A
Ha pasado ya una semana desde ese lunes, estamos a miércoles, y no he hablado ni con Logan ni con Ronald. Mi última semana se ha basado en pasármelo bien saliendo y liándome con desconocidos. Creo que Chels no ha vuelto a hacerlo pero no le pregunto, directamente, vamos a hacer ejercicio. Ha perdido ya bastantes kilos, un par en esta última semana y en total cinco kilos en una semana y media que es mucho. Al final mis sospechas sobre Bruce y Lily son ciertas, les pillé en las escaleras besándose.-Señorita Van Middlesworth- alguien interrumpe mis pensamientos.
-¿Sí?
-No está prestando atención a la clase.
-Perdón.
Y no quería ir a lo de ir a lo de la firma así que fue Lily por mí y ahora va a ser modelo, sin embargo me ha dicho que el chico este le ha pedido que yo vaya el viernes por la tarde a hacerme unas fotos y yo, como no tengo nade que hacer, he aceptado.
También voy a hacerme un tatuaje hoy, supongo que me acompañará Lily.
El sábado les dije a mis padres lo de grabar un disco y bueno, se rieron en mi cara y luego me dijeron que tenían que hablar con ellos, aunque ya tengo dieciocho años y puedo hacer lo que quiera. No tengo el número de Ronald pero bueno, él se sabe mi dirección.
Se acaban las clases y le pido a Lily que me acompañe a lo del tatuaje. Primero vamos a comer a McDonalds. Cuando llegamos a el sitio donde me van a hacer el tatuaje un chico grande y lleno de tatuajes incluso hasta su calva nos hace pasar. Le describo el tatuaje que quiero y se va a dibujarlo.
-A, yo me tengo que ir ya, pero no te preocupes que ahora viene alguien.
-¡Lily! ¡No me puedes dejar sola!
Logan entra por la puerta. Sí claro, y ahora viene no te jode...
-A, ¿puede quedarme yo?
-Tía, yo me tengo que ir- interrumpe Lily.
Pongo los ojos en blanco y Lily me da un beso y se va. A Logan se le forma una sonrisa en la cara y el tatuador sale con un par de bocetos. Logan dice que el de la izquierda le gusta más y yo elijo el de la derecha. La verdad no es dolor lo que causa, sino molestia. Cuando acaba me el tatuaje me da unos consejos y me da una crema. Me suelto el pelo.
-A, entiéndeme, yo no quería comportarme así pero es que ese señor...
-No le llames señor.
-Vale, bueno, ¿me perdonas?
-Yo...
Me agarra por la cintura y me empuja contra él, se acerca a mí y me besa. Annabelle Van Middlesworth te estás besando con tu amigo. Sepárate. Vamos, ya tardas.
-A, ¿qué pasa?
-¿Cómo que qué pasa? ¡Me acabas de besar!
-Pero A, tú no te has apartado, sé que me quieres como algo más... ¿Por qué no lo aceptas ya?
-Logan, eres un capullo. Adiós.
-A, espera.
Me voy. Sé que yo también he tenido parte de culpa, pero él ha sido un idiota cuando te ha dicho cuando te has apartado. Llego a mi casa y llamo a Chelsea.
-Chels, no sabes que me acaba de pasar...
-Tía, lo siento, pero es que ahora no puedo, acaba de pasar una cosa, luego te cuento.
-Bueno, vale pero...
-Adiós, te quiero.
Pues nada, me voy con Carter que está viendo "Harry Potter y el prisionero de Azkaban".
Cuando acaba cenamos y después me voy a la ducha.
Alguien llama a mi puerta. Oigo a mi madre hablar con alguien antes de vociferarme que tengo una visita. Para mi sorpresa abajo está Ronald.
-Señorita Annabelle- me sonrie.
-Ronald.
Muerdo mi labio intentando ocultar mi sonrisa. Mi madre mira expectante esperando a una explicación.
-Disculpe por las horas pero es que mi vuelo se ha retrasado y acabo de llegar. Soy el señor Knoxville y, como supongo, su hija Annabelle le habrá contado que tenemos planes de grabar un disco y mi hermano, el propietario de la discográfica, me ha sugerido que la lleve ya a Nueva York para conocerla y luego ir por el mundo y cantar canciones por locales y darse a conocerse.
