27 de enero de 2013

Baile.

A

Mis ojos se comienzan a abrir dificultosamente. Mi cabeza da vueltas. Ayer bebí demasiado. Tapo mi cara con una almohada.
-Annie, hoy nos vamos, vete preparando- me quita la almohada de la cara Chelsea.
Oh, es verdad; hoy es mi último día en París. Voy a ver de nuevo a todo el mundo... incluso a mi padre. Bufo y me levanto y pierdo el equilibrio.
-Uou- intento estabilizarme.
Chelsea me ayuda.
-Te juro que como vuelvas a desaparecer como anoche te mato.
-Lo siento, yo...- recuerdo lo de anoche y lucho contra unas lágrimas que amenazan con salir- ¿Dónde está?
-Está en el cuarto de al lado. Dijiste que no querías dormir con él y me dijo que me cambiaba el cuarto.
-Ah... ¿C-c-cómo me encontrasteis?
-Pues horas y horas buscando.
-N-no me refería a eso...
-Ah... estabas borracha, bailando con unos chicos. Él te cogió y tú le empezaste a gritar.  Dijo "No, no podría" pero tú no eras consciente de lo que te decía.
-¿Dijo eso?- lucho contra mi sonrisa.
La puerta se abre.
-¿Estáis listas?- pregunta Ronald.
Me giro para no verle.
-Me tengo que vestir...- murmuro.
La puerta se cierra. No le voy a perdonar tan pronto. Tengo que llegar a Londres, ver a mi familia. Pasar un poco de tiempo con mi padre. Aclarar las cosas con Logan y luego ya hablaré con Ronald.  Me visto con lo primero que veo y vamos al aeropuerto. El avión... La última vez lo pasé con Ronald y aún así no es que disfrutara demasiado del viaje... Chelsea y yo facturamos las maletas y nos subimos al avión. Esta vez Chelsea está, todavía no he visto a Ronald. Me agarro de su brazo y cierro los ojos.
-Annie, tranquilízate. Sólo es media hora.

-Chicas, me han dicho que tienes miedo a lo aviones, ¿crees que yendo en cabina irías más tranquila?- pregunta una chica con una sonrisa falsa y una voz de pito.

Miro a Chels. No sé que decir. ¿Eso tranquiliza a los demás?
-Va-va-vale...
Sigo a la chica hasta la cabina. Vaya, esto es impresionante pero me sigue dando miedo. Toco la pared.
-Tranquila, ¿quieres dirigir el avión?- me pregunta el piloto. 
-¿Quéé? ¿Estás loco? ¿Quieres que nos mate a todos?
Se ríe y me tiende el mando. Niego con la cabeza. Sonríe y vuelve a dirigir el avión.

¡SORPRESA!- grita a coro un montón de gente.
-¡Annie!- grita Carter corriendo hacia mí.
Le cojo en volandas y le doy muchos besos. Mi madre y Cecilio, Lilly, Emily, Bruce... todos están allí. 


-Eh, A, te olvidas siempre de mí eh- dice Logan.

-¡Logan! ¡Oh, te he echado tanto de menos!- me lanzo a sus brazos.

-¿Dónde te has dejado al magnate?
-No sé.
Reconoce mi cara.
-¿Qué ha hecho ese idiota?
-Nada. Vamos.
-A, tenemos otra sorpresa...- dice Lily.
-¡Tachan!- se abren todos.
MI PADRE. Me tiro encima suyo tirándonos a ambos al suelo.
-Hola, muñeca. Estás cada día más guapa- me dice al oído.
-Papá.
-¿Tienes ya vestido para mañana, muñeca?
-Obvio- sonrío.
-Me han dicho que te me vas a hacer famosa. Y... Que hay por ahí un chico que...
-Papá, sh.
-Vale vale. No quieres hablar de eso con tu viejo. ¿Vamos ahora a casa?
-Sí.
Nos vamos cada uno a su casa.
-Muñeca, ¿qué tal tu vida estos últimos años?- se interesa mi padre de camino a casa.
-Bueno, de estudios como siempre. Ahora en París estuve dando clases particulares. Y eso, nada, cantando por sitios- le enseño el recorte de la notica del periódico-. Y triunfando como nadie.
-Mi muñequita se va a hacer famosa. Ya verás.
En mi casa nos contamos todo lo que hemos hecho los últimos años hasta que se hace de noche. Tengo mucho sueño así que me voy a la cama pronto. Carter se duerme conmigo.
No puedo dormir. Me ronda la cabeza la pregunta de por qué la ex-novia de Ronald le sigue llamando tan a menudo. Si quiero volver con él necesito saberlo. No puedo soportalo. Nunca he sido celosa pero que le llame un guarra casi todos los días pues no me hace ninguna gracia. Tengo que hablar con él. Cojo el móvil. Lo echaba de menos. Llevo sin tocarlo un mes. Marco el número de Ronald (ahora me lo sé de memoria).
-¿Sí?- coge el teléfono.
-Ronald, tengo que hablar contigo.
Cuelgo y a los poco minutos aparece. Abro la puerta y me lo encuentro con el pelo alborotado. Una camisa y unos vaqueros. Estaba guapo. Salgo y él viene detrás.
-Ronald, antes de nada. Necesito que me...
-Annabelle, tengo algo que decirte- me corta.
-Di.
-Megan no es sólo mi ex-novia... Ella es... la madre de mi hija.
Noto mi rostro palidecer. ¿Hija?
-¿U-u-una hija?-tartamudeo.
-Sí. Eleanor. 
-¿Por qué no me lo habías dicho?
-Te ibas a echar para atrás. No tienes la edad de ser madre.
-¡Ni tú!
-Bueno, Eleanor es mi hija. Y Megan es su madre. Me llama para que hable con ella mientras estoy fuera.
Esto me supera. Cierro los ojos y respiro hondo. Froto mis ojos.
-¿Cuántos años tiene?
-Cinco.
-Ronald, esto no lo puedes hacer. No puedes no decirme este tipo de cosas. No puedes. ¿Yo ahora qué se supone que tengo que hacer?
-Quedarte. No le diré sobre ti. Iré a verla cuando tú no estés. Pero quedate.
-¿Cómo? Ronald yo...
Agarra mi mano y me empuja contra él. Me besa.
-Por favor, quedate.
-Yo... ahora no puedo pensar con claridad. Mejor hablamos mañana. Ya son las once y media y Carter está durmiendo conmigo. Además estoy muy cansada. Hasta mañana.
Me meto en casa. Una hija. Una hija. Tiene una hija con Megan. ¿Por qué no me lo ha dicho antes? ¿Ahora que hago yo? ¿Vuelvo con él? Me ha dicho que no le diría su hija sobre mí pero... ¿estoy de acuerdo con eso? Es un gran compromiso. Una niña de cinco años es una gran responsabilidad. Quiero volver con Ronald pero... es que me lo debería haberlo dicho. Joder, debería habérmelo dicho desde un principio.

                                                                         ***


-¿Muñeca?

-Papá.

-¿Estás lista para mover el esqueleto con tu viejo esta noche?
-Por supuesto.
-¿Me vas a enseñar tu modelin? ¿O es una sorpresita?
-Ah no. Eso ni hablar. Anda vete.
Salgo de mi cuarto y voy a la cocina. Están desayunando todos juntos.
-Annie, ¿qué te pasa? Parece que no hayas dormido- dice Cecilio.
-Ya... No lo he hecho- fuerzo una sonrisa.

