27 de diciembre de 2012

Tratos.

A

Ha pasado ya una semana desde ese lunes, estamos a miércoles, y no he hablado ni con Logan ni con Ronald. Mi última semana se ha basado en pasármelo bien saliendo y liándome con desconocidos. Creo que Chels no ha vuelto a hacerlo pero no le pregunto, directamente, vamos a hacer ejercicio. Ha perdido ya bastantes kilos, un par en esta última semana y en total cinco kilos en una semana y media que es mucho. Al final mis sospechas sobre Bruce y Lily son ciertas, les pillé en las escaleras besándose.
-Señorita Van Middlesworth- alguien interrumpe mis pensamientos.
-¿Sí?
-No está prestando atención a la clase.
-Perdón.
Y no quería ir a lo de ir a lo de la firma así que fue Lily por mí y ahora va a ser modelo, sin embargo me ha dicho que el chico este le ha pedido que yo vaya el viernes por la tarde a hacerme unas fotos y yo, como no tengo nade que hacer, he aceptado.
También voy a hacerme un tatuaje hoy, supongo que me acompañará Lily.
El sábado les dije a mis padres lo de grabar un disco y bueno, se rieron en mi cara y luego me dijeron que tenían que hablar con ellos, aunque ya tengo dieciocho años y puedo hacer lo que quiera. No tengo el número de Ronald pero bueno, él se sabe mi dirección.
Se acaban las clases y le pido a Lily que me acompañe a lo del tatuaje. Primero vamos a comer a McDonalds. Cuando llegamos a el sitio donde me van a hacer el tatuaje un chico grande y lleno de tatuajes incluso hasta su calva nos hace pasar. Le describo el tatuaje que quiero y se va a dibujarlo.
-A, yo me tengo que ir ya, pero no te preocupes que ahora viene alguien.
-¡Lily! ¡No me puedes dejar sola!
Logan entra por la puerta. Sí claro, y ahora viene no te jode...
-A, ¿puede quedarme yo?
-Tía, yo me tengo que ir- interrumpe Lily.
Pongo los ojos en blanco y Lily me da un beso y se va. A Logan se le forma una sonrisa en la cara y el tatuador sale con un par de bocetos. Logan dice que el de la izquierda le gusta más y yo elijo el de la derecha. La verdad no es dolor lo que causa, sino molestia. Cuando acaba me el tatuaje me da unos consejos y me da una crema. Me suelto el pelo.
-A, entiéndeme, yo no quería comportarme así pero es que ese señor...
-No le llames señor.
-Vale, bueno, ¿me perdonas?
-Yo...
Me agarra por la cintura y me empuja contra él, se acerca a mí y me besa. Annabelle Van Middlesworth te estás besando con tu amigo. Sepárate. Vamos, ya tardas.
-A, ¿qué pasa?
-¿Cómo que qué pasa? ¡Me acabas de besar!
-Pero A, tú no te has apartado, sé que me quieres como algo más... ¿Por qué no lo aceptas ya?
-Logan, eres un capullo. Adiós.
-A, espera.
Me voy. Sé que yo también he tenido parte de culpa, pero él ha sido un idiota cuando te ha dicho cuando te has apartado. Llego a mi casa y llamo a Chelsea.
-Chels, no sabes que me acaba de pasar...
-Tía, lo siento, pero es que ahora no puedo, acaba de pasar una cosa, luego te cuento.
-Bueno, vale pero...
-Adiós, te quiero. 
Pues nada, me voy con Carter que está viendo "Harry Potter y el prisionero de Azkaban".
Cuando acaba cenamos y después me voy a la ducha.
Alguien llama a mi puerta. Oigo a mi madre hablar con alguien antes de vociferarme que tengo una visita. Para mi sorpresa abajo está Ronald.
-Señorita Annabelle- me sonrie.
-Ronald.
Muerdo mi labio intentando ocultar mi sonrisa. Mi madre mira expectante esperando a una explicación.
-Disculpe por las horas pero es que mi vuelo se ha retrasado y acabo de llegar. Soy el señor Knoxville y, como supongo, su hija Annabelle le habrá contado que tenemos planes de grabar un disco y mi hermano, el propietario de la discográfica, me ha sugerido que la lleve ya a Nueva York para conocerla y luego ir por el mundo y cantar canciones por locales y darse a conocerse.
-¿Perdón? ¿A Nueva York? ¿Cuándo?
¿No iba a ser en un mes? Y... ¿no tenía que primero darme el visto bueno?
-Sí, a Nueva York y cuanto antes mejor.
-Pero, ¿qué pasará con sus estudios?
-Los podrá continuar allí. Hemos contratado a un profesor que puede darle todas las asignaturas allí y no se preocupe el profesor seguirá con los mismo libros y...
-¿Y el dinero?
-Por eso no se debe preocupar, nosotros pagamos todo. Es gratis.
-Bueno, yo creo que lo tenemos que pensar...
-Por supuesto señora, sin embargo yo me voy el sábado por la mañana, muy pronto.
-Llámame Mar- dice mi madre con una amplia sonrisa.
-Está bien, Mar, cuando antes lo sepa mejor.
-Vale, adiós señor Knoxville.
Creo que mi madre esperaba a que él le dijera "Llámame Ronald" o algo así porque la sonrisa se le ha borrado de la cara.
-Bueno, con su permiso, Mar, me gustaría llevarme a Annabelle a dar una vuelta.
Mi madre me mira de arriba abajo. Mierda, no me había dado cuenta, voy sólo con la toalla.
-Ammm, espera un momento, me cambio y salgo- digo ya por las escaleras.
Me pongo lo primero que veo que son unos vaqueros y una camiseta de manga corta. Bajo.
-¿Está lista?
-Bueno, digamos que sí. ¡Adiós mamá!
-Adiós hija...-dice mi madre mientras cierra la puerta.
Fuera está nevando y yo con manga corta, toma esa. Ronald, como es típico, me pone su chaqueta y yo sin vacilar la acepto.
-Bueno, y... ¿para qué has venido en realidad?
-No hay segundas en esta ocasión, señorita Annabelle.
-Ya, y yo soy virgen.
Suelta una carcajada que hace que salga humo de su boca, y por su culpa ahora me apetece un cigarrillo, aunque lo estoy dejando. Antes fumaba uno por día o dos y ahora uno por semana. Es como un pacto entre Chelsea y yo; ella no vomita, yo no fumo.
-Bueno, pues la razón por la que he venido, no es otra, es porque quería verla.
-¿A mí?
-No, a su madre.
Frunce el ceño.
-¿A mi madre?
-Señorita Annabelle, es usted muy tonta cuando quiere.
-Genial, y ahora me insultas.
-Está muy guapa cuando se cabrea.
-Mira, y ahora me... ¿piropeas? Tengo que hacerte una pregunta seria. ¿Eres bipolar? ¿O tienes algún trastorno, o algo así?
Se ríe, como siempre que digo algo.
-Señorita, yo siempre la piropeo, aunque no se dé cuenta porque no lo digo.
-Mmm, ¿Quieres qué te lea la mente?
-No va a poder, espero. Si lo hiciera se burlaría de mí.
-Oye, esto no es justo, yo digo todo lo que pienso y tú te ríes de todo lo que digo, yo también quiero reírme de ti.
-¿Qué quiere qué le diga?
-Pues que piensas de mí, por ejemplo.
-Bueno, si se lo dijera ¿qué me daría usted a cambio?
-Mmmm, te dejaría llevarme a un sitio, el que quisieras.
-¿Eso tiene segundas?
-No... Es en sentido literal. O lo que tú prefieras...
-Señorita Annabelle, no diga esas cosas.
-¿Por? Yo no he pensado en la cama ni nada de eso, eh. Has sido tú.
-Bueno, entonces soy yo el malo.
-¿Malo? ¿El sexo es malo?
-No, señorita, me está mal interpretando.
-No, es lo que ha parecido.
-Pues no, es una forma de hablar.
-Oye, Ronald, ¿qué te parece mi tatuaje?- digo mientras aparto mi pelo de mi cuello para enseñárselo.
Toca mi nuca con sus dedos que, a pesar de frío, están calientes.
-Se lo ha hecho al final.
-Claro, yo hago todo lo que digo. ¿No lo sabías?
-No he dicho eso. Es sólo que pensé que se lo haría más adelante.
-¿Cuándo? ¿Cuándo me cuelguen las tetas? No gracias.
-Señorita, el tiempo no pasa tan rápido.
-Bueno, no estés tan seguro.
-Entonces, ¿considera qué tengo qué hacer lo que se me pasa por la cabeza, en el momento?
-Hombre, depende de que estés pensando. Pero sí, ese es más o menos mi concepto de vivir bien.
-Y... si yo ahora estoy pensando en besarle,  ¿lo debería hacer?
-Bueno, ¿y quién te ha dicho que vaya a dejar que me bese un viejo?
-Su boca.
-Yo no recuerdo haber dejado que eso saliera de mi boca.
Suelta una carcajada y permanecemos unos momentos en silencio.
-Señorita Annabelle debería llevarla a casa a dormir, mañana tiene clase.
-Y tú tendrás que trabajar, ¿no?
-Señorita, vivo en Nueva York, yo aquí estoy de visita.
-Bueno, no de visita, tenías que hacerme una entrevista musical.
-Bueno, pero también estoy de visita a conocidos.
-¿Conocidos?
-Sí, Annabelle, tengo muy pocos amigos.
-Pues que antisocial. Yo tengo muchos.
-Annabelle, no sé que concepto tiene de "amigo" pero creo que tampoco es como el mío.
-Pues la gente con la que sales por ahí, son tus amigos.
-No, tus amigos son en los que confías, a los que les confías los secretos y saben cosas de ti que nadie sabe.
-Entonces, tú eres mi amigo pero yo no soy la tuya.
-¿Yo soy su amigo?
-Claro, sabes cosas de mí que nadie sabe.
-Bueno, eso puede ser.
-Claro que puede ser.
Me pasa el brazo por encima del hombro acercándome hacia él.
-Y bueno, cree que su madre va a dejar que se venga conmigo por el mundo.
-Claro, sino la convezco. Por eso no hay problema. Pero ¿qué tendré que llevar?
-Bueno, pues lo que crea necesario.
-Ya, bueno, y ¿por qué ciudades vamos a ir?
-Pues no está claro, primero iremos a París donde está mi hermano y allí trazaremos la ruta, por así decirlo.
-¿A París?
-Sí, él está allí con su mujer y sus hijos, su mujer es de allí y ha ido a visitar a su familia.
-¿Y cuándo piensas llevarme?
-Cuando la señorita quiera, cuanto antes mejor.
-Entonces... digamos que voy a ir a París en febrero.
-Sí.
-Genial.
-Bueno, señorita, mejor la llevo a su casa ya.
-Si no quieres seguir hablando conmigo...
-Oh Annabelle, no sea tonta, me quedaría horas hablando con usted pero mañana tiene clase y ya la entretuve la otra vez.
-Pues nada...
Vamos a mi casa sin decir nada.
-Bueno, volveré mañana. ¿Le parece?- dice quitándome los copos de nieve que se han depositado en mi pelo.
-Claro- me quito la chaqueta.
-Oh, quédesela, así tendré otra excusa para venir.
-Entonces me la quedo.
-Si.
-Hasta mañana.
-Hasta mañana.
Entro en mi casa cuando él ya está en su coche.
-Bueno hija, ¿qué habéis hablado?
-De...- me quedo un segundo pensando lo que voy a decir- los lugares a donde vamos a ir y esas cosas...
-Ya, ¿y te has dado cuenta de qué llevas su chaqueta?
-Ay mamá, tenía frío y me la ha dejado, luego se me ha olvidado dársela. Además tendrá que volver para recogerme para ir al aeropuerto.
-Ye, espera, para el carro, ¿quién te ha dicho qué vayas a ir?
-No hace falta que me lo diga nadie. El dieciséis de enero cumplí mis dieciocho, por si no te acuerdas...
Mi madre se gira y sin dirigirme ni una palabra se va al sofá.