-¿Perdón? ¿A Nueva York? ¿Cuándo?
¿No iba a ser en un mes? Y... ¿no tenía que primero darme el visto bueno?
-Sí, a Nueva York y cuanto antes mejor.
-Pero, ¿qué pasará con sus estudios?
-Los podrá continuar allí. Hemos contratado a un profesor que puede darle todas las asignaturas allí y no se preocupe el profesor seguirá con los mismo libros y...
-¿Y el dinero?
-Por eso no se debe preocupar, nosotros pagamos todo. Es gratis.
-Bueno, yo creo que lo tenemos que pensar...
-Por supuesto señora, sin embargo yo me voy el sábado por la mañana, muy pronto.
-Llámame Mar- dice mi madre con una amplia sonrisa.
-Está bien, Mar, cuando antes lo sepa mejor.
-Vale, adiós señor Knoxville.
Creo que mi madre esperaba a que él le dijera "Llámame Ronald" o algo así porque la sonrisa se le ha borrado de la cara.
-Bueno, con su permiso, Mar, me gustaría llevarme a Annabelle a dar una vuelta.
Mi madre me mira de arriba abajo. Mierda, no me había dado cuenta, voy sólo con la toalla.
-Ammm, espera un momento, me cambio y salgo- digo ya por las escaleras.
Me pongo lo primero que veo que son unos vaqueros y una camiseta de manga corta. Bajo.
-¿Está lista?
-Bueno, digamos que sí. ¡Adiós mamá!
-Adiós hija...-dice mi madre mientras cierra la puerta.
Fuera está nevando y yo con manga corta, toma esa. Ronald, como es típico, me pone su chaqueta y yo sin vacilar la acepto.
-Bueno, y... ¿para qué has venido en realidad?
-No hay segundas en esta ocasión, señorita Annabelle.
-Ya, y yo soy virgen.
Suelta una carcajada que hace que salga humo de su boca, y por su culpa ahora me apetece un cigarrillo, aunque lo estoy dejando. Antes fumaba uno por día o dos y ahora uno por semana. Es como un pacto entre Chelsea y yo; ella no vomita, yo no fumo.
-Bueno, pues la razón por la que he venido, no es otra, es porque quería verla.
-¿A mí?
-No, a su madre.
Frunce el ceño.
-¿A mi madre?
-Señorita Annabelle, es usted muy tonta cuando quiere.
-Genial, y ahora me insultas.
-Está muy guapa cuando se cabrea.
-Mira, y ahora me... ¿piropeas? Tengo que hacerte una pregunta seria. ¿Eres bipolar? ¿O tienes algún trastorno, o algo así?
Se ríe, como siempre que digo algo.
-Señorita, yo siempre la piropeo, aunque no se dé cuenta porque no lo digo.
-Mmm, ¿Quieres qué te lea la mente?
-No va a poder, espero. Si lo hiciera se burlaría de mí.
-Oye, esto no es justo, yo digo todo lo que pienso y tú te ríes de todo lo que digo, yo también quiero reírme de ti.
-¿Qué quiere qué le diga?
-Pues que piensas de mí, por ejemplo.
-Bueno, si se lo dijera ¿qué me daría usted a cambio?
-Mmmm, te dejaría llevarme a un sitio, el que quisieras.
-¿Eso tiene segundas?
-No... Es en sentido literal. O lo que tú prefieras...
-Señorita Annabelle, no diga esas cosas.
-¿Por? Yo no he pensado en la cama ni nada de eso, eh. Has sido tú.
-Bueno, entonces soy yo el malo.
-¿Malo? ¿El sexo es malo?
-No, señorita, me está mal interpretando.
-No, es lo que ha parecido.
-Pues no, es una forma de hablar.
-Oye, Ronald, ¿qué te parece mi tatuaje?- digo mientras aparto mi pelo de mi cuello para enseñárselo.
Toca mi nuca con sus dedos que, a pesar de frío, están calientes.
-Se lo ha hecho al final.
-Claro, yo hago todo lo que digo. ¿No lo sabías?
-No he dicho eso. Es sólo que pensé que se lo haría más adelante.
-¿Cuándo? ¿Cuándo me cuelguen las tetas? No gracias.
-Señorita, el tiempo no pasa tan rápido.
-Bueno, no estés tan seguro.
