23 de enero de 2013

¿Paraíso? No, gracias.

A

-Annie, ¿te vas mañana?-pregunta Amanda.
-Sí, pero bueno, hemos estado casi un mes juntas, no te puedes quejar- acabo de hacerle la trenza-. Además dentro de poco seguro que nos volvemos a ver. Y yo ya conoceré a Taylor Swift y te la presentaré.
-Eso no estaría mal- se ríe. 
-Annabelle, me parece que deberíamos irnos. Y también creo que deberías ver esto- dice Ronald sonriendo. Me entrega un periódico. 
¿Nueva super estrella?
Se rumorea que hay una nueva cantante por la ciudad de París. ¿Podrá esta chica convertirse en todo lo que muchos sueñan? Posiblemente grabe un disco con la compañía "Impossible dreams". Ha estado dándose a conocer por todo París. Esperamos conocer un poco más a fondo a esta chica de Londres. ¿Creen ustedes que tendrá futuro? Apostaría a que sí por los comentarios que han llegado a mi oídos. 
Grito. No puedo creerlo. ¡HE SALIDO EN EL PERIÓDICO! Me abrazo a Amanda y saltamos abrazadas. Después voy corriendo a besar a Ronald. Me coge en volandas. 
-Ahora, si se me permite, me gustaría reclamar a mi novia- dice Ronald mirando a Amanda. 
Sigo sin acostumbrarme a que me llame novia. Nadie lo había hecho desde hacía años. 
-Ya, claro. Cosas de novios- pone los ojos en blanco y se va. 
-¿Me reclamas?-acerco mis labios a los suyos.
Asiente. Junta sus labios con los míos y me besa. 
-Eres mía, ¿no?
-Sí, y tú mío, ¿no?
-Desde el momento en que nos conocimos. 
-Bien.
Nos cogemos de la mano y paseamos por las calles de París. Compro cosas a mi hermano, a mi madre, a Cecilio, a mi padre, a Chels. 
-Annabelle, me voy un momento. Quédate aquí. No te vayas. ¿Podrás?
-Claro. Si no tardas. 
-No te preocupes- su sonrisa es imposible de no ver.
Se va. Me quedo mirando los souvenirs. Espero unos minutos, impaciente, hasta que alguien me tapa los ojos por detrás. 
-¿Ronald?-pregunto cautelosa.
-Más o menos-dice una voz femenina que conocía tan bien como la palma de mi mano.
Me giro gritando y saltando. Ambas lloramos, nos abrazamos y saltamos. 
-¡No puedo creer que estés aquí!-grito. 
-¿Pensabas qué me había olvidado de ti?
-Vaya, estás... estás... impresionante-balbuceo.
-Bueno, te fuiste hace un mes, no sé que pensabas. 
Su cuerpo era un silueta. Parecía una modelo. Sus asombrosos ojos marrones se veían más grandes, al igual que todas sus facciones. 
-Dios, te he echado tanto de menos- la vuelvo a abrazar.
Sonríe.
-Me parece que hay novedades...-mira a Ronald. 
Suelto una risa tonta. 
-Bueno, sí, hay noticias- me cojo la barriga. 
Se pone blanca. 
-¿Qué?
-¡Es broma! Es broma...- me río.

-Oh, idiota... 
-Bueno, señoritas, creo que yo me voy a ir. Así tenéis una tarde de chicas- informa sonriente Ronald.
Deposito un beso en sus labios y a continuación se va de la tienda.
-Y bueno, ¿qué hacemos?
-¿Ir de compras?
-No, quiero pasar una tarde con mi mejor amiga decente. No comprando idioteces.
-Ay, por una vez que puedes ir por París de compras. 
-Dios Annie, sabes que no me gusta nada ir de compras. Es deprimente para mí. 
-Pero vamos a ver, ¿tú te has visto? ¿cuánto pesas? 
-Cincuenta y ocho- responde orgullosa. 
-¿¡Cincuenta y ocho?! ¡Si mides uno setenta!
-¿Y? Estoy en mi peso, tal vez debería perder un poc...
-¡No! ¡Estás loca! ¡No!
-Peso unos diez kilos más que tú. 
-¡Y yo mido uno sesenta!
-Es verdad que tú eres una enanita. 
-Idiota...
Me abraza. 
-Bueno, ¿entonces? ¿Qué hacemos? 
-Yo tengo hambre. 
Chelsea pone rueda los ojos y dice:
-Anda, llévame a una cafetería.  
