? Hablamos en dos días. Xox" Sonrío. Siempre se preocupa por mí y yo lo único que hago y joderme viva.
"Acogedora. Hasta entonces ;). X"
Envío el mensaje y me tumbo en mi cama.
Tengo que parar pero es que quiero seguir adelgazando. No tengo una visión distorsionada de mí. Simplemente me gusto delgada, incluso extremadamente. Es como si no fuera mi cuerpo. Es agradable. Ya no tengo casi nunca hambre así que es todo mucho más fácil. No puedo dormir así que salgo a dar un vuelta. Me pongo una sudadera y cojo mi Ipod y mis cascos y las llaves y salgo. Bajo las escaleras. Fuera hace viento.
-¡Chelsea!- grita alguien.
Me giro bruscamente. Otra vez él no, por favor. Se pone a mi lado.
-Hola- saludo. Sigo teniendo modales.
-Hola. ¿A dónde vas a estas horas?
-A dar un paseo.
Y así no comerme el coco.
-¿Te puedo pintar?- me pregunta.
Creo que lo he entendido mal.
-¿Perdón?
- Que si te puedo pintar- hace signos.
-¿A mí?
-Sí, me gustaría mucho.
¿Me quiere pintar? ¿Qué se ha tomado antes de venir? 
-Ya, adiós- cierro la puerta. 
-¡Hasta mañana!- grita desde el otro lado de la puerta. 
Sonrío. Me vuelvo a mi cuarto y continúo escuchando música. 
Me despierto a las siete. Insomnio. Hoy empiezo las clases y no tengo nada preparado. Estoy muy nerviosa, nunca he sido nueva en ningún sitio. Me pongo lo que últimamente llevo: una sudadera y leggins negros. Dejo mi pelo rizado suelto. Cojo mi mochila y mi padre me grita desde la puerta.
-¡Ya voy, ya voy! ¡Espera!- cojo mi Ipod y mis cascos. 
En el coche miro por la ventana el paisaje desconocido mientras escucho música. Este era mi nuevo sitio, iba a tener que acostumbrarme. Llegamos en una media hora. Me desabrocho el cinturón y bajo. Sigo con la música. 
-¡Eh! ¡Chelsea!- grita mi hermana. 
-Perdón- me quito los cascos. 
-Suerte. 
-Igualmente.
Pero sé que ella se desenvuelve bien en todos sitios. En seguida hará amigos y se echará otro novio. Sin embargo, yo no lo voy a tener tan fácil. Me estampo contra algo. Mierda. Todas mis cosas se caen. 
-Perdón- digo con un hilo de voz. 
-No pasa nada- me sonríe una chica pelirroja-. ¿Inglesa?
Asiento. Al mirarla descubro que está llena de pierçings. Nariz, labio, ceja, oreja...
-Una nueva eh. Bienvenida al infierno.
Fuerzo una sonrisa y recojo las cosas que se me caen. No sé si como "infierno" se refiere a algo malo o a algo bueno, tiene aspecto más bien satánico. Sigo caminando para meterme en clase lo antes posible. No quiero seguir siendo el punto de atención aunque sé que eso hoy va a ser imposible... Llego a lo que creo que es el despacho del director. Llamo a la puerta. 
-Adelante- dice la voz grave del director.
-Hola, soy Chelsea, la nueva- murmuro. Hoy no me salen las palabras. 
-Oh, genial, encantado. Yo soy el director de centro (creo que dice centro). Me llamo Alessio. 
-Me preguntaba dónde está mi clase...
-¿No lo sabes?- no espera a que responda y me lleva por pasillos.
La puerta es de madera y tiene una ventana. El director se va y llamo a la puerta. Una mujer más bien rechoncha y con aspecto no muy agradable me abre la puerta. 
-¿Eres la nueva?- pregunta borde. 
No, soy la de correos. Me limito a asentir. Me señala una silla al fondo de la clase al lado de la chica de los pierçins. Me da realmente miedo pero lucho por no echar a correr. Me voy a mi sitio. 
-Hola chica nueva- susurra ésta-. Antes no nos hemos presentado soy... 
-¡Carmina cállate!- grita la profesora haciendo que yo de un salto- Esta chica que acabáis de ver entrar es londinense, se llama Chelsea. Ahora continuemos con la clase. 
Todas las miradas se fijan en mí. Lo odio, La profesora pega un grito que hace que vuelva a pegar un salto, por lo menos ya no me miran...
-Te vas a tener que acostumbrar a sus gritos...- dice ,¿Carmina? creo que se llama así, sonriendo- Chelsea, ¿no?
-Sí... 
Copio todo lo que la profesora copia en la pizarra mientras Carmina se dedica a jugar con su móvil. 