CHELSEA.

Hoy es miércoles y creo que no me podría ir mejor la dieta y además ya no vomito, tanto, sólo vomité el sábado porque fuimos al cine toda la familia y comí muchas palomitas. Mi desayuno se basa en un zumo y una galleta y además ahora vamos a hacer mucho ejercicio. He perdido siete kilos en menos de dos semanas. Peso setenta y cuatro. Este viernes voy a salir de fiesta con Annie a "ligar" aunque teniéndola a ella al lado no sé con quién voy a ligar yo. Estoy yendo andando a casa y la nieve ha recubierto toda mi ropa. Mi padre llega a casa a la vez que yo. Le saludo con un beso y un abrazo.
-Hola papá, ¿qué tal el día?
-Bastante bien. Tengo que daros una sorpresa.
Mi padre tiene una sonrisa dibujada en la cara así que, espero, que sea un buena noticia.
Entramos en casa y mi hermana viene corriendo a mi padre y le da un beso. Mi madre hace lo mismo pero ella se queda agarrada a su cintura.
-Bueno, me ha dicho papá que nos va a dar una sorpresa.
-Ah, ¿sí? ¿Qué sorpresa?- se lo nota la impaciencia en la voz de mi hermana.
-Tranquilas, es que... ¡Me has ascendido!
Mi madre le da un beso a mi padre en la boca que hace que mi hermana haga una mueca pero en seguida se le quita de la cara y nos damos un abrazo.
-Papá eso es genial- digo.
-Y la sorpresa no ha acabado.
-¿No? ¿Qué más?- Jane ya está dando saltitos.
-Pues bueno, he pensando en que estas vacaciones de verano...
-Papá, no sé si te has dado cuenta, pero es febrero.
-Ya... pero si tenemos tenemos tiempo para organizarlo todo mejor.
Ay por favor, ¡voy a irme de vacaciones! Hace ya más de siete años que no hacíamos un viaje de estos. Los recuerdo divertidos y felices. Mi familia y yo nos quedamos en la mesa decidiendo que ciudad podría estar bien.
-Yo creo que deberíamos ir a París- sugiere Jane-. Es la ciudad del amor.
-Y tú para qué quieres ir allí si...
Mi hermana me corta antes de que pueda seguir diciendo:
-Lo decía por papá y mamá.
No sé si mis padres se han dado cuenta pero no lo parece porque pasan del tema.
-Sí, París estaría bien. Pero yo prefiero ir a Italia- propone mi padre.
-Yo también- declaro.
-Lo que digáis- dice mi madre.
-Jope, si llego a saber que os ibais a poner todos en contra no digo nada.
-Cielo puedes dar tus opinión. Y no está decidido nada- consola mi madre a Jane.
-Bueno, pues yo quiero ir a España. Mandy fue el año pasado y dijo que se lo pasó muy bien.
-España... no lo había pensado... Mis abuelos eran de allí- dice pensativo mi padre.
-Yo no quiero ir a España, quiero ir a Roma.
-Pues yo quiero ir a Valencia.
-Roma es mejor.
-Ya, eso lo dirás tú. Pero en Valencia hay más fiesta y podrías conseguir un novio, que te hace falta ya, ¿no crees?
-Ya chicas, ya- corta mi padre-. No sabemos dónde vamos a ir. Y Jane, tú, si fuéramos a Valencia, no saldrías de fiesta.
Mi hermana se levanta y grita:
-¡No es justo! ¡Ya tengo catorce años! ¡Y para cuando estemos allí ya tendré quince!
Sube a su cuarto y cierra la puerta de un portazo.
Sé que a lo mejor tendría que estar enfadada con ella por lo que ha dicho, pero es mi hermana y yo también lo pienso así que subo a su cuarto.
-¿Puedo?- pregunto medio abriendo la puerta.
-¿Qué quieres?
-Vale borde, sólo quería ver qué tal estás.
-Pues bien. ¿Cómo voy a estar? Mi novio se va a Valencia porque sus padres son de allí.
-Jane... Él es muy mayor para ti...
-Muy mayor... No es muy mayor. Mayor, siempre es la palabra, todo me pilla demasiado lejos. El amor. La fiesta. Todo.
-A ver, escúchame...
Entiendo lo que quiere decir y por una parte lo entiendo, pero es que es mi hermana y James es un tío de dieciocho años y todos sabemos que cosas hacen los de dieciocho años...
-No, Chels, no lo entiendes. No me ha dicho nada de eso. Me ha dicho que cuando esté preparada. Es un amor...
-No, Jane, eso es lo que te dice, pero Jane, no te va a esperar mucho tiempo y luego tú te sentirás presionada y...
-Chels, en serio, no soy tan tonta, eso ya lo sabía pero no voy a hacerlo porque me sienta... presionada. Pero supongo que gracias por preocuparte.
-Jane, ese chico no es para ti.
-Mientras él esté conmigo como está ahora, voy a estar con él. Hasta que se vaya a vivir a Valencia.

21 de diciembre de 2012

Cagadas varias.

A.

Mi móvil suena a las siete de la mañana como alarma. Lo apago y me quedo en la cama. Ayer fue un día bastante aburrido. Quedé con mis amigas y luego pasé la noche con Carter y mi madre y Cecilio. Me pongo la falda del uniforme y me dirijo al baño para peinarme. Me cepillo en pelo y lo recojo en una trenza, unos mechones caen por mi cara. Bajo a desayunar. Mi madre me ha dejado preparado un chocolate caliente. Me lo tomo sola en la cocina ya que Carter no entra hasta las nueve y yo entro a las ocho. Me cepillo los dientes y luego me voy a la parada del autobús. Tarda poco en llegar. Dentro hay bastante gente. Me siento en uno de los últimos asientos y observo a la gente que hay al rededor. Unos estudiantes se me quedan mirando y me sonríen. Les devuelvo la sonrisa y se acercan.
-Hola, ¿cómo te llamas?
-A.
-Yo soy Joseph y él es Oliver.
-Encantada.
-¿Nos podemos sentar?
-Si os hace ilusión.
Se sientan en los dos de delante y se giran hacia mí.
-¿Cuántos años tienes?
-Dieciocho. ¿Vosotros?
Unos diecisiete como demasiado. La verdad, esta situación me hace gracia. Unos chicos que se me acercan mientras estoy en un puñetero autobús.
-Yo dieciséis y él quince.
Intento no reírme pero es que es imposible.
-Genial, yo creo que me bajo ya...
-Adiós guapísima.
Pongo los ojos en blanco y huyo de esos chicos. Voy hasta el colegio, donde están Bruce y Lily hablando.
-Uu.uu, ¿qué hay entre vosotros chicos?
-Nada, A, yo soy sólo para ti.- dice Bruce.
-¿Piensas qué yo tendría algo con éste?- se exalta Lily.
-Ya, claro, lo que digáis. ¿ Habéis visto a Chelsea?
-Tía, se ha muerto su abuelo y dicen que no está bien...
-¿¡Qué?!
¿Cómo se puede haber muerto su abuelo? No me ha dicho nada.
-Sí, sus padres se lo dijeron a los míos.
-¿Pero has hablado con ella?
-No, dicen sus padres que se ha pasado estos días sin comer y en el baño diciendo que quería estar sola.
Mi estómago se contrae, sé lo que está haciendo. Una amiga mía del otro instituto pasó por lo mismo. Ahora está muerta. La llamo instantáneamente. Me cuelga. Le envío un WhatsApp.

No me ignores. Tengo que hablar contigo.

Estoy asustada. No puede ser esto posible. Estoy tan agobiada que cojo un autobús directo a su casa. Mis piernas se mueven y mi corazón está acelerado. Llamo a la puerta. Nadie me abre. Estarán todos trabajando. Sé donde guardan la llave de repuesto. Saco uno de los ladrillos y cojo la llave. Abro. Subo las escaleras lo más rápido que puedo. Oigo ruido en el baño. Abro la puerta de golpe. Lo que pensaba.