-Bueno... ¿estás lista para darlo todo esta noche?
-Mamá, por favor...
-Oh, perdón, que soy una vieja, es verdad.
Abro la puerta para coger el periódico. 
-¿Ronald?- pregunto atónita. 
-Annabelle- se levanta. 
-¿Qué haces aquí?
Lleva lo mismo con lo que vino ayer.
-Dijiste que hablaríamos mañana. Ya es mañana. 
Me lanzo a sus brazos. 
-¿Por qué eres tan adorable? ¿No puedes un chico normal y corriente? Todo sería más fácil...
-Annabelle, ¿eso qué significa?
-Que soy tonta, eso pasa- le beso. 
-Me gusta que seas tonta- me devuelve el beso-. Pero mejor en otro momento. Necesito que dejemos las cosas claras. 
-Dime- me aparto-. ¿Qué quieres aclarar?
-Mi hija. 
-Puf, tu hija... mira... yo... no creo que mantenerme alejada de tu hija vaya a servir de algo. 
-¿Eso qué significa? 
-Pues que puede que me puedas presentar a tu hija, en un futuro- sus brazos rodean mi cintura-. Quién sabe, a lo mejor hasta nos hacemos amigas. 
                                                              ***
-Annie, estás hermosa- dice mi madre.
-Gracias. No me hagáis fotos, por favor.
-¿Por?
-No quiero.
-Annabelle.
-Ronald- me tiro hacia él y le beso-. ¿Nos vamos ya?
-No, no, necesito aunque sea una foto. 
Una que al final se convierte en mil.
Ronald me tiende la mano para subir al coche. Mi padre acudirá después.
-Annabelle, vas preciosa.
-Ya me lo han dicho antes.
Llegamos al instituto. Lo echaba de menos.
-¡A! ¡Ven! ¡Tenemos mercancía!- grita Lily.
Cojo de la mano a Ronald que me mira raro.
-Ye preciosa, ¿has traído a tu noviete?- pregunta Bruce.
-Ye idiota, ¿has mirado eso de peinarte? 

-Sí, mira que lo intento eh. Pero es que no puedo. Me da repelús el cepillo. Tengo cepillo-fobia.
-Ajá. Bueno, decirme.
-Hemos traído alcohol.
-Bien... ¿Y qué queréis que haga?
-¿No vas a ayudar a fundirlo?- pregunta Emily.
-No, me voy con Chelsea. Adiós.
Pasamos por el photocall. Nos hacen la foto y pasamos dentro.
-¡Annie!- grita Chelsea, lleva un vestido negro que realza su nueva figura, muy delgada (más de lo que podría haber apreciado antes), y el pelo rizado cayendo por su espalda.
Examina de arriba abajo a Ronald
-¡Chels! ¡Estás alucinante!
-Gracias. Tú, obviamente, tambien.
-¿No tienes pareja?
-Sí, pero hemos venido como amigos- dice no muy segura.
-Chelsea, ¿quieres un Coca-Cola?- se acerca Logan.
-¿Él es tu pareja?
-Sí- se adelanta Logan.
-Sí, hemos venido como amigos.
-Genial.
-A, vas guapísima- dice Logan.
-Gracias, gracias- digo abanicándome teatralmente.
Chelsea me coge.
-Vamos nosotras a por algo. ¿Queréis algo?
-No, gracias- responde Ronald.
-Ya estoy servido- levanta su copa Logan.
-¿Qué haces con él?
-Hemos vuelto.
- Bien, pero ¿por qué?
-Pues porque sí. Ah, y tiene una hija.
-¿Qué tiene qué? Annie, ¿sabes lo que dices?
-Claro que sé lo que digo. Sólo es una niña de cinco años.
-Chicas, tardais mucho y no me gusta estar con el pelma ese- viene Logan.
-Ronald no es un pelma- frunzo el ceño. 
-Ya claro, lo que tú digas.
-Pues no lo es. Nos lo pasamos muy bien.
-Me alegro por vosotros pero no me interesan los detalles.
-Genial. Yo me voy con Ronald. Adiós.
-¡Annie! ¡Tenemos que hablar!- chilla Chelsea.
Me pongo al lado de Ronald.
-Señorita Van Middlesworth- me llama alguien-. ¡Qué bien que esté aquí! ¿Cuándo sube a cantar?
-¿Qué? ¿A cantar?
-Sí. Anda, sube.
Subo. Mierda. ¿Y ahora que canto? Empiezo con una de Kesha que se me viene a la cabeza al mirar a Ronald, "Dinasaur". Mientras la canto Ronald sonríe. Después canto la de "Tik Tok", "I've got the magic in me" de B.o.B ayudada por Bruce como el que rapea, "Everybody Talks de Neon Trees, "Mine" de Taylor Swift, "Lego House" de Ed Sheeran, "Call me maybe" de Carly Rae Jepsen, "Fifteen" de Taylor Swift y acabando por "Titanium" de Sia. 
-Muñeca- me toca el hombro-. ¿Bailamos?
-Papá. Claro.
Estamos bailando. Llevo esperando este momento años.
-Disculpa, ¿me la dejas?- pregunta Ronald, educadamente.
-Por supuesto.
                                   ***
-Son las dos, Annabelle, deberías irte a dormir.
-Oh Ronald. Llévame a casa, va.
- Ahora mismo.
Nos metemos en el coche.
-Espera, espera. A tu casa, no a la mía.
-¿A mi casa?

-Sí.

CHELSEA.

Me despierto pronto. Annie sigue dormida. Ayer me excedí comiendo pero es que sino Annie se iba a dar cuenta. Me visto y me cepillo el pelo y me hago una coleta.
Bla bla bla.
En el avión Annie está temblando. No he visto a Ronald. Una azafata se lleva a Annie a la cabina.
-Disculpa, ¿esta el sitio libre?- pregunta un chico moreno.
-Bueno, se acaba de ir.
-¿Puedo?
-Sí quieres.
Se sienta.
-Hay poca gente en primera. Pero a mi me encanta.
-Ya.
-¿Vives en Londres?
-Sí.
-Genial, yo también. ¿Cuántos años tienes?
-Dieciocho.
Me levanto para ir al baño pero se me levanta un poco la camiseta.
-Estás muy delgada. Se te ven las costillas.
¡Mierda! Joder, joder.
-Ya.
-¿Tienes problemas alimenticios?
¿Y a él que más le da? Dios que preguntón.
-No.
-Yo soy nutricionista.
Vamos, ¿qué más me puede pasar?
-Genial. Estoy bien.
-Yo no estaría muy seguro. ¿Cuánto pesas?
-¿Y a ti que te importa?
-Llámame. Te puedo ayudar- me tiende un papel. 
 Me dirijo al baño.
¿Y ese? ¿Tanto se me nota? Si Annie se entera me mata. No se puede enterar. ¿Nadie comprende que me gusta como se ve mi cuerpo cuando se me notan los huesos? Si no tengo una cara bonita necesito un buen cuerpo. Además ya no lo hago por los demás. Es por mí. Me gusta verme delgada y punto.
Cuando bajamos del avión está todo el mundo esperando. Saludo.
-Chelsea- viene Logan.
-Hola Logan, ¿qué tal? ¿No vas a ver a Annie?
- Bien, supongo. ¿Tú? ¿Has comido?
-Logan, cállate. No quiero que nadie lo oiga ¿vale? Ve a ver a Annie.
Examino a la gente. Están todos, incluso Marc, el padre de Annie.
                         ***
-¡Jane! ¡Trae el vestido!- grito.
-¡Voy!
Jane trae el vestido.
-Gracias, vete. Me voy a vestir.
-¿Por qué no me puedo quedar?
Porque no quiero veas mi cuerpo.
-Adiós- me meto en el baño.
Me quito el albornoz. Repaso mis costillas ,que asoman un poco, antes de meterme dentro de mi vestido negro. Suspiro. Salgo del baño. Jane está esperando.
-Chelsea, estás muy guapa- dice.
-Gracias, ¿me maquillas?
Yo no tengo mucha practica, la verdad. Asiente y coge las pinturas. Me pone la base tapando mis pecas. Después los polvos. El colorete rosa y los ojos con tonos oscuros. Labios rosa intenso.
-Oh, Chelsea, estás... estás...- mi madre se echa a llorar-. Logan ya está aquí.
-Genial, yo me voy ya.
-¡Espera! No te escapes de las fotos.
Pongo los ojos en blanco y bajo.
-Chels, estás alucinante- dice Logan.
-Gracias. Tú tampoco estás mal.
-Vale, ahora poneros aquí para la foto.
Logan me coge en brazos.
-Peso pluma- susurra a mi oído.
-Sh.
-Sonreír- dice mi madre con la cámara a punto de disparar.
El flash me deja casi ciega. Me despido de mi familia y Logan me lleva en su coche al baile. 