La llevo por París. Llegamos, no sé como, a una cafetería y nos sentamos. 
-Y tú qué, ¿qué tal por allí? ¿novedades?
-Bueno, pues la verdad, lo único que ha pasado ha sido un tontería.
-Cuenta ¡ya!
-Verás, el día que te fuiste tuve una cita con un chico, Chris...
-¿Chris! Pf- estallo en carcajadas. 
-¿Para ya?
-Sí, sí, perdón- digo reprimiendo la risa. 
-Bueno, me pidió que nos besáramos pero...
-¿Te besaste con él? ¿Qué es lo siguiente? ¿Hacer tabletas de chocolate con mierda y bebernos nuestro pis?
-Ag, ¡cállate Annie! ¡No nos besamos! Me pidió que me pusiera un condón en la lengua...- murmura. 
Mi risa se intensifica y no puedo guardármela para mí. 
-¡Un condón en la lengua! Ay que me da algo. ¿Entonces qué se pondrá abajo? ¿Papel film? 
-¡Annie! ¡Cállate! 
-Per-perdón- continuo mi ataque. 
-Ay, Annie eres irritante... 
-Gracias, yo también te quiero. 
Le doy un beso en la mejilla. 
-Bueno, ¿me dejas acabar?
-Ah que hay más...
-Sí... Me fui corriendo y me encontré a Logan.
Trago saliva. Me había olvidado por completo de él. Ni siquiera le dije cuando me iba. 
-Oh dios...
-Sí, está enfadado, al igual que enamorado, absoluta y completamente de ti. 
-¿Te lo ha dicho? 
-Sí, Annie, hemos estado todos los días juntos. Hemos hablado de muchas cosas. 
-¿Cómo de qué?
-Annie, no te lo voy a decir.

-¿Os habéis enrollado?
-¡No idiota! ¡Ya te he dicho que está enamorado de ti!
-Vale, vale. Tranq.
-Bueno, y ya. Eso he hecho. Ejercicio y Logan.
Vuelo a reírme. Su cara de frustración muestra que sabe que estoy pensando.
-¡Te has dedicado a Logan! Chelsea y Logan sentados bajo un árbol. Se dan besitos- canturreo y gestifico besos.
Chelsea me pega en el brazo.
-¡Para!
-Vale, jope, me has hecho daño eh.
-Oh, se me había olvidado lo frustrante que eras...
Hago un sonrisa artificial y llamo al camarero. Este acude.
-¿Qué desean?
-Ammm, yo tomaré unas costillas.
-Yo una ensalada, por favor. La que esté más buena, me fío de ti.
El camarero le guiña un ojo y se va.
-Chelsea, ¿acabas de coquetear con el camarero?
-¡No!
-¡Sí!
-¡Annie! ¡No!- hace una pausa- ¿Y tú qué? ¿Qué has hecho por París?
-Pues bueno, el primer día Torre Eiffel y...- me recorre un escalofrío todo el cuerpo- lo demás no es importante. El segundo día Ronald me llevo a DisneyLand y luego fui a cantar a una boda. Tercer día estuvimos en casa de su hermano y por la noche fuimos a un local...
-Vale, no hace que me cuentes todo. ¿Cómo es que Ronald y tú...?
-Me besó en lo alto de la Torre Eiffel.
-Eso es muy... cursi.
-¿Quién ha dicho que a mí no me guste lo cursi?
Noto que fuerza una sonrisa. Traen la comida y nos la comemos mientras hablamos. A las dos vamos a mi hotel y allí encontramos a Ronald trabajando con su portátil.
-Hola pequeña- saluda-. Hola Chelsea.
-Hola señor Knoxville.
Me tiro encima suyo y le doy un beso.
-Chelsea, llámalo Ronald.
Me siento en sus piernas y aparto su portátil.
-¿Eso no lo tendría que decir yo?- pregunta Ronald con una sonrisa divertida.
-Teniendo en cuenta que eres mío puedo hacer lo que quiera contigo, ¿no?
Se ríe y no contesta.
-Bueno, mmm, ¿qué hacemos?- cuestiona Chelsea un poco nerviosa.
-Podemos quedar con una amiga.
-¿Tienes una amiga aquí?
-Claro, se llama Dulce.
-¿Sabe hablar inglés?
-Pues claro tía, ¿qué crees qué es analfabeta?
-Vale, eh, tranquilízate.
-Su familia es de Bradford.
-Ah. Bien.