Un chico aparece por la puerta. Lleva una camiseta blanca de manga corta que enseña unos tatuajes en sus brazos. Tiene la piel oscura y unos ojos color café. 
-¡Diego llegas tarde!- grita la profesora, otra vez. 
-Perdón. Es que tenía sueño y como dijo que no viniese a clase si iba dormir que para eso ya estaba mi casa pues...- su voz en grave e intimidatoria. Me recorre un escalofrío. 
Mira a la clase. Sus ojos se fijan en los míos. Frunce el ceño y sonríe. Agacho la cabeza y me tapo con el pelo la cara. Oigo los gritos de la profesora pero no presto atención. La clase pasa lento con la mirada de ese chico que persistente. 
-Diego no te para de mirar- susurra Carmina-. Me parece que se te va a lanzar. 
Hago caso omiso de lo que me acaba de decir. Ese tal Diego me da miedo y no se me va a lanzar. Toca el recreo para almorzar, antes en mi colegio no había de esto. Salgo de clase con un poco de prisa. No quiero que nadie me pare a hablar; no sabré que decir. Me siento en uno de los bancos que hay en el patio mientras escucho música, no tengo hambre. Carmina viene con un chico con gafas que parece tener buen estilo y más bien pijillo, vamos, lo contrario a ella.
-Hola Chelsea- saluda Carmina. Se sienta a mi lado-. ¿No almuerzas? 
Niego con la cabeza. 
-Oh, yo soy Isaac, amigo de Carmina. Sí, soy gay- dice el chico sonriente. 
-Isaac, nadie te ha preguntado- le pega Carmina. 
-Y ella es lesbiana.
-Tengo novia, no te preocupes no voy a colarme por ti- aclara Carmina.
No sé qué contestar a eso. Me quedo callada. 
-Joder, es verdad que no habla eh. 
-Ves, la tengo al lado en clase y está todo el rato callada. Como sigas así me voy a acabar haciendo responsable.
-Oh, es verdad, aquí la malota- se burla Isaac. 
No me siento cómoda. Aunque sé que están tratando de ser simpáticos y agradables conmigo no me gusta.
-Me parece que voy a ir a la cafetería a por algo de almorzar- miento.
Me levanto y me despido con una falsa sonrisa. Me voy a la cafetería y me siento voy a la barra a pedir un vaso de agua. Cuando me lo bebo me levanto del taburete para irme de nuevo a clase pero un cuerpo me empuja contra la pared. Cierro los ojos por el golpe.
-Hola, preciosa- dice el chico de antes, de clase: Diego. Me habla en inglés-. ¿Cómo te llamas?
Estoy temblando. Huyo de su mirada mirando hacia cualquier lugar buscando a cualquiera que me lo quite de encima. No hay nadie.
-Me llamo Chelsea- respondo con mi voz tambaleándose.
-Encantado, Chelsea, soy Diego- se acerca a mi boca.
El timbre suena. Mi salvación. Salgo corriendo hacia clase. Eso ha dado mucho miedo. Nunca un chico se me había lanzado pero no creo que normalmente se tiren de esa forma. Miro por todos lados para no encontrármelo. Ahora sí que me vendrían bien Isaac y Carmina. Entro en clase y me siento en mi sitio. Carmina está ya sentada. Suspiro aliviada. Así por lo menos no estoy sola.
-¿Has almorzado algo?- pregunta simpática.
No, no lo he hecho. ¿Qué puedo decirle?
-Sí. ¿Ahora toca otro profesor?- intento sacar tema de conversación.
-Sí, Biaggio. Es más simpático que ésta de antes. No te preocupes.
En ese momento aparece un profesor calvo y flacucho. Disfruto de la clase viendo que Diego no está aquí acosándome con su mirada. Si fuera Annie seguro que ya se lo habría quitado de encima, ella está más espabilada en esas cosas.
Cuando acabamos las clases y espero a que venga mi padre en el patio escuchando música. Me levanto de vez en cuando del banco para ver si ya ha llegado. En una de estas de nuevo alguien me estampa contra un muro. Me duele la espalda. Diego, otra vez. Sonríe al ver mi expresión asustada.
-¿Chelsea?- pregunta una voz aguda; Jane.
-¡Jane!- grito.
-Papá ya está aquí pero si quieres le digo que estás ocupada...- dice mirando a Diego.
-No, no, no, vámonos- me libro de los brazos de Diego y nos vamos hacia el coche.
De nuevo, agradezco no estar sola siempre.
-Chicas, ¿qué tal vuestro primer día de colegio?- mi padre formula la pregunta un poco asustado.
Mi hermana le empieza a contar todo lo que ha hecho. Parece entusiasmada. Yo me quedo mirando, como la otra vez, por la ventana con mi música.