-¿Quieres algo de comer? Estoy seguro de que hoy no has comido nada.
-No tengo hambre, gracias.
-Chelsea, en serio. No puedes seguir así.
-Estoy bien. Deja de preocuparte.
-Tu madre me ha dicho que estabas rara. No estás bien.
-Puf, no eres mi padre.
-¿Quieres qué se lo diga a tu padre a ver que te dice?
-Ni se te ocurra.
-Ya veremos.
En ese momento veo a Annie
-¡Annie!- grito.
¿Qué hace aquí Ronald?
-¡Chels! ¡Estás alucinante!
Ojalá. Ella lleva un precioso vestido rojo. 
-Gracias. Tú, obviamente, también.
-¿No tienes pareja?
No.
-Sí, pero hemos venido como amigos- digo. 
-Chelsea, ¿quieres un Coca-Cola?- se acerca Logan.
-¿Él es tu pareja?
-Sí- dice Logan antes de que me dé tiempo a contestar.
-Sí, hemos venido como amigos-aclaro. 
-Genial.
-A, vas guapísima- halaga Logan.
-Gracias, gracias- dice Annie. 
Tengo que hablar con ella así que la cojo del brazo.
-Vamos nosotras a por algo. ¿Queréis algo?
-No, gracias- me contesta Ronald.
-Ya estoy servido- levanta su copa Logan.
Me llevo a Annie.
-¿Qué haces con él?
-Hemos vuelto- se limita a contestar.
- Bien, pero ¿por qué?
-Pues porque sí. Ah, y tiene una hija.
Tardo en procesar la información.
-¿Qué tiene qué? Annie, ¿sabes lo que dices?
Debe de haber bebido.
-Claro que sé lo que digo. Sólo es una niña de cinco años.
-Chicas, tardáis mucho y no me gusta estar con el pelma ése-  corta Logan.
-Ronald no es un pelma- se pica Annie.
-Ya claro, lo que tú digas.
-Pues no lo es. Nos lo pasamos muy bien.
-Me alegro por vosotros pero no me interesan los detalles.

No presto demasiada atención a la conversación. 
Annie ha vuelto con Ronald y resulta que éste tiene un hija. 
-Genial. Yo me voy con Ronald. Adiós.
-¡Annie! ¡Tenemos que hablar!- grito pero no se gira-. Genial idiota, has conseguido que se vaya. 

-Eh, yo no he hecho nada. 
-Puf, no quiero seguir aquí. Vayámonos
-Si es lo que quieres...
-Sí, es lo que quiero.
-Chelsea, en menos de dos semanas te vas. ¿No crees qué deberías pasar con tus compañeros tus últimos días aquí?
-No, prefiero estar sola.
Me gusta estar sola. Soy yo misma. Sólo tengo dos amigos; Logan y Annie. Una se va y el otro... ahí me voy yo. Voy a tener que empezar una vida nueva y todo el mundo sabe que no soy muy social... Y aunque he estado dando clases de italiano no soy una experta.
-Eh, Chelsea, ¿qué a dónde quieres ir?- me despierta de mis pensamientos Logan.
-A casa.
-¿A casa? ¿Y yo qué hago? Yo no quiero ir a casa.
-Puf, pues vete de fiesta.
No pienso ofrecerle venir a casa.
-Vale, simpática. Sube al coche. 

23 de enero de 2013

¿Paraíso? No, gracias.

A

-Annie, ¿te vas mañana?-pregunta Amanda.
-Sí, pero bueno, hemos estado casi un mes juntas, no te puedes quejar- acabo de hacerle la trenza-. Además dentro de poco seguro que nos volvemos a ver. Y yo ya conoceré a Taylor Swift y te la presentaré.
-Eso no estaría mal- se ríe. 
-Annabelle, me parece que deberíamos irnos. Y también creo que deberías ver esto- dice Ronald sonriendo. Me entrega un periódico. 
¿Nueva super estrella?
Se rumorea que hay una nueva cantante por la ciudad de París. ¿Podrá esta chica convertirse en todo lo que muchos sueñan? Posiblemente grabe un disco con la compañía "Impossible dreams". Ha estado dándose a conocer por todo París. Esperamos conocer un poco más a fondo a esta chica de Londres. ¿Creen ustedes que tendrá futuro? Apostaría a que sí por los comentarios que han llegado a mi oídos. 
Grito. No puedo creerlo. ¡HE SALIDO EN EL PERIÓDICO! Me abrazo a Amanda y saltamos abrazadas. Después voy corriendo a besar a Ronald. Me coge en volandas. 
-Ahora, si se me permite, me gustaría reclamar a mi novia- dice Ronald mirando a Amanda. 
Sigo sin acostumbrarme a que me llame novia. Nadie lo había hecho desde hacía años. 
-Ya, claro. Cosas de novios- pone los ojos en blanco y se va. 
-¿Me reclamas?-acerco mis labios a los suyos.
Asiente. Junta sus labios con los míos y me besa. 
-Eres mía, ¿no?
-Sí, y tú mío, ¿no?
-Desde el momento en que nos conocimos. 
-Bien.
Nos cogemos de la mano y paseamos por las calles de París. Compro cosas a mi hermano, a mi madre, a Cecilio, a mi padre, a Chels. 
-Annabelle, me voy un momento. Quédate aquí. No te vayas. ¿Podrás?
-Claro. Si no tardas. 
-No te preocupes- su sonrisa es imposible de no ver.
Se va. Me quedo mirando los souvenirs. Espero unos minutos, impaciente, hasta que alguien me tapa los ojos por detrás. 
-¿Ronald?-pregunto cautelosa.
-Más o menos-dice una voz femenina que conocía tan bien como la palma de mi mano.
Me giro gritando y saltando. Ambas lloramos, nos abrazamos y saltamos. 
-¡No puedo creer que estés aquí!-grito. 
-¿Pensabas qué me había olvidado de ti?
-Vaya, estás... estás... impresionante-balbuceo.
-Bueno, te fuiste hace un mes, no sé que pensabas. 
Su cuerpo era un silueta. Parecía una modelo. Sus asombrosos ojos marrones se veían más grandes, al igual que todas sus facciones. 
-Dios, te he echado tanto de menos- la vuelvo a abrazar.
Sonríe.
-Me parece que hay novedades...-mira a Ronald. 
Suelto una risa tonta. 
-Bueno, sí, hay noticias- me cojo la barriga. 
Se pone blanca. 
-¿Qué?
-¡Es broma! Es broma...- me río.