-¿Quieres o no?
-No sé, Annie, no la conozco.
-Vamos, ¡será divertido!
Asiente y cojo el móvil de Ronald y busco en la agenda a Dulce.
-¿Dulce?
-¡Annie! ¿He oído que mañana me abandonas?
-Bueno, vendré por aquí supongo. ¿Quieres venir conmigo y una amiga por ahí? 
-¡Claro! ¿A qué hora quedamos? 
-Bueno, si quieres a las cuatro vamos a por ti. 
-Genial, nos vemos Annie. 
-Adiós Dulce. 
-¿Habéis quedado con Dulce?- pregunta Ronald con el ceño fruncido.
-Síp, ¿por?
-Creía que tenía que cuidar a Arnold.
-Oh por Dios, Ronald, no es ni su novia. Es su rollo.
-Annabelle, me da igual. Se suponía que...
Le interrumpo con un beso.
-Me parece que nos tenemos que ir. Hasta luego.
-¿Venís a cenar?
-No creo.
Salimos por la puerta y Chelsea me dice:
-No he entendido nada. ¿Quién es Arnold?
-Es su hermano. El idiota.
-¿Y Dulce es su novia?
-¡No ¡No! Ella es la chica que trajo el otro día a casa de Louis.
-¿Louis?
-El otro hermano.
-Ah, claro.
A las cuatro y cinco la estamos esperando en la puerta de su casa. Aparece y nos abrazamos.
-Hola, soy Dulce, ¿tú cómo te llamas?- dice Dulce dirigiendose a Chelsea.
-Yo soy Chelsea, encantada. Pasamos la tarde por ahí. Parece que Dulce y Chelsea se llevan realmente bien. A las siete me despido y las dejo solas. Quería ver a Ronald. Voy en un taxi al hotel. Subo a la habitación y me encuentro a Ronald en la misma posición que le dejé.
-¿No piensas hacer nada hoy?
-¿Annabelle? ¿Qué haces aquí?
-Quería verte- deposité un beso en sus labios-. ¿Acaso  no puede una novia estar con su novio?
Aparta su portátil y me acuesto en su pecho.
-Annabelle, ¿quieres venirte a vivir conmigo?
La pregunta me pilla por sorpresa.
-Ro-ro-ronald, estoy ya viviendo contigo.
-No, no me refiero a eso. En un año, tú y yo. Juntos en Nueva York. Cuando todo esto esté acabado.
Estaba paralizada. Claramente no pensaba que Ronald pensase ya en eso. Nunca suelo pensar en el futuro. Más que nada para luego no decepcionarme porque los planes no salen como yo quería. Una año era un gran plazo de tiempo. ¿Y si no estábamos juntos?
-Yo... no sé. A mi me encantaría pero no sabemos si quiera si vamos a estar juntos...
-Lo vamos a estar. Estoy seguro.
-Ronald... Sabes que no me gusta hacer planes...
-¡Annabelle eres tan inmadura!
-¡Ronald! ¡Tengo dieciocho años! ¡No pretendas que piense en casarme y todo eso!
-¡No lo entiendo! ¡La mayoría de la mujeres presionan a los hombres para vivir juntos y todo eso!
-¡Pero yo no soy como las demás! ¡Creía que ya lo sabías!
Me reincorporo bruscamente para poder verle mejor.
-Annabelle, sé que eres diferente, pero yo quiero ir en serio contigo y tú, cuando te lo digo, es como si te echarás para atrás- se calma un poco.
-Ya sabes como soy. No me intentes cambiar.
-Yo no te quiero cambiar. Sólo quiero que madures un poco.
-¿¡Qué madure?! A lo mejor deberías volver con una de tus ex's que seguro que son más maduras que yo. ¡¡Tal vez deberías llamar a Megan para irte a vivir con ella!!
-¡Annabelle! ¡Ya te he dicho que ella es de mi pasado!
-¡Sí! ¡De tu pasado pero luego te sigue llamando!
-¡Annabelle es simplemente una ex-novia! ¡No siento nada por ella!
-¡Es tu ex-novia!- bufo- ¡Y dices que sientes nada por ella! ¿Tu olvidas así de fácil? ¿Eso quiere decir qué si yo me voy ahora te olvidarás de mí así de fácil?
-No, Annabelle, no saques las cosas de contexto.
-Oh, claro. Dices que no evite los problemas. Contesta.