Nunca he gustado a un chico. Y tampoco me han acosado, bueno, no sé muy bien qué es lo que está haciendo este chico. Habla inglés perfectamente, eso no lo dudo. Pero ¿por qué me ha empotrado, no una, sino dos veces contra la pared? Si gustar a un chico significa esto no me gusta. Prefiero seguir siendo la típica chica invisible que lleva una vida aburrida y a la que le cuentan todo lo que hacen. Diego es muy guapo, todos lo sabemos, pero no me cae bien mas no lo conozco... da igual, Primero, es un irresponsable: ha vacilado a la profesora. Annie tampoco era muy responsable pero por lo menos era respetuosa.
Bajamos del coche. Subimos los dos pisos en silencio. En la comida tan sólo como un poco de ensalada. No quiero comer demasiado. Creo que he perdido el apetito. Si por mí fuera, no comería en días pero mis padres se darían cuenta. Acabamos de comer y me tumbo en el sofá con todos a ver la televisión. El timbre suena y me levanto a abrir. El mismo chico de ayer está en la puerta.
-¡Chelsea!
-Hola, ¿Danny?
¿Qué hace aquí? No le dije que me podía pintar. 
-Sí- sonríe-. Vengo a arreglar la puerta del fregadero. 
¿Qué? 
-Ah, pasa- digo sin estar muy segura. 
Pasa. Tiene el pelo rizado y más rubio de lo que aprecié anoche. Sus ojos son color miel. 
-¿Dónde están tus padres?- pregunta sonriente.
-En el salón, de todas formas creo que sería mejor que volvieses a otra hora- insinúo educadamente.
-Lo que quieras- hace una pausa-. ¿Quieres venir a qué te enseñe esto?
No puede ser. Me está invitando a salir por ahí. No me gusta estar sola pero me gusta menos que sólo estemos dos personas. 
-¿Chelsea?- aparece Jane. Mira a Danny de arriba abajo-. Hermanita estás que te sales eh.
Agradezco que no haya hablado tan alto como para que lo oigan mis padres. No estoy que me salgo. Son ellos los que vienen a por mí. 
-¡Hola! ¡Soy Danny!- se presenta.
-Ajá, yo soy Jane. Os dejo solos- me guiña un ojo.
A veces es tan... odiosa. Danny me mira esperando una respuesta. No tengo nada que hacer y le prometí a Annie que haría muchas fotos. A lo mejor podría coger la cámara y que él me lleve por ahí. Sí, es una buena idea. Asiento y le indico que espere. Voy a mi cuarto, donde tengo la maleta todavía sin deshacer y saco mi cannon. Me la cuelgo del cuello y digo:
-¡Me voy! ¡En un rato vuelvo!- cierro la puerta. 
-¿Dónde quieres ir?- me pregunta. 
-Llévame por dónde quieras. Quiero hacer fotos. 
Sonríe y me coge la mano. Este movimiento me ha cogido por sorpresa. ¿Debería quitar la mano? Creo que se da cuenta de mi incomodidad y aparta la mano. Sigo sus pasos. 
-¿Por qué has venido a Roma?- pregunta. 
-Trabajo de mi padre.
No quiero hablar. Por favor que no saque más tema de conversación. Por favor. Por favor. 
-¿Y de dónde eres? Me refiero a qué parte de Inglaterra.
-Soy de Londres. 
Por favor que se calle ya. No quiero seguir la conversación con él. 
Llegamos a un parque antes de que la conversación continúe. El parque es muy bonito la verdad. Es todo muy verde. Capturo todo lo que puedo con la cámara. Me toca el hombro. Me giro. Hace un gesto de que le deje la cámara. Podría robármela... pero no creo que sea un ladrón, si lo fuera no me habría dicho su nombre. Me descuelgo la cámara y se la tiendo. La coge. Me quedo observando con la precisión que le hace una foto a una de las flores. Arranca una de las flores. Frunzo el ceño. No creo que arrancar flores de parques esté permitido. Para mi sorpresa se acerca y la coloca detrás de mi oreja. Estoy desconcertada. Nunca ningún chico me había tratado así. Por un momento me parece que estoy en una película de amor. Me lo quito de la cabeza. No. Se pone la cámara de nuevo en posición de hacer otra foto pero esta vez me hace la foto a mí. Me quedo sorprendida. La foto se repite. Giro la cara. No quiero que me haga fotos. No me gusto en un espejo y la imagen es instantánea, en la foto menos.
-¿Me puedes devolver la cámara por favor?- le pido. 
Me tiende la cámara. La vuelvo a colgar de mi cuello. Me alejo de él y sigo haciendo fotos a todo lo que veo. Danny se pone a mi lado. 
-¿Me dejarías pintarte?- me pregunta. 
Ya estamos. ¿Cómo va a querer pintar a una cosa como yo? ¿Y si me quiere pintar desnuda? No. 
-¿Cómo me quieres pintar?