-Quítate los dedos de la boca.
-No, ¿qué haces aquí? Deberías estar en clase.
-Como tú. Como no pares te juro que llamo a tus padres.
En ese momento se levanta de un salto.
-He perdido tres kilos. Puedo conseguirlo Annie. Ser delgada es lo único que quiero.
-Genial, pero no lo hagas así. Dieta y ejercicio es mejor.
-No, Annie. Tú eres perfecta. Rubia, guapa, delgada. Yo quiero ser tú.
-Chelsea, no soy perfecta. Tengo más defectos que tú.
-No, dime uno.
-Soy una guarra y lo sé.
-Annie, lo eres porque puedes. Yo no puedo.
-No, no lo soy porque puedo. Lo hago porque no tengo otra forma de estar con chicos.
-¿Qué?
-Todos se fijan en mi físico. No tengo otra forma de atraerles.
-No, Logan...
-Logan es mi amigo.
-Pero le gustas, y no sólo como amiga.
-Da igual. Chelsea, no quiero que lo sigas haciendo. Es malo. No lo hagas.
-Annie, cuando lo hago... me siento mejor, conmigo misma, con todo lo que me rodea y ya he perdido tres kilos. Sólo quiero pesar sesenta kilos. ¿Es tanto pedir?
-Chelsea. Yo he pasado por muchas cosas y si hace falta salgo contigo a hacer deporte. Pero no lo hagas.
Se queda callada. Yo tiro de la cadena y le preparo ropa de deporte.
-¿Para qué...?
-Vamos a irnos a hacer deporte. Ahora.
Saco de mi mochila mi chándal de deporte y me lo pongo. Ella también lleva el suyo y nos vamos en autobús a Hyde Park. Nos ponemos a correr. Yo podría correr más rápido pero Chelsea a penas puede seguirme el ritmo. Corremos durante unos tres cuartos de hora. Chelsea está roja y con la respiración entrecortada.
-Annie, no puedo más. - dice como puede.
-¿Vamos a por agua?
-Sí.
Vamos a un kiosko mientras nos dirigimos de nuevo al autobús para ir a casa y ducharnos. Cuando estamos andando hacía la parada un cochazo se para delante nuestro y sé quién es.
-Señoritas, ¿no deberían estar en clase?- dice Ronald bajando la ventanilla del coche.
-Puede. - respondo cortante.
-Señorita Annabelle, creo que si quiere hacer todo eso en la vida debería ir ahora a clase.
-Ronald, no me importa lo que me digas. No mandas sobre mí.
-Parece que no se ha levantado con muchas ganas, Annabelle.
-No, la verdad es que mi día no está yendo muy bien.
-¿Necesitan qué las lleve a algún sitio?
-Sí. - digo ya entrando en el coche.
Chelsea está parada. Está todavía roja. Y alucinando por lo que está pasando.
-Chelsea, ¿sube?- pregunta Ronald haciendo que Chelsea se despierte.
Chelsea sube. Estoy en el asiento de delante y Chelsea en el de detrás oliéndose el cuerpo.
-Oye, Ronald, ¿a ti te parece qué huelo mal?- le pregunto.
Su cara es de sorpresa pero después se acerca a mi cuello e inspira. Después sonríe y dice.
-No señorita. Huele como siempre.
Arranca el coche.
-¿Qué me has olido mucho?
Se ríe y yo con él.
-Dejó su olor en mis sábanas, señorita.
-¿Y huele bien?
-Por supuesto- dice entre risas.
-Entonces podría invitarme otra vez para dejar mi olor otra vez.
Chelsea está bastante sorprendida. Su cara continua como un tomate y sus ojos parecen de búho.
-Cuando lo deseé.
Madre mía. Me acaba de invitar a su casa. ¡Voy a tirarme a un chico mayor que yo!
-Guau, no pensaba que diría eso.
-Ni yo, señorita.
-Bueno, ¿me dices ya tú edad?
-Es muy insistente.
-Y lo puedo ser más.
-Veintiséis.
-Ocho años.
-Sí.
-Pues no eres tan viejo, eh.
-¿Cuántos años me echaba?
-Unos veinticinco.
-No se ha ido tanto.
-Ya, nos bajamos aquí. Gracias por hacer de taxista, otra vez.
-De nada Annabelle. Encantado de verla.
Le doy un beso en la mejilla como la otra vez y salgo del coche. Chelsea está fuera mirándome.
-¿Qué pasa?
-Annie, eso no ha sido normal...
-¿El qué?
-Que de repente le sueltes que quieres volver a su casa.
-Estábamos de broma Chels.
-Ese hombre es como Christian Grey.
-Vale, me da igual. ¿Nos vamos ya a clase?
No creo que Ronald sea como Christian Grey. No creo que sea tan raro. Pero me da igual porque lo único que haría es acostarme con él. Nos duchamos y nos cambiamos. Llegamos a la penúltima hora de clase. Lily nos mira rara, sobre todo a Chels, que su notable pérdida de peso hace que sea el punto de atención de hoy. Cuando acabamos no damos explicaciones de nada y me llevo a Chelsea a mi casa. Dejamos la mochila y nos vamos a apuntar a un gimnasio, se llama "Slim and Beauty", está a unos minutos de mi casa, vamos todos los domingos por la tarde y jueves.
La nieve cae posándose en mi pelo y en mis pestañas. Cuando llego a casa estoy helada. Y me tumbo al lado de la chimenea. Alguien me llama.
-A, ¿puedes venir ya?
-Logan, ¿a dónde?
-A mi casa, es que se ha adelantado.
-Vale, ahora voy.
Cojo dinero para el autobús y voy a casa de Logan. Estoy allí en veinte minutos. Llamo al telefonillo. Me abren y cojo el ascensor. Piso nueve. Me está esperando en la puerta.
-A, estás llena de nieve...- me dice espolsándome.
Me invita a entrar y paso. Dentro está un hombre de unos cuarenta años, su padre supongo y... madre mía, hoy no tengo la suerte de mi parte.
-Annabelle, no sabía que cantará- me dice Ronald sonriéndome-. Dos veces en un día, ya es pura suerte.
Muerdo mi mejilla desde dentro y fuerzo una sonrisa.
-¿Voy a cantaros?
-Sí, ¿le conoces?- pregunta distraído Logan mirando a Ronald.
-Sí, ¿por qué no me lo habías dicho?
-¿De qué? Tú canta.
-No te importa.
-Sí lo hace.
-Ejem, ejem. Logan, estamos esperando.- dice su padre tenso.
-Perdón, A, tienes que cantar una canción.
-¿Cómo? ¿Por qué?
-El señor Knoxville tiene una discográfica.
-Mi hermano, no yo. Yo sólo he venido porque sé más de música que mi hermano, por cierto, ¿tienen piano?- dice Ronald de repente.
-Sí, ¿por qué lo dice señor Knoxville?
-Annabelle lo sabe tocar muy bien.
-¿Cómo lo sabes?- responde Logan agitado.
-Porque lo toco en mi casa.
Joder, aquí hay demasiada tensión.
-¿Dónde está el piano? Así canto ya y me puedo ir. - digo tajante.
-Sígueme. -dice Logan enfadado.
En el salón hay un piano, no como el de casa de Ronald pero también genial.
-Bueno, ¿qué canto?
-Lo que quieras.
-Canta una difícil.- me susurra Logan en el oído.
-¿Una clásica?
-No, una nueva mejor- reprocha Logan.
Como siga así de insoportable le voy a pegar.
-¿La de "Wish you were here" de Avril Lavigne?
-La que quieras, Annabelle.- me intenta tranquilizar Ronald.
-Puf, vale.
Comienzo la canción en el piano y luego mi voz acompaña al piano. Lo hago lo mejor que puedo. Cuando he acabado Logan está impresionado y Ronald me aplaude y dice.
-Es genial señorita, creo que será estupendo grabar un disco con usted.
Me acabo de morir. Me acaba de decir que voy a grabar un disco. Lo único que soy capaz de hacer es saltar a dale un abrazo pero en seguida me aparto porque sé que Logan se va a enfadar.
-¿Viene el viernes a mi casa a firmar todo? y de paso deja su olor en las sábanas...
Logan frunce el ceño y sale de la habitación.
-Voy yo.- dice su padre.
-¿Qué le pasa a ese chico?
-Nada.
-Yo diría que le gustaría meterla en su cama, Annabelle.
-Ronald, mejor no hablemos de esto, me siento bastante incómoda.
-Como quiera, Annabelle. ¿Le acompaño a casa?
-Sí, por favor.
-No llevo coche, pero si quiere vamos andando.
-Ronald, son tres cuartos de hora andando o así.
-No me importa, señorita.
-Bueno, vale.
Salimos de la casa sin decir adiós. Me abre la puerta de la calle.
-Annabelle, es usted una chica muy talentosa.
-Gracias.
-¿Vendría a cenar conmigo esta noche?
Vale, ¿me acaba de pedir una cita?
-Mmmm, bueno, porque no. Espera que avise a mi madre.
Le mando un mensaje y Ronald me lleva a un restaurante muy rural. Nada lujoso, creo. Me ayuda a sentarme y se siente frente a mí.
-Está preciosa con el uniforme, Annabelle.
-Gracias. Tú también estás muy guapo con traje, aunque no estaría mal que no lo llevarás siempre.
-Annabelle, no suelo ir informal a cosas importantes.
-Bueno, ahora estamos cenando, podrías ponerte más informal.
-Esto es igual de importante que lo anterior.- dice ladeando la cabeza.
Me levanto y le quito la corbata. Le desabrocho uno de los botones de la camisa y le quito la chaqueta. Finalmente lo despeino.
-Así mejor.
-Supongo que gracias- dice con una sonrisa.- ¿Es también estilista?
-No, sólo de mis amigas.
-Annabelle, tengo que decirle una cosa. Es usted preciosa y me preguntaba si se quiere venir a cenar a mi casa y de paso a dormir - dice dándole énfasis a la palabra dormir.
Oh, no. Yo sé por donde va. No voy a mantener una relación con él. No.
-Ronald, yo... no quiero salir con nadie.
-¿Y eso, señorita?
-Mira, yo simplemente no quiero.
-Explíquese.
-Mira, es que no me quiero acostumbrar a tus besos, a tus abrazos, a tus caricias, a ti, porque sé que un día te cansarás de mí y te irás, y yo lo pasaré muy mal.
No sé como me suelto tanto pero las palabras me salen solas cuando hablo con él.
-Annabelle, yo nunca dejaría que lo pasara mal. Además pronto encontraría a un chico que la haría feliz.
-Bueno, pues no quiero.
-Bueno, pues nadie la obliga. Ha sido una proposición, duermo mejor cuando mis sábanas huelen a usted.
-Ronald yo...
-Por favor, si no quiere la dejaré en paz.
-Bueno, tengo que hablar con mi madre.
-¿Le va a decir qué te vas a dormir a casa de un señor ocho años más mayor que usted?
-No te llames señor, suena a viejo y no.
Llamo a mi madre.
-Mamá, esta noche no voy a dormir a casa.
-¿Por? ¿Estás con un chico?
Bufo.
-Sí, mamá, sí.
-Cielo, tienes que dormir.
-Mamá, voy a dormir. No te preocupes por eso.
-Hija...
-Mamá, no voy a hacer nada, es sólo dormir.
-Annie...
-Mamá, es gay. 
Le acabo soltando para que me deje en paz. Ronald me mira y se ríe.
-Oh, bueno, vale. Pásalo bien cielo. Y abrígate que estas noches de febrero está haciendo mucho frío. 
-Sí, mamá. Adiós, te quiero.
-Adiós hija, usa protección.
Y me cuelga. ¿No le he dicho qué era gay?
-¿Qué pasa Annabelle?
-Mi madre, que me ha dicho que use protección.
-¿Pero no era gay?
-Sí.
-Bueno, venga, vayámonos que tenemos que cenar.
Llama a un taxi, me abre la puerta del coche.
-Señorita.
-Gracias.
Paso y él pasa después. Sin decir nada el taxista arranca. 
-Annabelle, me gustaría saber más cosas sobre usted.
-Ya sabes muchas más cosas de mí que yo de ti.
-Hagamos un trato. Yo te hago un pregunta y usted me contesta y viceversa.
-Vale, empieza.
-¿Cuál es su mayor sueño?
-Pues, diría que tengo muchos.
-Responda.
-Pues cenar con mi padre el día de mi graduación.
-De acuerdo. Le toca.
-¿Cuántas novias has tenido?
Su cara esboza una sonrisa y dice.
-Serias, cinco. ¿Usted?
-Uno.
-¿Uno?
-Lo siento, pero ya me has hecho la pregunta ahora me toca a mí.
-Cierto.
-¿Cuántas chicas han estado en tu casa?
-En mi casa, cuatro contando con usted. ¿Cuándo se enamoró?
Me estremezco. No puedo contarle esto ahora. No quiero ponerme a llorar.
-Mejor que lo dejemos ya.
-Annabelle, ¿he hecho algo malo?
-No, es sólo que prefiero no recordar cosas
.-Como quiera, Annabelle. No quiero incomodarle pero quiero saber que le ha pasado para que no quiera tener ninguna relación seria, con nadie.