No contesta. La rabia y la tristeza recorren mi cuerpo y repentinamente me levanto y salgo corriendo. Noto su mano rozar la mía pero no me detengo. No entiendo ¿qué esperaba que hiciese? ¿Qué me quedará quieta mientras él no me decía nada? Ambos sabemos que  es pronto para toda esa mierda. Y ni siquiera estamos enamorados, ¿no?
Paseo por las calles de París. Sola.
-¡Annabelle! ¡Espera!- oigo gritar a mis espaldas.
No me detengo. No quiero hacerlo. ¿Por qué no ha contestado? Mis ojos lagrimosos no saben a donde voy. Yo no tengo la culpa de que no me guste planearlo todo. Prefiero vivir el momento. Su mano agarra mi brazo y me gira hacia él chocandome contra su pecho. En la calle todos nos miran.
-Ronald, suéltame. No quiero montar una escena. Suéltame.
-No, Annabelle, yo... Yo no he...
Consigo soltar mi brazo y vuelvo a escapar corriendo sin embargo algo me eleva y me coloca encima de sus hombros. Pateleo intentando que me suelte pero mi intento es nulo.
-¡Ronald! ¡Suéltame!- grito con todo el aire de mis pulmones- ¡Bájame ya!
Ronald para en seco y una voz de un hombre dice:
-Disculpe, debería soltar a la chica. No quiere que la lleve con usted.
Suspiro aliviada cuando mis pies tocan el suelo.
-Ella es mi novia- contesta Ronald con voz educada.
Bufo. No tengo claro si sigo siendo su novia.
-A mí no me parece que un novio tenga que coger a su novia así y llevarla en contra de su voluntad a ningún sitio.

 La discusión sigue. Es mi momento. Salgo corriendo de nuevo. Esta vez Ronald no me sigue. Llego a una calle desconocida, como todas las demás y entro en un bar. Es un bar normal. Lleno de universitarios. Me siento en la barra y pronto uno se siente a mi lado.
-¿Estás bien, chica?- pregunta.
-S-sí.
-Yo no estaría tan seguro, ¿problemas en el paraíso?
Asentí. No me importaba a quién contarle mis problemas simplemente quería olvidar.
-¡Jamie! ¿Vienes o qué?-grita un chico que está junto a un grupo de chicos y chicas.
-¿Vienes?- al ver mi expresión indecisa añade- No mordemos. Sólo para olvidar.
Me tiende la mano y la cojo. Al fin y al cabo, lo único que yo quería era olvidar esa desastrosa peteción que me acababa de hacer Ronald y había acabado tan mal.
-¿Y esta chica?
-Se llama...- me mira esperando una respuesta.
-Annie.
-¡Annie!- gritan todos al unísono.
-Bueno, verás, aquí todos hemos venido para evadirnos de nuestros exámenes y esas mierdas. Así que para eso tenemos un juego- me explica uno sonriente.
-¿Un juego? ¿Qué tipo de juego?
-No te preocupes, no vamos a enrollarnos.
Sonrío por el comentario.
-Aunque si tú quieres...-añade un chico muy alto.
-Aiden...- le riñe Jamie.
Aiden levanta las manos como disculpa.
-Bueno, a ver, el juego se basa en cuantos chupitos tomemos. El que no se beba más de dos tiene que bailar con una o uno que elijamos los demás, sensualmente- levanta las cejas-. El que no beba más de seis tiene que besar a cinco personas que... digamos que no son agradables a la vista- asiento y continua-. El que no beba más de diez... tendrá que acercarse a una o uno y le dirá que si puede sujetarle el pito mientras mea o subirle la falda.
-Llevo pantalones...- replico.
-Pues bajarte los pantalones. Bueno, y por último, el que no beba más de quince tendrá que bailar en la barra y desnudarse, ¿lo has pillado todo, preciosa?
-Sí. ¿Cuándo empezamos?
-Mmmm, eres atrevida eh. Veremos hasta cuanto puedes llegar...
-No me subestimes, tengo experiencia.
Y la tengo. Más de lo que él puede llegar a imaginarse. Vamos a la barra y una chica de pelo rubio tintado con las uñas extremadamente largas y muy pechugona grita:
-¡Qué comience el juego!- agita sus caderas de
una forma graciosa y se sienta en uno de los taburetes.
Nos ponen los vasitos y Jamie cuenta hasta tres y trago con la cabeza echada hacia atrás para que el líquido ardiente pase por mi garganta. Sacudo la cabeza, librándome así del ardor, y pongo el vasito en la barra de un golpe. Hago lo mismo durante cinco rondas. Nadie aún se ha rendido y mi cabeza ya empieza a dar vueltas. Con el número siete hay dos que ya se han retirado, dos chicas. 