-Oh, idiota... 
-Bueno, señoritas, creo que yo me voy a ir. Así tenéis una tarde de chicas- informa sonriente Ronald.
Deposito un beso en sus labios y a continuación se va de la tienda.
-Y bueno, ¿qué hacemos?
-¿Ir de compras?
-No, quiero pasar una tarde con mi mejor amiga decente. No comprando idioteces.
-Ay, por una vez que puedes ir por París de compras. 
-Dios Annie, sabes que no me gusta nada ir de compras. Es deprimente para mí. 
-Pero vamos a ver, ¿tú te has visto? ¿cuánto pesas? 
-Cincuenta y ocho- responde orgullosa. 
-¿¡Cincuenta y ocho?! ¡Si mides uno setenta!
-¿Y? Estoy en mi peso, tal vez debería perder un poc...
-¡No! ¡Estás loca! ¡No!
-Peso unos diez kilos más que tú. 
-¡Y yo mido uno sesenta!
-Es verdad que tú eres una enanita. 
-Idiota...
Me abraza. 
-Bueno, ¿entonces? ¿Qué hacemos? 
-Yo tengo hambre. 
Chelsea pone rueda los ojos y dice:
-Anda, llévame a una cafetería.  
La llevo por París. Llegamos, no sé como, a una cafetería y nos sentamos. 
-Y tú qué, ¿qué tal por allí? ¿novedades?
-Bueno, pues la verdad, lo único que ha pasado ha sido un tontería.
-Cuenta ¡ya!
-Verás, el día que te fuiste tuve una cita con un chico, Chris...
-¿Chris! Pf- estallo en carcajadas. 
-¿Para ya?
-Sí, sí, perdón- digo reprimiendo la risa. 
-Bueno, me pidió que nos besáramos pero...
-¿Te besaste con él? ¿Qué es lo siguiente? ¿Hacer tabletas de chocolate con mierda y bebernos nuestro pis?
-Ag, ¡cállate Annie! ¡No nos besamos! Me pidió que me pusiera un condón en la lengua...- murmura. 
Mi risa se intensifica y no puedo guardármela para mí. 
-¡Un condón en la lengua! Ay que me da algo. ¿Entonces qué se pondrá abajo? ¿Papel film? 
-¡Annie! ¡Cállate! 
-Per-perdón- continuo mi ataque. 
-Ay, Annie eres irritante... 
-Gracias, yo también te quiero. 
Le doy un beso en la mejilla. 
-Bueno, ¿me dejas acabar?
-Ah que hay más...
-Sí... Me fui corriendo y me encontré a Logan.
Trago saliva. Me había olvidado por completo de él. Ni siquiera le dije cuando me iba. 
-Oh dios...
-Sí, está enfadado, al igual que enamorado, absoluta y completamente de ti. 
-¿Te lo ha dicho? 
-Sí, Annie, hemos estado todos los días juntos. Hemos hablado de muchas cosas. 
-¿Cómo de qué?
-Annie, no te lo voy a decir.

-¿Os habéis enrollado?
-¡No idiota! ¡Ya te he dicho que está enamorado de ti!
-Vale, vale. Tranq.
-Bueno, y ya. Eso he hecho. Ejercicio y Logan.
Vuelo a reírme. Su cara de frustración muestra que sabe que estoy pensando.
-¡Te has dedicado a Logan! Chelsea y Logan sentados bajo un árbol. Se dan besitos- canturreo y gestifico besos.
Chelsea me pega en el brazo.
-¡Para!
-Vale, jope, me has hecho daño eh.
-Oh, se me había olvidado lo frustrante que eras...
Hago un sonrisa artificial y llamo al camarero. Este acude.
-¿Qué desean?
-Ammm, yo tomaré unas costillas.
-Yo una ensalada, por favor. La que esté más buena, me fío de ti.
El camarero le guiña un ojo y se va.
-Chelsea, ¿acabas de coquetear con el camarero?
-¡No!
-¡Sí!
-¡Annie! ¡No!- hace una pausa- ¿Y tú qué? ¿Qué has hecho por París?
-Pues bueno, el primer día Torre Eiffel y...- me recorre un escalofrío todo el cuerpo- lo demás no es importante. El segundo día Ronald me llevo a DisneyLand y luego fui a cantar a una boda. Tercer día estuvimos en casa de su hermano y por la noche fuimos a un local...
-Vale, no hace que me cuentes todo. ¿Cómo es que Ronald y tú...?
-Me besó en lo alto de la Torre Eiffel.
-Eso es muy... cursi.
-¿Quién ha dicho que a mí no me guste lo cursi?
Noto que fuerza una sonrisa. Traen la comida y nos la comemos mientras hablamos. A las dos vamos a mi hotel y allí encontramos a Ronald trabajando con su portátil.
-Hola pequeña- saluda-. Hola Chelsea.
-Hola señor Knoxville.
Me tiro encima suyo y le doy un beso.
-Chelsea, llámalo Ronald.
Me siento en sus piernas y aparto su portátil.
-¿Eso no lo tendría que decir yo?- pregunta Ronald con una sonrisa divertida.
-Teniendo en cuenta que eres mío puedo hacer lo que quiera contigo, ¿no?
Se ríe y no contesta.
-Bueno, mmm, ¿qué hacemos?- cuestiona Chelsea un poco nerviosa.
-Podemos quedar con una amiga.
-¿Tienes una amiga aquí?
-Claro, se llama Dulce.
-¿Sabe hablar inglés?
-Pues claro tía, ¿qué crees qué es analfabeta?
-Vale, eh, tranquilízate.
-Su familia es de Bradford.
-Ah. Bien.
-¿Quieres o no?
-No sé, Annie, no la conozco.
-Vamos, ¡será divertido!
Asiente y cojo el móvil de Ronald y busco en la agenda a Dulce.
-¿Dulce?
-¡Annie! ¿He oído que mañana me abandonas?
-Bueno, vendré por aquí supongo. ¿Quieres venir conmigo y una amiga por ahí? 
-¡Claro! ¿A qué hora quedamos? 
-Bueno, si quieres a las cuatro vamos a por ti. 
-Genial, nos vemos Annie. 
-Adiós Dulce. 
-¿Habéis quedado con Dulce?- pregunta Ronald con el ceño fruncido.
-Síp, ¿por?
-Creía que tenía que cuidar a Arnold.
-Oh por Dios, Ronald, no es ni su novia. Es su rollo.
-Annabelle, me da igual. Se suponía que...
Le interrumpo con un beso.
-Me parece que nos tenemos que ir. Hasta luego.
-¿Venís a cenar?
-No creo.
Salimos por la puerta y Chelsea me dice:
-No he entendido nada. ¿Quién es Arnold?
-Es su hermano. El idiota.
-¿Y Dulce es su novia?
-¡No ¡No! Ella es la chica que trajo el otro día a casa de Louis.
-¿Louis?
-El otro hermano.
-Ah, claro.
A las cuatro y cinco la estamos esperando en la puerta de su casa. Aparece y nos abrazamos.
-Hola, soy Dulce, ¿tú cómo te llamas?- dice Dulce dirigiendose a Chelsea.
-Yo soy Chelsea, encantada. Pasamos la tarde por ahí. Parece que Dulce y Chelsea se llevan realmente bien. A las siete me despido y las dejo solas. Quería ver a Ronald. Voy en un taxi al hotel. Subo a la habitación y me encuentro a Ronald en la misma posición que le dejé.
-¿No piensas hacer nada hoy?
-¿Annabelle? ¿Qué haces aquí?
-Quería verte- deposité un beso en sus labios-. ¿Acaso  no puede una novia estar con su novio?
Aparta su portátil y me acuesto en su pecho.
-Annabelle, ¿quieres venirte a vivir conmigo?
La pregunta me pilla por sorpresa.
-Ro-ro-ronald, estoy ya viviendo contigo.
-No, no me refiero a eso. En un año, tú y yo. Juntos en Nueva York. Cuando todo esto esté acabado.
Estaba paralizada. Claramente no pensaba que Ronald pensase ya en eso. Nunca suelo pensar en el futuro. Más que nada para luego no decepcionarme porque los planes no salen como yo quería. Una año era un gran plazo de tiempo. ¿Y si no estábamos juntos?
-Yo... no sé. A mi me encantaría pero no sabemos si quiera si vamos a estar juntos...
-Lo vamos a estar. Estoy seguro.
-Ronald... Sabes que no me gusta hacer planes...
-¡Annabelle eres tan inmadura!
-¡Ronald! ¡Tengo dieciocho años! ¡No pretendas que piense en casarme y todo eso!
-¡No lo entiendo! ¡La mayoría de la mujeres presionan a los hombres para vivir juntos y todo eso!
-¡Pero yo no soy como las demás! ¡Creía que ya lo sabías!
Me reincorporo bruscamente para poder verle mejor.
-Annabelle, sé que eres diferente, pero yo quiero ir en serio contigo y tú, cuando te lo digo, es como si te echarás para atrás- se calma un poco.
-Ya sabes como soy. No me intentes cambiar.
-Yo no te quiero cambiar. Sólo quiero que madures un poco.
-¿¡Qué madure?! A lo mejor deberías volver con una de tus ex's que seguro que son más maduras que yo. ¡¡Tal vez deberías llamar a Megan para irte a vivir con ella!!
-¡Annabelle! ¡Ya te he dicho que ella es de mi pasado!
-¡Sí! ¡De tu pasado pero luego te sigue llamando!
-¡Annabelle es simplemente una ex-novia! ¡No siento nada por ella!
-¡Es tu ex-novia!- bufo- ¡Y dices que sientes nada por ella! ¿Tu olvidas así de fácil? ¿Eso quiere decir qué si yo me voy ahora te olvidarás de mí así de fácil?
-No, Annabelle, no saques las cosas de contexto.
-Oh, claro. Dices que no evite los problemas. Contesta.
No contesta. La rabia y la tristeza recorren mi cuerpo y repentinamente me levanto y salgo corriendo. Noto su mano rozar la mía pero no me detengo. No entiendo ¿qué esperaba que hiciese? ¿Qué me quedará quieta mientras él no me decía nada? Ambos sabemos que  es pronto para toda esa mierda. Y ni siquiera estamos enamorados, ¿no?
Paseo por las calles de París. Sola.
-¡Annabelle! ¡Espera!- oigo gritar a mis espaldas.
No me detengo. No quiero hacerlo. ¿Por qué no ha contestado? Mis ojos lagrimosos no saben a donde voy. Yo no tengo la culpa de que no me guste planearlo todo. Prefiero vivir el momento. Su mano agarra mi brazo y me gira hacia él chocandome contra su pecho. En la calle todos nos miran.
-Ronald, suéltame. No quiero montar una escena. Suéltame.
-No, Annabelle, yo... Yo no he...
Consigo soltar mi brazo y vuelvo a escapar corriendo sin embargo algo me eleva y me coloca encima de sus hombros. Pateleo intentando que me suelte pero mi intento es nulo.
-¡Ronald! ¡Suéltame!- grito con todo el aire de mis pulmones- ¡Bájame ya!
Ronald para en seco y una voz de un hombre dice:
-Disculpe, debería soltar a la chica. No quiere que la lleve con usted.
Suspiro aliviada cuando mis pies tocan el suelo.
-Ella es mi novia- contesta Ronald con voz educada.
Bufo. No tengo claro si sigo siendo su novia.
-A mí no me parece que un novio tenga que coger a su novia así y llevarla en contra de su voluntad a ningún sitio.