-Ronald, no quiero hablar de esto, por favor.
-Bueno, de acuerdo.
Lo que queda del trayecto estamos en silencio. Yo me contengo las lágrimas. Llegamos y él sale primero, me abre la puerta y me tiende la mano. Yo se la cojo y me empuja hacia él. Entramos. El vestíbulo, la verdad, es precioso. Nos metemos en el ascensor y continuamos en silencio. Llegamos a su piso y abre la puerta de su dúplex.
-En la cocina hay comida, cocina lo que quieras.
Bueno, Ronald se ha ido a su habitación y yo estoy aquí, en su casa. Se supone que tengo que ir a la cocina y no tengo ni idea de dónde está. Como tampoco sé cocinar cojo mi móvil y llamo a una pizzería. Pido dos pizzas de Jamón y queso. Mi preferida. Cuando baja Ronald y me ve le digo.
-Ya tenemos cena, no te preocupes. 
Frunce el ceño, pero en seguida sonríe de nuevo. Sus ojos azules oscuro me aterran, me siguen a todas partes.
-Annabelle. ¿No quiere qué le deje algo?
-Vale, yo elijo.
-Lo que usted diga.
Voy a su vestidor, que sí que sé donde está y me cojo una camisa blanca y unos pantalones de pijama, diferentes a los de la otra vez. Oigo el timbre y bajo corriendo, descalza.
-¡No abras!- le grito desde el principio de las escaleras.
Él se para en seco y deja que yo baje.
-¿Qué pasa Annabelle?
-Ve a la cama.
-Annabelle, ya le he dicho que íbamos a dormir.
-Oh, no lo digo por eso, es porque no sé ir a ningún otro sitio.
-Ah...
-Va, sube.Sube con pocas ganas y cuando veo que ya se ha metido en su cuarto abro la puerta.
-¿Han pedido unas pizzas?
-Sí, gracias -digo mientras le doy el dinero que he encontrado en el bolsillo de la camisa de Ronald.
Cierro la puerta y llevo las pizzas al cuarto. Ronald está tumbado en su cama con su portátil. Carraspeo y me mira.
-¿Pizza?
-Claro, está buenísima.
Me tiro en su cama a su lado y aparta el portátil.
-¿No cocina?
-No- digo cogiendo un trozo de pizza.
-Pensé que tenía más talentos que el de cantar y tocar el piano.
-Pues, bueno, no estás del todo equivocado.
-Señorita, ¿qué no me está diciendo?
 -Pues, que de mí no has descubierto todo.
-¿Es eso una invitación a descubrirlo?
-Obviamente.
-Pues me la guardaré, pero no creo que la use.
-Pues vaya mierda...
¿Es mi impresión o este viejo se está riendo de mí? Cojo el último trozo que queda de pizza y se lo estampo en la cara. Sus ojos se abren mucho y yo salgo corriendo. Bajo las escaleras con Ronald pisándome los talones. Me meto un cuarto. Es la cocina. Me meto en la despensa y cierro con llave.
-Señorita, esto lo va a pagar.
Salgo de la despensa pensando que me voy a tener que ir a casa, con la cabeza agachada.
-Perdón....-susurro.
Ronald saca su mano y me tira algo, agua, me ha tirado agua a la cara.
-Ale, ya puede ir limpiándome esto de la cara, Annabelle.
-Ya.... ¡Pues no haberme mojado!
-Tenía que devolvelserla, Annabelle.
-Ya, claro, y yo ahora estoy chopada.
Coge un paño de la encimera y me lo pasa por la cara, secando cada una de las partes de mi cara. Su cara y la mía están demasiado cerca, noto su aliento en mi boca. Le aparto la mano.
-¿Qué pasa, Annabelle?
-No quiero hacer esto.
-Annabelle, yo no quiero hacer nada.
-Bueno, pues...
-Pero me vas a tener que limpiar la pizza de la cara.
Vamos al baño y le limpio la cara.Sé lo que está pasando y no me gusta. No quiero que pase. No quiero, ya he tenido suficiente resistiéndome a Logan pero esto... Ya es demasiado.
-Ronald, no quiero salir contigo.
-Annabelle, nadie ha dicho nada de eso.
-Bueno, ya lo sabes.
-Señorita, ¿se puede saber por qué?
-No te conozco.- le digo sacando la lengua.
-Bueno, ¿y si seguimos con el juego?
-Perfecto. Empiece.
-¿Con cuántas chicas te has acostado?
-No las cuento sinceramente.
-¿Con cuántos años perdiste la virginidad?
-Annabelle, eso son dos preguntas.
-No evites contestar.
-Con catorce. ¿Usted?
-Catorce.
Cuatro años en verdad, pero no voy a entrar en ese tema.
-Me toca, ¿no?
-Sí.
-¿Me va a contar lo qué le pasó?
-Luego.
Subimos a su cuarto y nos tumbamos en la cama. Yo me meto dentro de la cama y él me mira apoyado en su codo.
-Annabelle, estoy muy intrigado. Cuentemelo.
-A ver, puf, cuando tenía catorce años un chico de dos años más me pidió salir y bueno, ya llevábamos tres meses, y me dijo que si quería acostarme con él, pero yo había...- las lágrimas nublan mi vista y Ronald me las limpia con su dedo índice- tenido malas experiencias antes y...
-Espera, ¿malas experiencias?
-Bueno, esto es que...
-¿Qué te pasó?
-Bueno, pues.... Joder...
Mis lágrimas ya me han empapado mejillas y cuello.  Él se mete en la cama y me recoge en su brazos. Yo me resguardo en su pecho y él huele mi pelo.
-Annabelle, no hace falta que me lo cuentes- murmura dentro de mi pelo.
-No, da igual, ya he empezado....Es que me violaron, con cuatro años y no...
-Por dios, Annabelle...
Sus brazos me recogen más fuerte y me aprietan contra él, me separo un poco.
-No quiero deprimirte, aunque supongo que ya lo he hecho....
-Annabelle, yo lo siento...
-Ronald, tengo que acabar la historia.
-De acuerdo, Annabelle.
-Bueno -respiro hondo-, le dije que lo haría y lo hicimos. Esa noche, ha sido la mejor de mi vida. Cuando... lo hicimos una vez, esta se repitió, muchas veces. Me llevaba a sitios raros, donde habían mucho alcohol, mucha... droga, muchas cosas impensables para una niña de catorce años. Me... me violó uno de sus amigos y me quedé embarazada. Tuve un aborto natural al mes lo que hizo que nadie se enterará. Un día me desperté en un... hospital. Estuve en coma cuatro días. Mi... mi novio me dejo una nota, tenía que ir a el antro donde siempre estaban y... cuando llegué estaba con todos sus amigos. Me pegó delante de ellos porque había entrado en coma y le había tenido preocupado durante esos días después... lo hicimos delante de sus amigos. Gracias a que me pegaba puedo hacer magia con el maquillaje. El día que hacíamos un año quedamos y cuando fui había graffity en el suelo. "Me ha encantado jugar contigo, me has hecho ganar doscientas libras. Sólo por enamorar a una niñata." Nos mudamos de Plymouth en cuanto se lo conté todo a mi familia y me hice la promesa de que jamás volvería a enamorarme y bueno, la estoy cumpliendo. 
En ese momento ya estoy desplomada otra vez en sus brazos llorando como una niña.
-Señorita, no sé como alguien puede ser tan cruel con una niña.
Meto mis heladas manos por dentro de su camisa y le abrazo, levanto la cabeza y sin querer mis labios rozan su cuello y noto su erección en mi vientre.
-Annabelle, lo siento...
Sé perfectamente a lo que se refiere pero me apetece jugar un poco con él. Paso mi pierna al rededor de las suyas.
-¿Qué pasa?
-Annabelle, no se haga la tonta.
-No me hago la tonta- digo acariciando sus cuello con mi nariz-. No lo sé.
-Annabelle, si sigues así...
-¿Cómo?
Le desabrocho la camisa.
-Annabelle, no vamos a hacer nada.
Mis manos van de su espalda a sus abdominales y los dibuja.
-No vamos a hacer nada...-susurro.
-Nada...- me dice él desabrochándome la camisa.
-No...
Sus labios y los míos se rozan pero se aparta.
-Nada.
Se pone bocarriba y yo me abrazo a él.
-Eres raro.
-¿Soy raro?- se ríe.
-Sí, aunque tampoco es que sepa mucho sobre ti.
-¿Qué más quieres saber?
-Pues quiero saber cosas, como por ejemplo... ¿tienes hermanos?
-Sí, cinco.
-¿Cinco? ¿Tantos?
-Sí, dos chicas y tres chicos.
-Osea, ¿sois seis?
-Exacto.
-Joder, yo sólo tengo un hermano.
-Bueno, se podría decir que no teníamos televisión en casa.
Estallamos en carcajadas y después de un rato me levanto de la cama.
-¿Vienes a tocar el piano?
-Por qué no.
Me levanto, llevo la camisa desabrochada así que se me ve el sujetador y él también lleva el torso desnudo. Vamos al estudio y me siento corriendo en el piano. Él me levanta y me carga a su espalda.
-¡¿Qué haces?!- grito.
-Señorita, no grite, sólo voy a apartarle para tocar yo.
Dios, este señor me empieza a dar miedo.
Me baja al suelo y se sienta él en el piano.
-Bueno, ¿y yo qué hago?
-Escuchar, señorita.
-Huy sí...
Salgo corriendo y bajo las escaleras, él viene detrás diciendo.
-Annabelle, ¡no corra qué se va a lastimar!
Yo salgo de la casa y me meto en el ascensor.
-Sh- oigo sisear a alguien del edificio.
 No sé que estoy haciendo pero no paro de reír. Llamo al piso más alto. Cuando ya estoy y las puertas se abren subo unas escaleras que llevan a la azotea. Una vez arriba voy a la barandilla y respiro aire fresco. Subo a la barandilla y me pongo de pie. Oigo mi nombre pero me evado. La camisa de Ronald se abre y siento el aire frío chocar contra mí.  De repente alguien me coge de las piernas y pego un grito. Ronald me está cogiendo en brazos, pálido, asustado. Sus profundos ojos azules desprenden miedo y noto el calor de su torso desnudo en mi costado.
-Señorita Annabelle, no vuelva a hacer eso, se podría hacer mucho daño- dice con la respiración entre cortada.
-No deberías ser tan cauto con las cosas. A veces estaría bien que te relajaras.
-Señorita, me sé relajar pero que una niña se suba a la barandilla de una azotea no es exactamente lo que me relaja.
-Oye, ¿de dónde eres? No eres de aquí, ¿verdad?
-No, no soy de aquí. Soy de Nueva York.
Mi corazón está a punto de estallar.
-¿E-eres de Nueva York?- tartamudeo.
-Sí, bueno, soy de Irlanda, pero vivo en Nueva York.
-Dios mío, vives en Nueva York.
-Annabelle, usted también irá este año.
-¿¡Cómo?!
-Obviamente, el disco se grabará allí.
-¿Es una broma?
-No, señorita.
-¿C-cuándo?
-En un mes, si todo sale bien.
¿Si todo sale bien? ¿A qué se refiere? ¿Qué puede salir mal?
-¿Qué tiene que salir bien?
-Mi hermano tiene que darle el visto bueno, pero viéndole no creo que sea problema.
-¿Por?
-Digamos que no es usted desagradable a la vista.
-¿Eso me lo tengo que tomar como un cumplido?
-Tomeselo como quiera. Creo que la voy a bajar al suelo, ¿le parece bien?
-No, no me parece bien. Aquí estoy perfectamente.
-Entonces no la puedo bajar.
-No -digo negando con la cabeza-. No puedes.
-La tengo que bajar a mi casa así.
-Sí, obviamente.
-Claro...-dice sonriendo.
Me baja a su casa y abre la puerta con el brazo cuidando que no me caiga.
-Bueno, ¿me vas a tocar el piano a qué?
-¿Te vas a volver a escapar?
-Bueno... pensándolo mejor podríamos tocar una canción juntos.
-Creo que esa es la mejor idea que ha tenido nunca, señorita.
-Bueno, he tenido otras ideas pero mejor no llevarlas a cabo...
Se para en seco y me baja, me agarra por la cintura y me acerca a él.
-Si haces eso te voy a...
Le cojo del pelo y traigo su boca a la mía. Apenas un para de milímetros nos separan.
-¿Me besarás?
-Sí, Annabelle- se separa-. Y tiene que irse a la cama.
-¿A la cama?-digo levantando una ceja.
-Sí, a dormir.
Me vuelve a coger en brazos y me lleva a su cuarto. Me tira a la cama y me arropa como si fuera una niña pequeña. Se tumba a mi lado.