CHELSEA.

Llegaba la hora de llegar. No veía el momento de estrechar entre mis brazos de nuevo a mi mejor amiga. Bajo del avión y cojo un taxi. Nunca he estado tan emocionada. Cuando llego a la dirección donde me dijo Ronald pago al taxista que me guiña un ojo al salir. Ronald está esperando. Está diferente de como lo recordaba, parecía... feliz. 
-¡Chelsea! Me alegro de verla. Annabelle está dentro. 
Me da un abrazo, gesto raro en el Ronald que había visto otras veces. Me metí en la tienda y encontré a Annie mirando unas cosas. Voy sigilosa y le tapo los ojos. 
-¿Ronald?- pregunta ella. 
-Más o menos. 
Se gira bruscamente y nos abrazamos. La echaba tanto de menos. 
-¡No puedo creer que estés aquí!
-¿Pensabas qué me había olvidado de ti?
-Vaya, estás... estás... impresionante.
Incluso aunque no me lo creía, resultaba agradable a mis oídos oír eso. Es mejor omitir mis problemas alimenticios de momento... No quiero reprimendas ahora. 
-Bueno, te fuiste hace un mes, no sé que pensabas. 
Comemos las dos juntas. Sabía perfectamente como iba a reaccionar a todo lo que le contaba. Lo de que me haya pasado el mes con Logan no parece haberle afectado mucho. Él verdaderamente está enamorado de ella. Podrían tener una historia bonita juntos, sin embargo, Annie prefiere al hombre de veintitantos años, rico y increíblemente atractivo. Después de comer vamos a su hotel donde encontramos a Ronald trabajando. 
-Hola pequeña- saluda Ronald-. Hola Chelsea.
¿Cómo le llamo?
-Hola señor Knoxville.
Annie se coloca encima suyo.
-Chelsea, llámalo Ronald.
Su exceso de afecto me resulta un poco incómodo...
-¿Eso no lo tendría que decir yo?- pregunta Ronald.
-Teniendo en cuenta que eres mío puedo hacer lo que quiera contigo, ¿no?
¿Y ahora yo qué digo?
-Bueno, mmm, ¿qué hacemos?- rompo el silencio. No me gusta estar aquí.
-Podemos quedar con una amiga.
-¿Tienes una amiga aquí?
-Claro, se llama Dulce.
-¿Sabe hablar inglés?
-Pues claro tía, ¿qué crees qué es analfabeta?
-Vale, eh, tranquilízate.
-Su familia es de Bradford.
-Ah. Bien.
-¿Quieres o no?
-No sé, Annie, no la conozco.
-Vamos, ¡será divertido!
Asiento. La verdad es que no me apetece nada pero así hacemos algo, ¿no? A lo mejor hasta me cae bien. Estamos un rato por ahí las tres. Dulce es genial. Tiene un largo pelo castaño oscuro, al igual que su piel color café. Sus ojos negros brillan a la luz del poco sol que todavía asoma. Son las siete menos siete.
-Bueno chicas, me parece que yo me voy a ver a mi chico- dice Annie.
-¿Te vas?- pregunto. No quiero que me deje sola con Dulce, me cae bien y todo eso pero no soy capaz de quedarme con una persona que apenas conozco, sola...
-Sí, nos vemos luego. Adiós.
-Bueno, ¿hace cuánto conoces a Annie?- dice Dulce.
-Desde que se mudó a Londres.
-¿No os conocéis de siempre?
-No, ella se mudó hace unos años a Londres.
-Ah, genial.
Continuamos contándonos cosas la una de la otra. Dulce es muy divertida.
Veo salir del coche a Ronald. Frunzo el ceño. ¿Qué hace aquí? Sin Annie.
-¿Qué pasa?- pregunta Dulce mirando la cara de Ronald.
-Annabelle se ha ido. No sé dónde está.
Me levanto dando un repentino golpe a mi cadera contra la mesa.
-¿Cómo qué se ha ido?- grito más que pregunto exaltada.
-Tuvimos una pelea y se fue. La intenté seguir pero no sé donde está.
Mi estómago se estremece. Tanto como Ronald y yo sabíamos que a Annie no se le daba muy bien orientarse y menos por París.
-¿Tienes idea de dónde puede haber ido?- intenta relajarnos Dulce.