 La discusión sigue. Es mi momento. Salgo corriendo de nuevo. Esta vez Ronald no me sigue. Llego a una calle desconocida, como todas las demás y entro en un bar. Es un bar normal. Lleno de universitarios. Me siento en la barra y pronto uno se siente a mi lado.
-¿Estás bien, chica?- pregunta.
-S-sí.
-Yo no estaría tan seguro, ¿problemas en el paraíso?
Asentí. No me importaba a quién contarle mis problemas simplemente quería olvidar.
-¡Jamie! ¿Vienes o qué?-grita un chico que está junto a un grupo de chicos y chicas.
-¿Vienes?- al ver mi expresión indecisa añade- No mordemos. Sólo para olvidar.
Me tiende la mano y la cojo. Al fin y al cabo, lo único que yo quería era olvidar esa desastrosa peteción que me acababa de hacer Ronald y había acabado tan mal.
-¿Y esta chica?
-Se llama...- me mira esperando una respuesta.
-Annie.
-¡Annie!- gritan todos al unísono.
-Bueno, verás, aquí todos hemos venido para evadirnos de nuestros exámenes y esas mierdas. Así que para eso tenemos un juego- me explica uno sonriente.
-¿Un juego? ¿Qué tipo de juego?
-No te preocupes, no vamos a enrollarnos.
Sonrío por el comentario.
-Aunque si tú quieres...-añade un chico muy alto.
-Aiden...- le riñe Jamie.
Aiden levanta las manos como disculpa.
-Bueno, a ver, el juego se basa en cuantos chupitos tomemos. El que no se beba más de dos tiene que bailar con una o uno que elijamos los demás, sensualmente- levanta las cejas-. El que no beba más de seis tiene que besar a cinco personas que... digamos que no son agradables a la vista- asiento y continua-. El que no beba más de diez... tendrá que acercarse a una o uno y le dirá que si puede sujetarle el pito mientras mea o subirle la falda.
-Llevo pantalones...- replico.
-Pues bajarte los pantalones. Bueno, y por último, el que no beba más de quince tendrá que bailar en la barra y desnudarse, ¿lo has pillado todo, preciosa?
-Sí. ¿Cuándo empezamos?
-Mmmm, eres atrevida eh. Veremos hasta cuanto puedes llegar...
-No me subestimes, tengo experiencia.
Y la tengo. Más de lo que él puede llegar a imaginarse. Vamos a la barra y una chica de pelo rubio tintado con las uñas extremadamente largas y muy pechugona grita:
-¡Qué comience el juego!- agita sus caderas de
una forma graciosa y se sienta en uno de los taburetes.
Nos ponen los vasitos y Jamie cuenta hasta tres y trago con la cabeza echada hacia atrás para que el líquido ardiente pase por mi garganta. Sacudo la cabeza, librándome así del ardor, y pongo el vasito en la barra de un golpe. Hago lo mismo durante cinco rondas. Nadie aún se ha rendido y mi cabeza ya empieza a dar vueltas. Con el número siete hay dos que ya se han retirado, dos chicas. 

CHELSEA.