-Entonces, ¿considera qué tengo qué hacer lo que se me pasa por la cabeza, en el momento?
-Hombre, depende de que estés pensando. Pero sí, ese es más o menos mi concepto de vivir bien.
-Y... si yo ahora estoy pensando en besarle, ¿lo debería hacer?
-Bueno, ¿y quién te ha dicho que vaya a dejar que me bese un viejo?
-Su boca.
-Yo no recuerdo haber dejado que eso saliera de mi boca.
Suelta una carcajada y permanecemos unos momentos en silencio.
-Señorita Annabelle debería llevarla a casa a dormir, mañana tiene clase.
-Y tú tendrás que trabajar, ¿no?
-Señorita, vivo en Nueva York, yo aquí estoy de visita.
-Bueno, no de visita, tenías que hacerme una entrevista musical.
-Bueno, pero también estoy de visita a conocidos.
-¿Conocidos?
-Sí, Annabelle, tengo muy pocos amigos.
-Pues que antisocial. Yo tengo muchos.
-Annabelle, no sé que concepto tiene de "amigo" pero creo que tampoco es como el mío.
-Pues la gente con la que sales por ahí, son tus amigos.
-No, tus amigos son en los que confías, a los que les confías los secretos y saben cosas de ti que nadie sabe.
-Entonces, tú eres mi amigo pero yo no soy la tuya.
-¿Yo soy su amigo?
-Claro, sabes cosas de mí que nadie sabe.
-Bueno, eso puede ser.
-Claro que puede ser.
Me pasa el brazo por encima del hombro acercándome hacia él.
-Y bueno, cree que su madre va a dejar que se venga conmigo por el mundo.
-Claro, sino la convezco. Por eso no hay problema. Pero ¿qué tendré que llevar?
-Bueno, pues lo que crea necesario.
-Ya, bueno, y ¿por qué ciudades vamos a ir?
-Pues no está claro, primero iremos a París donde está mi hermano y allí trazaremos la ruta, por así decirlo.
-¿A París?
-Sí, él está allí con su mujer y sus hijos, su mujer es de allí y ha ido a visitar a su familia.
-¿Y cuándo piensas llevarme?
-Cuando la señorita quiera, cuanto antes mejor.
-Entonces... digamos que voy a ir a París en febrero.
-Sí.
-Genial.
-Bueno, señorita, mejor la llevo a su casa ya.
-Si no quieres seguir hablando conmigo...
-Oh Annabelle, no sea tonta, me quedaría horas hablando con usted pero mañana tiene clase y ya la entretuve la otra vez.
-Pues nada...
Vamos a mi casa sin decir nada.
-Bueno, volveré mañana. ¿Le parece?- dice quitándome los copos de nieve que se han depositado en mi pelo.
-Claro- me quito la chaqueta.
-Oh, quédesela, así tendré otra excusa para venir.
-Entonces me la quedo.
-Si.
-Hasta mañana.
-Hasta mañana.
Entro en mi casa cuando él ya está en su coche.
-Bueno hija, ¿qué habéis hablado?
-De...- me quedo un segundo pensando lo que voy a decir- los lugares a donde vamos a ir y esas cosas...
-Ya, ¿y te has dado cuenta de qué llevas su chaqueta?
-Ay mamá, tenía frío y me la ha dejado, luego se me ha olvidado dársela. Además tendrá que volver para recogerme para ir al aeropuerto.
-Ye, espera, para el carro, ¿quién te ha dicho qué vayas a ir?
-No hace falta que me lo diga nadie. El dieciséis de enero cumplí mis dieciocho, por si no te acuerdas...
Mi madre se gira y sin dirigirme ni una palabra se va al sofá.
CHELSEA.
Hoy es miércoles y creo que no me podría ir mejor la dieta y además ya no vomito, tanto, sólo vomité el sábado porque fuimos al cine toda la familia y comí muchas palomitas. Mi desayuno se basa en un zumo y una galleta y además ahora vamos a hacer mucho ejercicio. He perdido siete kilos en menos de dos semanas. Peso setenta y cuatro. Este viernes voy a salir de fiesta con Annie a "ligar" aunque teniéndola a ella al lado no sé con quién voy a ligar yo. Estoy yendo andando a casa y la nieve ha recubierto toda mi ropa. Mi padre llega a casa a la vez que yo. Le saludo con un beso y un abrazo.-Hola papá, ¿qué tal el día?