CHELSEA

Puf, menudo fin de semana, mis vómitos diarios han hecho que adelgace cuatro kilos. Con la excusa de lo de mi abuelo he conseguido quedarme en casa, que a ver, no me estoy aprovechando de que mi abuelo se haya muerto para no ir a clase, es sólo que ver a Annie y a Logan juntos, tan monos, me puede, yo quiero un cosa así y si la encuentro seré feliz.
Mis padres están en el trabajo, mi hermana en clase, y yo en casa provocandome arcadas. Mi móvil suena y sin mirar quién es le cuelgo. Me voy a mi cuarto y me hago un moño. Mi madre me ha obligado a desayunar así que toca deshacerme de él. Me arrodillo en frente del vater y me digo en voz alta.
-Vale, esto te hace sentir mejor, no dañas a nadie, ni siquiera a ti.
Me introduzco los dedos en la boca y el vómito sale instantáneo.
-Quítate los dedos de la boca.
Me giro, Annie está ahí. ¿Cómo? ¿Por qué ella sabía que yo he estado haciendo esto?
-No, ¿qué haces aquí? Deberías estar en clase.
-Como tú. Como no pares te juro que llamo a tus padres.
¿Qué? ¿En serio me está diciendo esto?
-He perdido tres kilos. Puedo conseguirlo Annie. Ser delgada es lo único que quiero.
Cuatro kilos, mejor dicho.
-Genial, pero no lo hagas así. Dieta y ejercicio es mejor.
-No, Annie. Tú eres perfecta. Rubia, guapa, delgada. Yo quiero ser tú.
-Chelsea, no soy perfecta. Tengo más defectos que tú.
Ya, ella tiene más defectos que yo y yo soy la presidenta de Estados Unidos.
-No, dime uno.
-Soy una guarra y lo sé.
Yo quiero ser una guarra.
-Annie, lo eres porque puedes. Yo no puedo.
-No, no lo soy porque puedo. Lo hago porque no tengo otra forma de estar con chicos.
-¿Qué?
-Todos se fijan en mi físico. No tengo otra forma de atraerles.
Ya, como todas decís.
-No, Logan...
-Logan es mi amigo.
-Pero le gustas, y no sólo como amiga.
-Da igual. Chelsea, no quiero que lo sigas haciendo. Es malo. No lo hagas.
-Annie, cuando lo hago... me siento mejor, conmigo misma, con todo lo que me rodea y ya he perdido tres kilos. Sólo quiero pesar sesenta kilos. ¿Es tanto pedir?
-Chelsea. Yo he pasado por muchas cosas y si hace falta salgo contigo a hacer deporte. Pero no lo hagas.
Has pasado por muchas cosas, y no las sé.
Trae mi ropa de deporte. ¿Qué pretende?
-¿Para qué...?
-Vamos a irnos a hacer deporte. Ahora.
Nos cambiamos y vamos a correr. Puf, Annie está hecha toda una corredora, no puedo prácticamente ir ni a su lado. Respiro por la boca porque siento que no cojo suficiente aire. Vamos a por unas botellas de agua y  una BMW, el del señor Knoxville, lo sé.
-Señoritas, ¿no deberían estar en clase?- dice el señor Knoxville levantando una ceja.
-Puede.
Vaya, que borde se acaba de poner Annie.
-Señorita Annabelle, creo que si quiere hacer todo eso en la vida debería ir ahora a clase.
Hola, yo también estoy y tal...
-Ronald, no me importa lo que me digas. No mandas sobre mí.
Con que se llama Ronald (un nombre horrible por cierto).
-Parece que no se ha levantado con muchas ganas, Annabelle.
¿Le está llamando Annabelle?
-No, la verdad es que mi día no está yendo muy bien.
Me da la leve impresión de que se refiere a mí porque me mira de reojo.
-¿Necesitan qué las lleve a algún sitio?
-Sí.
Annie se sube al coche. ¿En serio me voy a subir al coche de un desconocido? Es peligroso y es más, no tengo ni idea de como se llama.
-Chelsea, ¿sube?
Me encuentro sus ojos azules expectantes y subo. Me siento en la parte de atrás.
Dios, seguro que huelo a humanidad...
-Oye, Ronald, ¿a ti te parece qué huelo mal?- pregunta Annie acercándole el cuello a Ronald
-No señorita. Huele como siempre.
¿En serio?
-¿Qué me has olido mucho?
Ambos rien. Madre de Dios, ¿Annie está ligando con él?
-Dejó su olor en mis sábanas, señorita.
-¿Y huele bien?
-Por supuesto
-Entonces podría invitarme otra vez para dejar mi olor otra vez.
Mis ojos se abren más de lo que ya estaban, ¿se han dado cuenta de qué estoy aquí?
-Cuando lo deseé.
¡¿Cómo?!
-Guau, no pensaba que diría eso.
-Ni yo, señorita.
-Bueno, ¿me dices ya tú edad?
Yo no sabia ni su nombre...
-Es muy insistente.
-Y lo puedo ser más.
Será mejor que no lo ponga en duda...
-Veintiséis.
Mucho.
-Ocho años.
-Sí.
-Pues no eres tan viejo, eh.
No, él no es viejo para ti Annie, que va...
-¿Cuántos años me echaba?
-Unos veinticinco.
-No se ha ido tanto.
-Ya, nos bajamos aquí. Gracias por hacer de taxista, otra vez.
-De nada Annabelle. Encantado de verla.
Annie le da una beso en la mejilla mientras yo ya estoy fuera esperándola. 
-¿Qué pasa?
¿Qué qué pasa? Pues mira, estás tonteando con un tío con el que te llevas OCHO AÑOS, y para colmo me recuerda a Christian Grey y tú le dejas que te llame Annabelle, cosa que no le has dejado hacer ni a los profesores.
-Annie, eso no ha sido normal...
-¿El qué?
-Que de repente le sueltes que quieres volver a su casa.
Entre otras cosas...
-Estábamos de broma Chels.
Y una mierda.
-Ese hombre es como Christian Grey.
-Vale, me da igual. ¿Nos vamos ya a clase?
Pues a mi no, me gustaría poder decírselo pero va a pasar de mi cara, así que paso. Vamos al instituto donde atraigo todas y cada una de las miradas. Mi mañana se acaba basando en un motón de: "Chelsea, te ves más delgada" o miradas descaradas y ceñudas. Annie y yo nos apuntamos a un gimnasio y después yo me voy a casa. Cuando llego mi hermana está con me padre y las matemáticas. Mi madre está haciendo la cena. Puf, no tengo ni hambre. Me como un par de cucharadas de la sopa y luego voy a mi cuarto. Son todavía las ocho y media.
No he pensado en lo que me ha dicho Annie, sé que a lo mejor debería dejar de vomitar pero es que es la mejor forma para adelgazar que he encontrado. No me quiero hacer bulímica así que lo dejaré unas semanas y sólo lo haré si tomo comida basura. Vale, puedo conseguirlo no puede ser tan difícil, mucha gente lo ha logrado. Me ducho y me voy al salón con mi familia. Mis padres hoy están contentos porque mi hermana ha sacado un ocho. Mi hermana últimamente como más centrada y más... pava. Así que decido que voy a interrogarla. Cuando se va a su cuarto voy detrás de ella.
-Jane.
-Dime Chels.
-¿Ha habido un cambio nuevo en tu vida?
Se lo está pensando y me preocupa un poco...
-Bueno...
-¿Bueno qué? Jane, puedes confiar en mí. No se lo voy a decir a papá y mamá.
-Tengo novio...
¿¡Qué tiene qué?! ¡Sólo tiene catorce!
-¿C-c-cómo se llama?
-James.
Mira, J y J...
-¿Y... cuántos años?
-Dieciocho.
-Espera, ¿estás saliendo con el de mi clase?
-Sí...
La mato.
-Es guapo...
-Ya...- se sonroja.
-Bueno, mañana hablamos...
Me voy a mi cuarto. No puedo creer que mi hermana salga con uno de cuatro años más, todos sabemos que este chico no va a estar mucho tiempo si pedirle a mi hermana ciertas cosas...