Llegaba la hora de llegar. No veía el momento de estrechar entre mis brazos de nuevo a mi mejor amiga. Bajo del avión y cojo un taxi. Nunca he estado tan emocionada. Cuando llego a la dirección donde me dijo Ronald pago al taxista que me guiña un ojo al salir. Ronald está esperando. Está diferente de como lo recordaba, parecía... feliz. 
-¡Chelsea! Me alegro de verla. Annabelle está dentro. 
Me da un abrazo, gesto raro en el Ronald que había visto otras veces. Me metí en la tienda y encontré a Annie mirando unas cosas. Voy sigilosa y le tapo los ojos. 
-¿Ronald?- pregunta ella. 
-Más o menos. 
Se gira bruscamente y nos abrazamos. La echaba tanto de menos. 
-¡No puedo creer que estés aquí!
-¿Pensabas qué me había olvidado de ti?
-Vaya, estás... estás... impresionante.
Incluso aunque no me lo creía, resultaba agradable a mis oídos oír eso. Es mejor omitir mis problemas alimenticios de momento... No quiero reprimendas ahora. 
-Bueno, te fuiste hace un mes, no sé que pensabas. 
Comemos las dos juntas. Sabía perfectamente como iba a reaccionar a todo lo que le contaba. Lo de que me haya pasado el mes con Logan no parece haberle afectado mucho. Él verdaderamente está enamorado de ella. Podrían tener una historia bonita juntos, sin embargo, Annie prefiere al hombre de veintitantos años, rico y increíblemente atractivo. Después de comer vamos a su hotel donde encontramos a Ronald trabajando. 
-Hola pequeña- saluda Ronald-. Hola Chelsea.
¿Cómo le llamo?
-Hola señor Knoxville.
Annie se coloca encima suyo.
-Chelsea, llámalo Ronald.
Su exceso de afecto me resulta un poco incómodo...
-¿Eso no lo tendría que decir yo?- pregunta Ronald.
-Teniendo en cuenta que eres mío puedo hacer lo que quiera contigo, ¿no?
¿Y ahora yo qué digo?
-Bueno, mmm, ¿qué hacemos?- rompo el silencio. No me gusta estar aquí.
-Podemos quedar con una amiga.
-¿Tienes una amiga aquí?
-Claro, se llama Dulce.
-¿Sabe hablar inglés?
-Pues claro tía, ¿qué crees qué es analfabeta?
-Vale, eh, tranquilízate.
-Su familia es de Bradford.
-Ah. Bien.
-¿Quieres o no?
-No sé, Annie, no la conozco.
-Vamos, ¡será divertido!
Asiento. La verdad es que no me apetece nada pero así hacemos algo, ¿no? A lo mejor hasta me cae bien. Estamos un rato por ahí las tres. Dulce es genial. Tiene un largo pelo castaño oscuro, al igual que su piel color café. Sus ojos negros brillan a la luz del poco sol que todavía asoma. Son las siete menos siete.
-Bueno chicas, me parece que yo me voy a ver a mi chico- dice Annie.
-¿Te vas?- pregunto. No quiero que me deje sola con Dulce, me cae bien y todo eso pero no soy capaz de quedarme con una persona que apenas conozco, sola...
-Sí, nos vemos luego. Adiós.
-Bueno, ¿hace cuánto conoces a Annie?- dice Dulce.
-Desde que se mudó a Londres.
-¿No os conocéis de siempre?
-No, ella se mudó hace unos años a Londres.
-Ah, genial.
Continuamos contándonos cosas la una de la otra. Dulce es muy divertida.
Veo salir del coche a Ronald. Frunzo el ceño. ¿Qué hace aquí? Sin Annie.
-¿Qué pasa?- pregunta Dulce mirando la cara de Ronald.
-Annabelle se ha ido. No sé dónde está.
Me levanto dando un repentino golpe a mi cadera contra la mesa.
-¿Cómo qué se ha ido?- grito más que pregunto exaltada.
-Tuvimos una pelea y se fue. La intenté seguir pero no sé donde está.
Mi estómago se estremece. Tanto como Ronald y yo sabíamos que a Annie no se le daba muy bien orientarse y menos por París.
-¿Tienes idea de dónde puede haber ido?- intenta relajarnos Dulce.
-No, se fue corriendo- Ronald se pasa la mano por el pelo.
-Chicos, me encantaría ayudar pero ahora yo me tengo que ir. Tengo que ir a cuidar a mi abuelo al hospital, lo siento muchísimo. Informarme en cuanto sepáis algo- dice Dulce recogiendo sus cosas y pidiendo un taxi.
¿Otra vez sola? ¿Y encima con Ronald? Como mis uñas.
-Eres gilipollas- es lo único que sale mi boca. Mierda, ¿por qué le he dicho?
-Lo sé.
¿Lo sabe? ¿Cómo qué lo sabe? No le contesto y me dedico a pensar en dónde puede estar Annie.
-Puede que haya vuelto al hotel- digo fría.
-No, he ido a ver antes.
¿Ha ido antes? ¿Se refiere a qué se ha ido hace tiempo? ¿Ya ha estado buscándola? ¿Y por qué se ha ido?
-Bueno, ¿dónde podría estar? No creo que conozca muchos lugares aquí. 

-No lo hace. Eso es lo que me preocupa. 
Ronald está realmente serio y preocupado. No la he visto así.  Creo que sabe tan bien como yo que Annie no está bien sola. 
-Tenemos que empezar por algún sitio. No creo que haya ido muy lejos del hotel...- 
Por su propio bien. Vamos en coche en silencio y mirando cada remoto lugar que pasamos examinando que Annie no esté ahí. Llegamos al hotel. Ronald sube a comprobar que no ha vuelto y mientras tanto yo me recojo el pelo en una coleta. Baja con negando con la cabeza. 
La pregunta de qué pasó realmente me está rondando todo el rato la cabeza. Annie era muy impulsiva pero no saldría así como así por un sitio que apenas conoce. Subimos de nuevo al coche. El no encontrarla se me hace horrible. Paseamos por calles, bares, restaurantes... nada. Estoy nerviosa y Ronald también, no se para de mover y tocar el pelo. Me armo de valor y le pregunto:
-¿Qué ha pasado? ¿Por qué se ha ido?
Su cara se gira hacia mí posando sus profundos ojos en los míos. Me siento incómoda. 
-Le pedí que se vieniera a vivir conmigo- responde fríamente-. Un terrible error. 
La verdad es que sí. Annie no es de compromisos pero... ¿reaccionar así por eso? Prefiero no preguntar. 
 Llevamos ya dos horas de búsqueda interminable. Entramos en un bar y veo a una chica de pelo rubio bailando... de forma bastante... desmesurada con dos chicos. Miro a Ronald. Mierda, ya está yendo a por ella. Me quedo observando desde mi lugar. Él le coge del brazo pero ella se suelta. Éste la vuelve a coger pero ella se resiste. Annie le está gritando. Creo que tengo que ir ya. Me acerco y aparto a Ronald y a Annie. Annie huele muchísimo. 
-¿Ch-ch-chelsea? ¿Qué haces aquí?- mira a Ronald y después me vuelve a mirar- No deberías haber venido. 
Se lanza a mis brazos, más bien, se cae. 
-Creo que deberíamos llevarla al hotel- le digo a Ronald.
Asiente y coge a Annie. 
-Perdón pero... esta chica ha venido por problemas en el paraíso. No creo que quiera volver al paraíso, de momento- nos dice un chico arrastrando las eses. 
-Ya... Perdón me la voy a llevar- se limita a contestar Ronald. 
Vamos fuera y Annie se libera de los brazos de Ronald y le pega en el hombro. 
-Annie, ¿qué haces?- le pregunto acercándome un poco a ella. 
-Es tonto. 
-Annabelle, no, no podría- Ronald la mira a los ojos. 
No entiendo nada y me parece que Annie tampoco, va demasiado borracha para entenderlo. La llevamos a casa y Ronald se mete con ella en el baño mientra vomita. Yo me cambio y me pongo el pijama. Oigo gritos en el baño y abro la puerta. 
-Chelsea, no quiero pasar la noche con él. ¿Dónde vas a estar tú? 
Yo no sé que contestar. Yo me quedo a dormir en la habitación de al lado pero no sé que contestar.
-Déjalo- dice Ronald-. Ya voy yo a tu cuarto. Quédate tú con ella aquí. 
Asiento y Ronald se va cabizbajo a su cuarto. Le pongo a Annie el pijama y la tumbo en la cama.
-Annie, ¿qué ha pasado?
-No me ha contestado.
¿No le ha contestado? ¿Qué quiere decir?
-¿A qué? 

-A si me olvidaría así de fácil como a Megan. 
A eso se refería Ronald antes. "No, no podría". ¿Se lo recuerdo ahora? No, posiblemente mañana no se acuerde. 

18 de enero de 2013

Felicidad.