Se ríe. 
-Un día. Tú y yo, venimos aquí y te pinto. 
Suspiro. Menos mal que no quiere pintarme desnuda. 
-No sé. No...
-Va, por favor, me encantaría pintarte. 
Sé que no debería decirle que sí... aunque por qué no...
-Vale, supongo que puedo ser tu...
Choca sus labios con los míos. ¿Qué acaba de pasar? No reacciono. Estoy quieta. No sé que decir. Ni que hacer. Estoy paralizada. Nunca me habían besado aunque no sé si eso se considera beso...  
-¿Chelsea? ¿Estás bien?- me sacude. 
Asiento. 
-Creo que debería... volver a casa. 
En el camino a casa yo voy delante.
-¡Chelsea, me tengo que ir! ¡Hasta mañana!
Me despido con la mano y sigo hacia mi casa sola. Algo me tira hacia un lado y me empuja contra la pared. Cierro los ojos. 
-Hola guapa. Antes no hemos tenido tiempo- me roza con su nariz el cuello.
Mi pecho sube y baja a una velocidad ni normal. ¿Qué quiere este chico?
-Tengo que... ir a casa...- susurro.
-¿Vas sola por aquí?- chasquea la lengua- No deberías. Aquí hay muchos chicos malos... que podrían hacer cosas... malas contigo...- besa mi clavícula.
-¿Qué estás haciendo?- digo levantando un poco la voz.
Hace un recorrido dejando besos húmedos mi cuello. Tengo la piel de gallina. Nunca nadie me ha tocado de esa forma... Es agradable (si no contamos con quien es el que lo está haciendo). Pongo mi mano en su pecho en señal de que pare.
-¿Qué pasa? ¿No te gusta?- besa la comisura de mis labios.
No me gusta. Bueno, es agradable pero no me gusta que lo esté haciendo él.
Sube mi sudadera junto con mi camiseta así rozando mi cintura. El roce hace que cierre los ojos. Chelsea, despierta. A este chico no le interesas.
-No- replico apartando la mano de mi piel. Saco coraje y continuo-. Tengo que ir a hacer deberes. ¿Me sueltas?
-Te noto los huesos. ¿Has comido?- su voz se ha vuelto ronca.
-Sí. Suéltame. Tengo que hacer los deberes.
-Niña responsable eh.
-Sí. Por favor, suéltame- esto suena ya a suplica.
Se aparta un poco de mí.
-Vale, pero no vas a sola a casa.
Me escapo y empiezo a correr. Tengo miedo. Ese chico me da miedo. El pánico corre por mi sangre, al igual que la adrenalina. No duro mucho tiempo corriendo (aunque corro rápido después de tantas sesiones intensivas corriendo) Diego me agarra de la mano y me empuja hacia él. Me choco contra su pecho. Huele a tabaco pero también huele a hierbabuena. A limpio.
-No te escapes, palillito. Te acompaño a casa- me coge la mano.
Mejor no me escapo otra vez. Por si a caso. Camino hacia mi casa sin olvidar que tengo a un chico, que conozco desde hace menos diez horas cogiéndome la mano. Llegamos a mi casa. Por fin. Me suelto de su mano y me meto en el portal. No oigo la puerta cerrarse pero no le doy importancia y subo las escaleras. Llamo a la puerta; todavía no tengo llaves. Mi hermana Jane abre la puerta. Paso. ¿Por qué no cierra la puerta? Cojo la puerta para cerrarla pero Jane me interrumpe con el pie.
-¿Jane? ¿Qué te pasa?
Unas manos se apoderan de mi cadera. Me sobresalto. ¿Quién me había cogido? Oh, no. Es Diego. ¿Por qué no se va?
-Palillito, no me he despedido como debería- besa mi cuello-. Adiós- me guiña un ojo.
Jane cierra la puerta y dice:
-Chelsea, ¿qué hacías con él?
-Nada. Es un compañero de clase y me ha acompañado a casa.
Y tambien me acosa...
-¿Y se despide con un beso en el cuello?
Mierda, ¿y ahora como contesto yo a eso?
-Sí. Ahora me voy a hacer los deberes- me dedico a responder.
Me meto en mi cuarto y dejo la cámara encima de mi cama. Cojo mis cascos y mi Ipod y me pongo música. Saco mis ejercicios y comienzo a hacerlos.
Al cabo de un rato Jane entra en mi cuarto.
-Chelsea.
-Dime.
Por favor que no me pregunte por Diego, por favor.
-Ha venido uno de tus chicos- dice saliendo por la puerta.
¿Uno de mis chicos? Me levanto y voy a la cocina. Está Danny arreglando la puerta del armario. Se levanta y me sonríe. 
-Ciao principessa- dice dándome un beso en los labios. 
Creo que estoy flipando un poco. 

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