15 de diciembre de 2012

Días interminables.

A.

Joder, ¿dónde estoy? Recuerdo que anoche me fui de fiesta. Pero un chico... Un chico me drogo, y el chico de la nueva firma.... Y... Y... ¡El chico guapo que me dijo que no bebiese de la copa! Después no me acuerdo de nada más.... Salgo de la cama, madre mía, esto es enorme.... Abro una puerta que hay. Joder, menudo baño... Me parece que estoy oyendo agua, me meto en el baño para hacer pis. Dios bendito, el chico del traje se está duchando, debo de estar en su casa.... Me subo los pantalones sobresaltada e intento salir sin que se dé cuenta de que he estado en el baño. Uf, menos mal... ¿Ayer me acosté con él? Es posible... Me tumbo en la cama, mi cabeza está dando vueltas y mi estómago no acaba de estar en orden, me tapo con la colcha de plumas y cierro los ojos, en ese momento la puerta del baño se abre. Madre mía, lleva sólo una toalla de la cintura. Está muy musculado. Sus abdominales son como una tabla de chocolate esperando a ser comida, sus pectorales son de infarto y sus bíceps son como dos bolas de helado, grande.
-Buenos días....-digo desperezándome.
Él me mira sorprendido y me dice.
-No debe acordarse de lo de anoche, ¿me equivoco señorita?
Me quedo dubitativa un momento antes de responderle a la pregunta.
-No se equivoca. ¿Qué pasó?
-Bueno, dado que decidió no fiarse de mí y beberse esa copa que le trajo el chico, acabo drogada y tuve que llevarla a casa de Chelsea, me dijo que me la podía traer a mi casa esta noche y la traje.
-¿Sólo eso?
Vaya, pensaba que me había tirado a un hombre rico....
-Sí señorita, sólo eso....-dice soltando una carcajada.- ¿Le parece poco?
-No, es sólo que....
-¿Pensaba que me acostaría con una niña drogada? Lo lamento pero no.
-Bueno pues nada, yo creo que también me voy a duchar, podrías haberte esperado y haberte duchado conmigo...-digo picaresca.
-Es usted muy lanzada señorita.
-¿Es normal que me llames señorita y me hables de usted?
-¿Le molesta?
-No....
-Entonces, no pasa nada.
-Bueno, me voy.
Me meto en el baño y abro el grifo. Me quito la ropa de ayer, que aún llevo puesta (podría haberme cambiado la ropa por lo menos) Mi pelo liso está alborotado así que me lo lavo. Sólo tiene champús de hombre así que le pego un grito desde la ducha.
-¿Qué le pasa?- pregunta preocupado.
Asomo mi cabeza para decirle que no hay champú, no me va a traer otro, dice que me aguante... Será idiota... Como venganza gasto todo su champú, uno de los tantos que hay. Salgo de la ducha y me pongo la toalla que me ha dejado en el lavabo. Salgo envuelta con la toalla. Él está con el ordenador.
-Oye, no tengo ropa limpia...
Me mira y, no tiene la reacción que me gustaría y pretendía provocarle, se levanta. Me da una camisa color rosa bebé y unos de sus pantalones de pijama.
-Puedes vestirte en el vestidor, a la izquierda.- me indica volviendo a su ordenador.
Salgo de su cuarto. Esto es enorme, hay unas escaleras gigantes que conducen al piso de abajo. Voy al vestidor. Cualquier chica querría este vestidor. Me cambio y decido explorar la casa. En el segundo piso; el cuarto de...vale, no me sé su nombre, el vestidor, el baño y otra puerta que no sé a que pertenece. Me meto en esa cuarta puerta. Esto es genial, hay un estudio con vistas a Hyde Park. Se ve que vive en un edificio, un duplex por lo que veo. Oh, un piano negro, siempre he querido tocar uno de estos. Toco el piano desde que tengo cuatro años, me empezó a enseñar mi padre y siempre que voy a visitarle a la cárcel tocamos juntos. Uno de los pequeños placeres de la vida. Toco mi canción favorita "Close Cover"de Wim Mertens. Mis dedos acarician cada una de las teclas y me pierdo en el sonido de la música dejando que me saque de este mundo para llevarme al mundo de la música. Un cuerpo rodea el mío haciendo que abra los ojos. El chico está ahí. Tocando conmigo. Cogiendo mis manos. Tocando conmigo. Haciendo un baile con sus manos y las mías. 
-Toca genial señorita. ¿Dónde ha aprendido?
-Mmm...
-Parece que es la primera vez que la he desarmado.
Suelta una pequeña risita. 
-Me enseñó mi padre. Una cosa, llevo su ropa, estoy en su casa, me he duchado en tu ducha, estoy tocando tu piano y no sé tu nombre...
-¿Irónico verdad?
-Sí, ¿cómo te llamas?
-Señor Knoxville a su disposición. 
-¿Knoxville? ¿Es ese tu nombre?
-Mi apellido. 
-Oh, genial. Pero te he preguntado tu nombre. 
-Es usted un poco infantil, ¿no?
-Perdona, pero eres tú el que no me dice su nombre...
-¿Cómo se llama usted?
-A. 
-Una vocal.
-Sí. 
-A, le he preguntado su verdadero nombre. 
-Tú me has dicho tu apellido, no tengo por qué decirte mi nombre.
-Roland. 
-Annie.
-¿Annie?
-Bueno... Sí.
-Bueno ¿qué?
-Mi nombre es Annabelle... Pero como máximo me llaman Annie.
-Annabelle... Bonito nombre. 
-Sí sí, precioso...
-Annabelle, es un nombre perfecto para usted.
-¿Por qué?
-Este nombre se atribuye a gente impaciente, gente que se adapta con facilidad  y bueno, es un nombre precioso, como usted.
Un momento, espera que examine lo que me acaba de decir.
-¿Me... estás piropeando, Ronald?
-Annabelle, simplemente soy realista. Y preferiría que me llamara señor Knoxville.
-¡Oye! No me llames Annabelle, Ronald.
-Es usted incansable señorita. Será mejor que se vista, su ropa ya está lavada, y la lleve a casa. 
Me voy a por la ropa, me la da una mujer de unos cuarenta y muchos o cincuenta y pocos, pelo canoso y cara alargada y delgada. Me cambio en el vestidor y salgo para que me lleve de vuelta a casa. Al salir Ronald me da mi móvil. Tengo siete llamadas perdidas de mi madre, dos de Chelsea, una de Lily, otras dos de Bruce y cuatro de Logan. Comienzo por la de madre. 
-Mamá...
-Annie, me tenías preocupada. ¿Qué tal en casa de tu amigo? ¿Ya vuelves?
¿Cómo sabe qué he estado en casa de "un amigo"?