A

-Va, coma algo Annabelle.
-Ronald, no tengo hambre.
-Si no desayunas ahora comerás más después.
Pongo los ojos en blanco.
-Al final sí que vas a ser Christian-murmuro.
-¿Qué?
-Pues que me dijeron que eras como Christian.
Su cara de sorpresa lo dice todo. Siento miedo como una punzada en el estómago. No debería habérselo dicho.
-Annabelle, quiero que quede claro que yo jamás haría cosas como esas.
-Tranqui Ronald, yo no dejaría que me pegarán. Aunque que me aten... podemos probarlo.
-Annabelle no diga esas cosas que me arrepentiré de pararla anoche.
Noto la sonrisa que aflora en mi cara y segundos más tarde sus brazos se posan en mi cadera.
-¿Tenemos qué hacer algo importante ahora?-digo pegada a su cuello.
Siento su sonrisa contra mi pelo.
-Bueno, podríamos cambiar los planes. O podríamos ir a Disney.
-¿Disney Land?- me separo como reflejo.
Asiente y me voy corriendo al armario para ver que me puedo poner.
-Así que me cambia por unas atracciones, eh.
-Ronald, entiéndelo, siempre he tenido una fantasía con Donald.
-Ja, ja, ja, señorita su sentido del humor no tiene fin.
Cojo unos vaqueros y una camisa de Ronald y sin abrocharla me acerco a él. Me siento en su regazo y le digo.
-¿Me la puedes abrochar?
Le hago un puchero y comienza por los botones de abajo.
-Bueno, ¿cree qué a las once estará lista?
-Por supuesto.
-Entonces yo vuelvo dentro de media hora a por usted.
-¿Me vas a dejar sola?-digo boquiabierta.
Se ríe y asiente. Sale por la puerta y yo me voy al baño con mi neceser. Cepillo mi pelo y dejo que caiga por mi espalda. Me pongo un poco de polvos para que me den un poco de color, la raya por abajo y me pongo pintalabios rosa. Cojo mi colonia de Lacoste "Touch of Pink" y perfumo la camisa de Ronald. Espero unos cinco minutos hasta que Ronald llega.
-¿Lista?
-Sí.
-Me gusta como le queda mi camisa, señorita.
-Y a mí me gustaría que me la quitarás. 
No contesta pero me sonríe, suficiente para saber que a él también le gustaría. Cojo la cámara de vídeo de la cómoda antes de salir. Me abre la puerta y me meto en el coche. 
-A mí también me gustaría, señorita- murmura a mi oído.
Hago como que no he oído nada y enciendo la cámara.
-Bueno, hoy... ¡Vamos a Disney! Disculpe, ¿le importaría poner música?-esto último se lo digo al taxista.
La canción no la conozco pero no me quejo. Apago la cámara y cojo la mano de Ronald. Llegamos a Disney. Estoy absolutamente emocionada. Nos subimos a muchísimas atracciones y disfruto como una niña. Y por supuesto, tengo mi foto con Donald dándole un beso. Grabo la mayor parte de la mañana con la cámara. Ya es la hora de comer y vamos a un restaurante de Robin Hood. Uno de los muñecos me ha pedido el número.
-Señorita, creo que ya deberíamos volver.
-¡Pero todavía no hemos ido a la casa del terror!
-Como quiera, Annabelle- dice entre risas.
Me paso el rato agarrada a él. Que miedo...
Estamos en el taxi volviendo al hotel para prepararme para esta noche.
-Todos los que hemos visto han tenido una fantasía con acostarse conmigo con ese traje-dejo caer.
¿Qué hago? ¿Quiero qué se pique? 

-¿Por qué las mujeres estáis tan salidas?
-¿Perdón?
Ese comentario me ha dejado un tanto confusa, la verdad. ç
-Nada, déjelo. 
-¿Por qué los tíos van de salidos y luego sois más parados que nada?
- ¿Por qué las tías dicen que somos unos cabrones pero siempre se van con el mas cabrón?
-¿Por qué los tíos vais de 'no me importa el físico' y os vais con la más guapa y a su vez la más zorra?                                                                                                                              
-¿Por qué las tías vais de que sois super fieles y luego sois las primeras en poner los cuernos?
¿Eso es que le han puesto los cuernos?
- ¿Por qué los tíos vais de buenazos, luego nos la claváis por la espalda y estáis con otras a la misma vez?
-¿Por qué las tías cuando os joden un tío generalizáis diciendo que todos somos iguales cuando no es verdad?
- ¿Por qué si nos tiramos a un tío somos unas guarras pero si os folláis vosotros a 5 sois unos 'craks'?
-¿Por qué buscáis un tío fiel, sincero, romántico cariñoso, que os quiera y cuando lo encontráis no lo valoráis y lo jodéis?
-¿Por qué vais buscando una tía con sentimientos y luego os vais a por las que menos sentimientos y cerebro tienen?
-¿Por qué lleva tanto rato metiéndome en el saco cuando sabe que yo no soy así? 
-¿Por qué piensas que te meto en el saco cuando sabes que yo sé que tú no eres así?
-¿Por qué es usted tan preciosa, señorita?
-¿Por qué te gusta mis aspecto?
-¿Por qué es usted tan sincera?
-¿Por qué me hablas de usted?
-¿Por qué le molesta que le hable de usted?
-¿Por qué eres tan respetuoso?
-Disculpad, pero ya hemos llegado-nos interrumpe el taxista.
-No se preocupe, gracias- contesta Ronald. 
-Oye, ¿crees que...?- intento acabar la frase pero Ronald me saca del coche- Podrías tener un poco más de cuidado, que mucho de hablar de usted pero luego eres un bruto. 
-Annabelle, por favor, no me gusta que la gente se enteré de cosas que no se tienen que enterar. 
-¿Por qué te molesta tanto? No iba a decir nada sobre tu vida. Sólo iba a preguntarle si veía normal que me llames de usted si estamos... lo que estemos. 
-Da igual, ese hombre no tiene por qué dar su opinión de nada. No me gusta que la gente sepa cosas sobre mí, Annabelle, simplemente eso. Debería irse a arreglar, esta noche va a ser un sitio muy elegante. 
Me meto en el baño, cierro con un portazo y empiezo mi ritual. Me depilo las piernas. Me ducho. Me exfolio. Me pongo crema hidratante por todo el cuerpo. Me seco el pelo y lo recojo en una trenza al lado. Me pongo unas medias color carne y un elegante vestido que tengo el puerta. Es azul marino con escote de espalda (con lo cual llevo uno de esos sujetadores raros que se pegan en las tetas). Me lo pongo y me empiezo a maquillar. Base de color pálido rosado. Un poco de polvos para quitar el brillo. Colorete rosa, no demasiado. Sombra de ojos en la mitad del párpado móvil un azul oscuro y después en el otro medio uno más claro. En el lagrimal un blanco perlado y finalmente me hago la raya abajo y me pongo un poco de rímel. Salgo del baño y me encuentro con Ronald. Me coge la mano y me da una vuelta sobre mi misma.
-Vaya señorita. Está deslumbrante.
-Gracias.