-Bastante bien. Tengo que daros una sorpresa.
Mi padre tiene una sonrisa dibujada en la cara así que, espero, que sea un buena noticia.
Entramos en casa y mi hermana viene corriendo a mi padre y le da un beso. Mi madre hace lo mismo pero ella se queda agarrada a su cintura.
-Bueno, me ha dicho papá que nos va a dar una sorpresa.
-Ah, ¿sí? ¿Qué sorpresa?- se lo nota la impaciencia en la voz de mi hermana.
-Tranquilas, es que... ¡Me has ascendido!
Mi madre le da un beso a mi padre en la boca que hace que mi hermana haga una mueca pero en seguida se le quita de la cara y nos damos un abrazo.
-Papá eso es genial- digo.
-Y la sorpresa no ha acabado.
-¿No? ¿Qué más?- Jane ya está dando saltitos.
-Pues bueno, he pensando en que estas vacaciones de verano...
-Papá, no sé si te has dado cuenta, pero es febrero.
-Ya... pero si tenemos tenemos tiempo para organizarlo todo mejor.
Ay por favor, ¡voy a irme de vacaciones! Hace ya más de siete años que no hacíamos un viaje de estos. Los recuerdo divertidos y felices. Mi familia y yo nos quedamos en la mesa decidiendo que ciudad podría estar bien.
-Yo creo que deberíamos ir a París- sugiere Jane-. Es la ciudad del amor.
-Y tú para qué quieres ir allí si...
Mi hermana me corta antes de que pueda seguir diciendo:
-Lo decía por papá y mamá.
No sé si mis padres se han dado cuenta pero no lo parece porque pasan del tema.
-Sí, París estaría bien. Pero yo prefiero ir a Italia- propone mi padre.
-Yo también- declaro.
-Lo que digáis- dice mi madre.
-Jope, si llego a saber que os ibais a poner todos en contra no digo nada.
-Cielo puedes dar tus opinión. Y no está decidido nada- consola mi madre a Jane.
-Bueno, pues yo quiero ir a España. Mandy fue el año pasado y dijo que se lo pasó muy bien.
-España... no lo había pensado... Mis abuelos eran de allí- dice pensativo mi padre.
-Yo no quiero ir a España, quiero ir a Roma.
-Pues yo quiero ir a Valencia.
-Roma es mejor.
-Ya, eso lo dirás tú. Pero en Valencia hay más fiesta y podrías conseguir un novio, que te hace falta ya, ¿no crees?
-Ya chicas, ya- corta mi padre-. No sabemos dónde vamos a ir. Y Jane, tú, si fuéramos a Valencia, no saldrías de fiesta.
Mi hermana se levanta y grita:
-¡No es justo! ¡Ya tengo catorce años! ¡Y para cuando estemos allí ya tendré quince!
Sube a su cuarto y cierra la puerta de un portazo.
Sé que a lo mejor tendría que estar enfadada con ella por lo que ha dicho, pero es mi hermana y yo también lo pienso así que subo a su cuarto.
-¿Puedo?- pregunto medio abriendo la puerta.
-¿Qué quieres?
-Vale borde, sólo quería ver qué tal estás.
-Pues bien. ¿Cómo voy a estar? Mi novio se va a Valencia porque sus padres son de allí.
-Jane... Él es muy mayor para ti...
-Muy mayor... No es muy mayor. Mayor, siempre es la palabra, todo me pilla demasiado lejos. El amor. La fiesta. Todo.
-A ver, escúchame...
Entiendo lo que quiere decir y por una parte lo entiendo, pero es que es mi hermana y James es un tío de dieciocho años y todos sabemos que cosas hacen los de dieciocho años...
-No, Chels, no lo entiendes. No me ha dicho nada de eso. Me ha dicho que cuando esté preparada. Es un amor...
-No, Jane, eso es lo que te dice, pero Jane, no te va a esperar mucho tiempo y luego tú te sentirás presionada y...
-Chels, en serio, no soy tan tonta, eso ya lo sabía pero no voy a hacerlo porque me sienta... presionada. Pero supongo que gracias por preocuparte.
-Jane, ese chico no es para ti.
-Mientras él esté conmigo como está ahora, voy a estar con él. Hasta que se vaya a vivir a Valencia.