-Muy bien. Ya vuelvo, sí. 
-Muy bien, supongo. La mañana ha empezado un poco rara.
-¡Bruce!
-Genial hija. ¿Cuánto tardarás?
-No sé, cuando esté a punto de llegar te llamo. 
-Vale, adiós hija. Te quiero. 
-Adiós mamá.
Cuelgo y Ronald me abre la puerta de su mega cochazo y luego se mete él. 
-¿Te sabes mi dirección?
-No, si me la dice le podré hacer de taxista. 
 -83 London Road, Twickenham
Pasamos un rato en silencio hasta que la curiosidad me mata y le pregunto.
-¿Cuántos años tienes?
-Señorita Annabelle, ¿es necesario?
-¿Por qué no quieres que sepa cosas sobre ti? ¿Tienes miedo de qué te acose o algo? No soy de esas...
-Annabelle, no es cuestión de que me acoses, aunque gracias por aclarármelo, es sólo que no es de mi agrado compartir cosas de mi vida con...
-¿Desconocidos?
-Se podría decir que sí.
-Bueno, yo he dormido en tu cama y en tu casa. ¿Cuál es el problema? Ya no soy una desconocida.
-Mi término de persona conocida no es el mismo que el suyo, Annabelle. Para mí, una persona conocida es alguien del cual tengo información. Un conocido. Alguien que conozco. 
-Puf, mira, ¿qué quieres saber de mí? Me llamo Annabelle Van Middlesworth, apellido de mi padre aunque vivo con mi madre, Mar, y su marido, Cecilio, y mi hermanastro, Carter. Todo el mundo me llama A o como mucho Annie, menos Cecilio que le escapa algunas veces Annabelle. Lo mejor que he hecho en la vida ha sido comerme un puromoro. Tengo dieciocho años. Soy rubia, natural, con ojos azules. Ammm, me quiero hacer las californianas en negro, tatuarme en la nuca "Everybody is hispter" con una calavera encima. Ah, claro, voy al instituto, mi último año. Cuando salga del instituto quiero montar un grupo y estudiar... No sé, ya lo decidiré. Pero antes me iré a Nueva York en navidad, a París en febrero y a Italia en julio. Amo la fiesta, los puromoros rojos y el sexo -miro su expresión antes de continuar, está sonriendo, bien.- .No quiero morir sin haber hecho una gira y haber...- Me pregunto unos minutos si decirlo o no, Ronald me mira intrigado.-  bailado en la graduación con mi padre. No moriré sin haberme hecho una foto con Papá Noel. Bueno, esto es suficiente, ¿no crees? Ya me conoces más que nadie. 
-Gracias por toda la información, pero no hacía falta. Parece que tiene muchas cosas que hacer, Annabelle.
-Ronald, no me llames así. No me gusta.
-Annabelle, es su nombre, siempre va a tener que vivir con él. Será mejor que se acostumbre. Ya hemos llegado señorita. 
-Bueno, gracias por todo. 
Le doy un beso en la mejilla, que deja a Ronald un poco extrañado y voy a la puerta de mi casa. Me abre Cecilio. 
-¡Annie!
-Cecilio, ¡me has llamado Annie! Te voy a hacer un fiesta.- bromeo.
Él se ríe y entramos en casa. Voy a la cocina y cojo de la caja llena de puromoros uno. Me lo como mientras voy a mi cuarto a llamar a la gente. Comienzo por Chelsea.
-¡Annie!
-Hey Chels.
-Menos mal que estás bien. Casi me da un infarto. ¿Qué tal la noche en casa del señor Knoxville?
-Bien, un poco movidita, pero muy bien.
-¿Por? 
-He entrado en el baño y estaba duchandose, me he vuelto a la cama y ha aparecido con una toalla. Y me llama señorita y de usted.
-Bueno, si que ha empezado un poco movidita pero no te ha hecho nada, ¿no?
-Chels, no es un pervertido sexual. 
-Ya, claro. ¿Te has leído "50 sombras de Grey"?
-Sí...
-Pues ya sabes que Christian también parece normal.
-Chels, no me voy a enamorar de él. Y no mantendría una relación sadomasoquista con nadie. 
-No sé, tú aléjate de él, sólo por si acaso.
-Ay Chels, no te preocupes. Te dejo que tengo que llamar a más gente.
-Adiós cielo. Un beso.
-Te quiero.
Cuelga y me pongo a llamar a Lily.
-Lily.
-¡A! Menos mal. ¿Por qué no viniste a la fiesta de después? De repente te perdí de vista, como todos.
-Es que me fui a casa. Estaba cansada...
Mejor no decírselo, no sé por qué, pero cuantos menos sepan que me drogaron mejor. 
-¿Tú? ¿Cansada? ¡¿No estarás embarazada?! 
-Dios Lily, no. 
-Lo siento, es que no es normal que tú te canses...
-Lo sé. Bueno, adiós Lily.
-Hasta esta..
Le cuelgo sin querer antes de que me responda, si es importante ya me llamará. Ya van dos, me quedan Bruce y Logan. Empecemos por Bruce.
-¡A!
-¿Dónde te metiste ayer?
-Estaba cansada...
-Bueno, adiós, me voy al entrenamiento. Un beso.
-Adiós, no te canses mucho.
Bueno, ya sólo me queda Logan. Marco su número que me sé de memoria. 
-A.
-Hola Logan. 
-Anoche no contestabas, estaba preocupado...
-Estaba dormida...
-A, no me mientas, llamé a tu casa y dijeron que no estabas.
-¡¿Llamaste a mi casa?! ¿Quién te dio el número?
-A, lo tengo guardado...
-¡Aún así! ¡Quién te da permiso para entrometerte en mi vida privada!
-A, estaba preocupado...
-Me da igual Logan, adiós.
Va decir algo pero le cuelgo. Nadie tiene derecho a controlar mi vida. Subo a mi cuarto a fumarme un cigarrillo. Me quito la ropa para ponerme el pijama. Calentito, porque la verdad me estoy helando. Voy a el baño a avisar a mi madre que ya estoy en casa. 
-Hija, genial que estés ya aquí, oye, ¿me haces el favor de encender la chimenea?
-Claro. 
Bajo a bajo, Carter está jugando con uno de sus trenes. 
-Annie, ¿puedo ayudarte a encender la chimenea?
-Claro peque, tráeme la leña.
Encendemos juntos la chimenea y después jugamos hasta la hora de comer. Como poco, no tengo mucha hambre y me voy a mi cuarto. Enciendo mi ordenador y abro mi facebook y el twitter. Vaya, un mensaje. 
De: Emily Rosen.
Asunto: Desaparecida.
A, ¿dónde te metiste anoche? Todos se preocuparon pero yo les dije que no te pasaba nada, que te habrías ido con algún chico que estaría bueno y ya. 
Por favor, no me hagas quedar en ridículo. Un besito. 

De: A. Van Middelsworth.
Asunto: Aparecida.
Emi, no te preocupes, estoy bien. Lo que pasa es que no me fui con ningún chico. Me dolía la cabeza y me fui a casa. 
Un kiss. 
PD: Diles a estos que no creo que salga esta noche. (Creo que me he pillado un catarro) 