Sigo cabrada con él. Ha saltado por una cosa sin sentido. Me pasa la mano por la espalda y un escalofrío pasa por mi cuerpo. Cojo mi bolso y saco un pinta labios rojo. Me lo pongo y le doy un beso un poco más abajo de donde está su clavícula al fin y al cabo sólo ha sido una tontería..  Me coge la mano y salimos de la habitación del hotel. Tenemos una limusina. Me quedo boquiabierta. Una limusina. Ronald me abre la puerta para que entre. Vaya esto es enorme. Llegamos en un momento. Es un restaurante pero al entrar parece algo diferente. Esto es enorme y la gente va como si fuera una boda. Mierda, es una boda. 
-¿Está lista para deslumbrar a todos, señorita?
-No, Ronald, ¿en qué estabas pensando? No puedo cantar en una boda. 
-Annabelle, puede cantar donde quiera. Tiene una banda a su disposición. 
-Que no Ronald, esto es muy... 
-Annabelle, va.
Deposita un beso en mis labios y por más que no suelo tener pánico escénico ahora estoy temblando. 
-Hola, tú debes de ser la cantante, ¿verdad?-me dice una chica vestida de novia. Tiene su pelo castaño recogido en un moño. Es un poco gordita. 
Subo al escenario. Tengo la visión nublada. No veo nada a excepción de oscuridad. Se me acerca el guitarrista y dice algo que no escucho. Me sacude un poco. Le miro y dice.
-¿Qué quieres cantar?
-Mmmm, no tengo ni idea. ¿Qué se canta en este tipo de casos?
-Pues chica, cualquier cosa. Puedes empezar por algo clásico.
-Bueno, podría cantar la de "And I am telling you"
-Puedes cantar lo que quieras. Iré a avisar a los demás.
Unos segundos y la melodía se oye. Las horas pasan y pasan pero ya no tengo problemas en cantar canciones; tenemos muchas peticiones. En realidad, la boda esta es muy sosa. No cantan conmigo. Algo se me pasa por la mente. Es ridículo pero así a lo mejor consigo animar esto un poco. Bajo del escenario pero solamente se dan cuenta los de la banda, los demás ni se inmutan. Me acerco a una mesa y cojo un vaso. Hago los movimientos un par de veces antes de que me salga bien. Canto la canción de "Cups" de Pitch Perfect. Todo el mundo para de hacer lo que quiera que esté haciendo y me mira. Pronto también me imitan. La fiesta se anima hasta tal punto que bailo con el novio. Estoy agotada. En el taxi. Apoyo mi cabeza sobre el hombro de Ronald.
-Tengo mucho sueño- murmuro.
Su mano derecha me acaricia el pelo. Una vez estamos en la habitación me quito la ropa y me pongo el pijama. Ronald hace lo mismo. Su pijama se basa en unos pantalones dejando su torso desnudo. Nos sentamos en el pequeño sofá rojo de la habitación. Paso mis piernas por encima de las suyas y me tumbo. Mi camiseta se sube dejando al descubierto mi barriga donde Ronald comienza a acariciar. Me reincorporo. Ronald deshace mi trenza y yo le doy un beso. Este beso es seguido por varios más hasta tal punto que estoy subida encima de él. 
El calor que siento se empieza a hacer más fuerte y se va extendiendo por todo mi cuerpo. Mi corazón está acelerado, mi respiración entrecortada y estoy temblando. No me suele pasar esto. Siento los besos de Ronald por mi cuello como puñaladas. Necesito que sea parte de mí y lo necesito ahora. Me subo a horcajadas encima de él. Hundo mi cabeza en su cuello y empiezo a chupar, besar y morder. Atrapa el lóbulo de mi oreja y gimo.  Paso mi mano izquierda por sus abdominales mientras utilizo la otra para sujetarme. Me quita la falda haciendo que me quede en ropa interior.Me lleva en brazos a la cama. Me tira y se pone encima mío besando mi vientre y subiendo hasta mi cuello. Le bajo los calzoncillos y siento su miembro contra mí. Dejo que me penetre lentamente. Grito nada más se adentra en mí.
-Dios, Ronald, ¿qué tienes ahí? ¿Un monstruo? Dios-mi frase se interrumpe por un grito que no puedo contener.
Nos damos la vuelta haciendo que yo me ponga encima. Muerdo su cuello.
-Annabelle, no seas traviesa...-dice contra mi pelo y volviendo a reincorporarse él encima. 
Necesito más de él. Jadeo. Presiono con mis pies su trasero porque siento que necesito más. Noto como su miembro se adentra más en mí.
-¿Más?-mi voz no suena casi por el placer impensable que siento.
Ronald ríe a duras penas. El ritmo es tranquilo y lento pero igual o incluso más placentero que cualquier relación sexual que haya podido tener nunca.

Un orgasmo se prepara para salir. Ya está. Ha salido. No puedo para de gritar su nombre. El pronto hace lo mismo que yo. Acabamos tendidos en la cama. Respirando aceleradamente. Se gira y me abraza. Su cabeza se mete en mi cuello. Lo único que se oye en la habitación son nuestras respiraciones fuertes y pesadas.
La puerta suena y tanto como Ronald como yo nos miramos extrañados. Me levanto con la sábana enrollada y abro la puerta.
-Disculpar, pero es que estoy con toda mi familia en la habitación de al lado y mis hijos me están preguntando qué está pasando y....-dice un hombre con coronilla.
-Oye, mira, usar tapones pero es que nosotros no tenemos la culpa de que os haya tocado es habitación. Y si me permite mal hablar, ¡si queremos follar no nos lo van a impedir unos niños!
Le cierro la puerta y me giro hacia Ronald. Se está partiendo de la risa. Me tumbo a su lado y paso mi pierna por encima suyo. Apoyo mi cabeza en su pecho y dice.
-Osea, que... ¿Hemos follado?
-Pues hombre, yo no sé como lo llamarás tú pero en mi mundo se llama así ¿o prefieres que diga que hemos practicado sexo?
-Está bien, señorita. No se enfade. Yo pensaba que habíamos hecho el amor. 
Un escalofrío recorre mi cuerpo cuando Roanld pronuncia esa palabra "amor".
-Oye, Ronald, ¿por qué coño me sigues hablando de usted después de haber metido tu enorme monstruo por mi jardín secreto? Que por cierto, lo ha destrozado.
-Su jardín secreto, eh. Me gustaría volver allí.
-Sí, no te preocupes. Pero antes deja que se recupere que dios mío.
Me besa la frente y pasa su brazo por mi espalda y empieza a dar vueltas y a formar círculos en mi parte baja de la espalda. 
-Annabelle, ¿por qué no la había encontrado antes?
-Ronald, ahora en serio, deja de llamarme de usted.- mi tono de voz, aunque no era la intención, suena como una suplica.

CHELSEA.

Segundo día sin Annie. Son las doce del mediodía. Me visto sin ganas. Sin ánimos; echo de menos a Annie. Cojo mi Mp3 y salgo a correr. Mientras corro millones de ideas están por mi mente. Hoy me toca pesarme y estoy emocionada. La última vez que me pesé pesaba setenta y cuatro. Hoy espero pesar setenta como mínimo. Corro durante una hora, tres km de ida y otros tres de vuelta. Como y voy a dormir un rato. No quiero moverme de la cama. 
Suena mi despertador y lo apago. Sigo con la ropa de antes. Me la cambio y antes de las cinco menos cuarto alguien llama al timbre. Bajo a abrir para encontrar a Logan. Madre mía, no pensé que anoche se lo tomará en serio. 
-Hola, ¿estás lista?
-Sí. 
Vamos al gimnasio en su coche. Mantenemos un silencio tranquilo, que me resulta realmente incómodo. Como mis uñas. Estoy muy nerviosa. Nunca había hecho esto. Nunca había estado con un chico, sola, tan... guapo... Inspiro, espiro muchas veces. Una vez ya en el gimnasio yo me voy a la cinta de correr mientras él va a las pesas. No hablamos entonces tampoco. A las siete después de dos horas de ejercicio paramos.
-Bueno, ¿cuánto tiempo llevas haciendo ejercicio?
-Unas dos semanas. 
-¿Y cuánto has adelgazado?
¿En serio me estaba preguntando eso? Yo no me siento cómoda hablando con chicos para que ya él me pregunte sobre mi peso. 
-Hoy me tengo que ir a pesar. No lo sé. La última vez había perdido siete kilos. 
-¿Quieres qué- se lo piensa antes de continuar- acompañe?
¿Acompañarme a pesarme? ¿Está de broma?
-No sé. Lo que quieras. 
-Genial, me ducho y vamos. 
Estoy flipando. Nunca me he duchado en las duchas de aquí pero bueno, siempre hay una primera vez, ¿no? 
La ducha estaba fría para mi gusto pero bueno, no está mal. Estamos en el coche. No hablamos. No sé de que podemos hablar pero si él no saca tema será porque no querrá hablar. Llegamos a la farmacia donde me peso.
-¡Hola Chelsea! ¿Vienes a pesarte? Suerte- dice la mujer de la farmacia. 
-Sí, gracias Martha. 
Estoy temblando. Subo a la báscula. Sesenta kilos con noventa. Salto de la báscula y abrazo a Logan. 
-¡Enhorabuena!- me dice sonriendo. 
-Chelsea, es es mucho para perder en una semana. Deberías ir más despacio. No es sano perder tan rápido-dice la señora por detrás.
-Señora, no amargue la fiesta, ¿quiere?- se me adelanta Logan.
Sé que estoy perdiendo kilos muy rápido pero no es aposta. Como bien y hago mucho ejercicio. Logan me lleva a casa. Esto feliz. Me despido de Logan con la mano; me da corte darle un beso. Y le agradezco lo de venir conmigo al gimnasio y acompañarme a pesarme. Entro en casa gritando que peso setenta kilos y mi familia viene a abrazarme. Estamos juntos. Mi hermana está en el regazo de mi padre y todos estamos contentos. Por primera vez ,desde hacia mucho tiempo, era feliz.