La verdad no es que me haya puesto enferma, es sólo que no me apetece salir esta noche, podría quedar con alguien para que se viniese a mi casa. Sí, eso es una buena idea. Chelsea me va a echar la bronca por dejar que me drogaran así que ¿a qué otra, que no salga de fiesta, puedo llamar? Carly creo que sí que sale esta noche. Bueno, voy a probar. 
-¿Carly?
-Dime A. 
-¿Esta noche tienes algo que hacer?
-Sí, he quedado. ¿Por?
-Nada, es que yo hoy no salgo. 
-Yo tampoco, he quedado con Mike.
Puaj, Mike... Es su novio, un chico con el que tuve algo (sólo nos acostamos y nos liamos) hace unos meses antes de verano, en la cama es más bien pésimo. A saber que van a hacer...
-Vale, usar condón eh. 
-No hace falta tomo la píldora.
-Tía, ¿te hormonas por un tío?
-Es mucho mejor.
Pues eso espero, porque con condón es nulo.
-Bueno, haz lo que quieras. Adiós Carly. Pásatelo bien esta noche. 
-Lo haré, un beso amor.
Bueno, intento fallido. No me queda otra que quedarme con mi familia. No paso una noche en familia desde los quince años. Bajo con todos, están viendo la televisión. Me uno a ellos, aunque es una serie de dibujos animados. Phineas y Ferb. Es interesante, unos niños que inventan cosas y su hermana intenta pillarlos, pero no lo consigue. Había oído hablar de la serie, por lo de Candace Flynn, la niña esquizofrénica, pero nunca la había visto. Mi hermano se duerme un rato encima mío. Tiene el mismo pelo que Cecilio, moreno. Pero los ojos color miel de mi madre, la nariz es como la mía, como la de mi madre. 
-Annie, ¿hoy te quedas conmigo?
-Sí. 
-¿Quieres qué te enseñe un truco de magia?
-Claro.
Carter se va a por las cartas. Cuando las trae también lleva la capa de Harry Potter, su película favorita. 
-Ya está, yo voy a extender las cartas ¿vale?
-Vale.
-Y tú tendrás que ir sacando las cartas, menos una, que la elijo yo.
-Está bien. A ver qué tal te sale.
Extiende todas las cartas y me hace una seña para que coja una. Elijo una del medio.
-¡Espera! No la puedes ver tú, la veo yo, y todavía no te he dicho que va a ser. Va a ser una jota.
-Vale, pues cógela.
La coge y me dice que coja otra. Elijo la que estaba al lado de la anterior.
-Un dos.
-Esta.- le señalo una de unos puestos más a la izquierda.
-Un as. Ahora me toca coger a mí un siete- una vez a cogido la carta, me sonríe y dice-. ¿Me puedes decir las cartas en orden?
-Jota, dos, as y siete.
Vaya, mi hermanito es un mago. Le ha salido bien el truco de magia. Oigo mi móvil sonar y subo corriendo. Es Lily. 
-Hola, Lily.
-A, ¿te parece bien venir a las ocho?
¿A las ocho? Ostras, prometí cuidar a su hermano. Mierda, mierda, mierda.
-Sí, ¿llevo algo?
-No tranquila, aquí ya tenemos cosas. 
-Oye, ¿tú vas a estar?
-No, si fuese a estar no te lo habrían pedido.
-Es verdad. Bueno, ¿le tengo qué hacer la cena o algo?
-Sí.
-Vale, hasta luego. Un beso.
-Un besito amor. 
Joder, se me había olvidado lo de Grayer. Miro le reloj, siete menos diez. Me tengo que vestir e ir a casa de Lily, que está muy lejos de la mía. A unos tres cuartos de hora. Me pongo a elegir la ropa, algo simple. Una camiseta negra, básica y unos vaqueros azules. Me hago un moño y me bajo abajo a decirle a Carter que no voy a pasar con él esta noche...
-¡Annie! ¿Quieres que veamos esta noche Harry Potter y la piedra filosofal?
-Carter, me tengo que ir...
-¡Pero me habías dicho qué te ibas a quedar conmigo!
-Lo sé, pero me voy a cuidar a Grayer.
-Es mi amigo, podrías llevarme... 
La verdad no es mala idea, pero mi paciencia no es mucha y si tengo que soportar a dos niños...  Mi madre dice que no así que me salvo. Mi hermano está enfadado pero yo no tengo tiempo de consolar a nadie, son las siete y veinte. Salgo pitando de casa y cojo el coche de mi madre, un Nissan Leaf, sí, es un coche eléctrico, es que mi madre es muy "ecologista". Lo pongo en marcha y voy a casa de Lily. Llego a las ocho y diez. 
-Lo siento, es que había tráfico- me disculpo.
Es mentira, pero bueno, así no queda mal.
-No pasa nada. Gracias por venir Anna.
¿Anna? ¿Ahora me llaman Anna? Cada vez tengo más nombres...Me meto en la casa y dejo las llaves junto con mi chaqueta en el perchero. Me llevan al cuarto de juegos de Grayer, son muy ricos. Están jugando Lily y él. Lily me da un abrazo. Grayer repite a su hermana. Sus padres se van  y a las nueve también se va Lily.
-Bueno Grayer, ¿qué quieres cenar?
-Quiero cenar... tus labios.
¿Un puto niño de seis años?
-Voy a coger las papas. 
No sé cocinar, así que es lo único que puedo hacer. Bajo a por las papas, las pongo en una bandeja y cuando entro, para mi desagradable sorpresa hay una frase pintada en la pared con rotuladores. "QUIERO TOCARTA LAS TETAS" Creo que se refiere a que me quiere tocar las tetas pero su caligrafía de seis años es lo que tiene. 
-Joder Grayer. ¿Por qué has hecho eso?
-Mamá dice que no se dicen palabrotas.
-Perdón. Ahora voy a tener que borrarlo....
Joder, yo mato a este niño. Mira, si que puedo decir palabrotas pienso sacando la lengua en mi cabeza. No se me ocurre nada así que no me queda otra que llamar a Chelsea.
-Annie...
-Chelsea, tengo un problema. Estoy en casa de Lily, cuidando a Grayer y el niño este ha pintado en la pared "quiero tocarta las tetas"
-¿Tocarta? 
-Sí, no sabe escribir bien. Bueno, el problema es que está en un sitio en el que se ve muchísimo y está escrito con rotulador. Me va a dar algo tía. 
-A ver, tranquilízate. Pero yo no puedo ir...
-¿Qué?
-Estoy en la cena familiar.
Mierda, la puta cena familiar de los sábados....
-Tía, necesito ayuda. 
-A las once si puedo voy, pero ahora te juro que no puedo. 
-Chels...
-Annie, te dejo. Adiós
Me cuelga antes de que pueda decir yo nada. Mierda, ¿ahora yo qué hago? No puedo dejar esto así. Llamo a la única persona que se me ocurre. Logan. 
-¿Sí?
Se oye jaleo. Debe de estar de fiesta. 
-Soy A. Tengo un grave problema.
-¿Qué? ¿Qué te pasa? 
-Un niño. Eso es lo que me pasa. 
-¿Un niño? 
-Sí, ¿puedes venir?
-¿Dónde estás? 
-En casa de Lily. Está en...
-Voy. 
¿Se sabe la dirección de Lily? ¿No se supone que no la conoce?
En menos de veinte minutos está aquí. 
-Logan. Mira esto.
Me sigue y cuando lo ve se empieza a reír. 
-Perdón.- dice riéndose.
-No, no le veo la gracia. Ahora lo van a ver sus padres y no me van a pagar.
-Bueno, siempre lo podemos pintar. ¿Dónde está Grayer?
-Está en la cama. ¿Cómo te sabes su nombre?
-Son mis primos.
Joder, lo que me faltaba. Encima llamo a familia. 
-Joder...
-No te preocupes, no se lo diré a mis tíos.
-Bueno, más te vale. ¿Sabes cómo lo puedo tapar?
-Pintándolo.
-Oh, ¿te aplaudo? No tengo pintura.
-Pero ellos sí. 
-¿En serio? ¿Dónde?
-Ye ye, no te creas que yo voy a ceder así de fácil.
-Oye... ¿Qué tengo qué hacer?
-Huy, eso sueno muy incitador eh. 
-Logan, ya.
-Dame un besito.
-Ya empezamos, eres como tu primo, se notan los genes. 
-¿Te ha pedido un beso?
-Mejor dicho, mis labios para cenar.
Se empieza a reír. Se cae al suelo y me acabo riendo yo también. 
-Bueno, yo te digo dónde está la pintura si me cantas. Nunca lo has hecho y me muero de ganas. 
-Oh no. Ni lo pienses. No aquí.
-¿Mejor en un habitación?
-Oh, cállate. 
-Cántame. 
-Otro día. Te lo prometo. 
-¿Sueles romper tus promesas?
-No.
-Bueno, ahora te traigo la pintura.
Vuelve unos cinco minutos después con un bote enorme de pintura. 
-Joder, eso sí que es grande.
Ambos nos estamos riendo un rato y después empezamos a pintar. Me pinta, sabía que pasaría esto. Mi cara está de color beige. 
-Así estás más guapa.
-Logan, amor, no empecemos que todo el mundo sabe que no sabes pintar y me destrozarás la cara. 
-O te la arreglo.
Le pego un golpe en el brazo y le pinto el vaquero.
-Ups, perdón. 
-A, te mato.
-¿Me matas?
-Sí, mis pantalones eran nuevos.
-Mi cara vale más que esos pantalones.
-Oye, eres una creída, eh.
-No soy una creída, yo no estoy enamorada de mi misma, eres tú el que esta coladito por mí.
-Anda, calla.
Acabamos de pintar la pared y dejamos todo como estaba. El niño este no se ha despertado, ya es la una y media de la madrugada y llaman al timbre. Echo a Logan por la puerta de atrás y abro. Son los padres de Lily.
-Hola Anna.
-Hola Lily.
Lily también es el nombre de la madre de Lily.
-Parece que ya te puedes ir Anna.
-Vale, adiós.
-Adiós guapa- me dice su padre (no me acuerdo de su nombre)
Les doy un beso de despedida y me dan setenta libras. Oh sí. Me abre la puerta y salgo. Fuera me está esperando Logan, apoyado en el coche.
-Oye, que sexy estás ahí apoyado en el coche, ¿quieres llevarme a tu casa esta noche?
Me abre la puerta del coche del copiloto.
-Te llevo a casa. Yo conduzco.
-Eso se hace en las citas....
-Esto ha sido muy parecido.
Me lleva a casa. Carter ya está durmiendo. Le doy un beso en la frente y me voy a poner el pijama.
Puf, que día más largo. Me he despertado en casa de un desconocido que sabe más de mí que casi cualquiera. He estado con Carter toda la tarde y por la noche he tenido que "cuidar" a un demonio. Mejor me duermo ya.

CHELSEA.

Oigo mi despertador. Miro el reloj. Las nueve y media. Llamo a Annie y no me lo coge. Me empiezo a poner nerviosa. Llamo otra vez, pero tampoco me lo coge. Me intento convencer de que estará durmiendo pero estoy muy preocupada. Mi madre me grita desde el salón para que vaya a desayunar. Desayuno tostadas con mermelada de naranja. La mañana pasa lenta hasta que me llama, me ha dicho que no le ha hecho nada, uf, pero ese señor Knoxville no me acaba es muy Christian Grey y aunque Annie diga que no se va a enamorar...
Ahora que lo pienso en los tres años que conozco a Annie nunca se ha enamorado. Ni ha mantenido una relación seria con nadie. Es muy dura y difícil de impresionar pero aunque lo consigas no te da ni una oportunidad. Logan, ese chico lleva detrás de ella, como tantos otros, mucho tiempo y le ha hecho todo tipo de cosas para impresionarle. Desde cajas de bombones hasta ramos de flores de cien libras. No entiendo porque no sale con él. Ni siquiera se han besado. Es muy raro. La verdad es que Logan siempre me ha gustado aunque no lo acepte pero nunca se fijaría en una chica de dieciocho que pesa más de ochenta kilos. Me he planteado muchísimas veces adelgazar pero no tengo tiempo para hacer ejercicio y como mucho, me he hecho muchas dietas pero siempre recaigo. Como con mis padres y mi hermana y luego me voy a leer. Me acabo "El retrato de Dorian Gray" después me ducho. Me lavo el pelo y me lo seco y me lo plancho. Cuando he acabado me pongo un vestido de flores para mi cena familiar. Tengo una un sábado al mes.
La cena va muy bien salvo que por mi abuelo, que tiene alzhéimer y no se acordaba de mi hermana cuando hemos llegado. Un par de discusiones. Mi tío borracho dándonos dinero a los sobrinos y mi abuela y mi tía abuela ajetreadas trayendo cada vez más comida. De repente mi abuelo se levanta y se cae. Mis tías gritan y mi tío Robert está llamando al hospital y mi prima Grace y yo nos llevamos a lo pequeños a otra habitación. A la media hora entra mi madre para decirnos que mi abuelo está ingresado. Tiene una mirada triste. Sé lo que va a pasar...
 -Annie...
-Chelsea, tengo un problema. Estoy en casa de Lily, cuidando a Grayer y el niño este ha pintado en la pared "quiero tocarta las tetas"
-¿Tocarta? 
-Sí, no sabe escribir bien. Bueno, el problema es que está en un sitio en el que se ve muchísimo y está escrito con rotulador. Me va a dar algo tía. 
-A ver, tranquilízate. Pero yo no puedo ir...
-¿Qué?
-Estoy en la cena familiar.
Mierda, la puta cena familiar de los sábados....
-Tía, necesito ayuda. 
-A las once si puedo voy, pero ahora te juro que no puedo. 
-Chels...
-Annie, te dejo. Adiós. 
Quiero llorar, pero nunca he sido de llorar y no estoy en mi casa. A las once, como le dije a Annie, voy a casa de Lily con la excusa de que me tiene que dar unos apuntes. Cuando llego veo la puerta abierta. Entro y veo a Annie con Logan. Están comiendo puromoros rojos, lo preferidos de Annie. Sé que sólo cortaría el rollo así que mejor me voy. Me voy andando porque mi casa sólo está a unas casa más allá. Abro la puerta. Me tiro en el sofá y lloro. Silenciosa, cuidadosa de que nadie me escuche. No puedo seguir así pero... me dirijo al baño sin ser consciente de lo que estoy haciendo. Cierro la puerta con pestillo y pongo música en mi Blackberry. Suena "Stronger" de Kelly Clarkson. Me meto el dedo índice y el corazón en la boca y me provoco una arcada. Lo repito un par de veces hasta que echo todo lo que yacía en mi estómago. Lo sigo haciendo hasta que lo único que sale de mi boca es saliva. Por un momento me siento bien conmigo misma. Después me cepillo los dientes y me voy a la cama como si nada saliera de lo normal. Hoy, doy paso a la futura delgada Chelsea.