-No, se fue corriendo- Ronald se pasa la mano por el pelo.
-Chicos, me encantaría ayudar pero ahora yo me tengo que ir. Tengo que ir a cuidar a mi abuelo al hospital, lo siento muchísimo. Informarme en cuanto sepáis algo- dice Dulce recogiendo sus cosas y pidiendo un taxi.
¿Otra vez sola? ¿Y encima con Ronald? Como mis uñas.
-Eres gilipollas- es lo único que sale mi boca. Mierda, ¿por qué le he dicho?
-Lo sé.
¿Lo sabe? ¿Cómo qué lo sabe? No le contesto y me dedico a pensar en dónde puede estar Annie.
-Puede que haya vuelto al hotel- digo fría.
-No, he ido a ver antes.
¿Ha ido antes? ¿Se refiere a qué se ha ido hace tiempo? ¿Ya ha estado buscándola? ¿Y por qué se ha ido?
-Bueno, ¿dónde podría estar? No creo que conozca muchos lugares aquí. 

-No lo hace. Eso es lo que me preocupa. 
Ronald está realmente serio y preocupado. No la he visto así.  Creo que sabe tan bien como yo que Annie no está bien sola. 
-Tenemos que empezar por algún sitio. No creo que haya ido muy lejos del hotel...- 
Por su propio bien. Vamos en coche en silencio y mirando cada remoto lugar que pasamos examinando que Annie no esté ahí. Llegamos al hotel. Ronald sube a comprobar que no ha vuelto y mientras tanto yo me recojo el pelo en una coleta. Baja con negando con la cabeza. 
La pregunta de qué pasó realmente me está rondando todo el rato la cabeza. Annie era muy impulsiva pero no saldría así como así por un sitio que apenas conoce. Subimos de nuevo al coche. El no encontrarla se me hace horrible. Paseamos por calles, bares, restaurantes... nada. Estoy nerviosa y Ronald también, no se para de mover y tocar el pelo. Me armo de valor y le pregunto:
-¿Qué ha pasado? ¿Por qué se ha ido?
Su cara se gira hacia mí posando sus profundos ojos en los míos. Me siento incómoda. 
-Le pedí que se vieniera a vivir conmigo- responde fríamente-. Un terrible error. 
La verdad es que sí. Annie no es de compromisos pero... ¿reaccionar así por eso? Prefiero no preguntar. 
 Llevamos ya dos horas de búsqueda interminable. Entramos en un bar y veo a una chica de pelo rubio bailando... de forma bastante... desmesurada con dos chicos. Miro a Ronald. Mierda, ya está yendo a por ella. Me quedo observando desde mi lugar. Él le coge del brazo pero ella se suelta. Éste la vuelve a coger pero ella se resiste. Annie le está gritando. Creo que tengo que ir ya. Me acerco y aparto a Ronald y a Annie. Annie huele muchísimo. 
-¿Ch-ch-chelsea? ¿Qué haces aquí?- mira a Ronald y después me vuelve a mirar- No deberías haber venido. 
Se lanza a mis brazos, más bien, se cae. 
-Creo que deberíamos llevarla al hotel- le digo a Ronald.
Asiente y coge a Annie. 
-Perdón pero... esta chica ha venido por problemas en el paraíso. No creo que quiera volver al paraíso, de momento- nos dice un chico arrastrando las eses. 
-Ya... Perdón me la voy a llevar- se limita a contestar Ronald. 
Vamos fuera y Annie se libera de los brazos de Ronald y le pega en el hombro. 
-Annie, ¿qué haces?- le pregunto acercándome un poco a ella. 
-Es tonto. 
-Annabelle, no, no podría- Ronald la mira a los ojos. 
No entiendo nada y me parece que Annie tampoco, va demasiado borracha para entenderlo. La llevamos a casa y Ronald se mete con ella en el baño mientra vomita. Yo me cambio y me pongo el pijama. Oigo gritos en el baño y abro la puerta. 
-Chelsea, no quiero pasar la noche con él. ¿Dónde vas a estar tú? 
Yo no sé que contestar. Yo me quedo a dormir en la habitación de al lado pero no sé que contestar.
-Déjalo- dice Ronald-. Ya voy yo a tu cuarto. Quédate tú con ella aquí. 
Asiento y Ronald se va cabizbajo a su cuarto. Le pongo a Annie el pijama y la tumbo en la cama.
-Annie, ¿qué ha pasado?
-No me ha contestado.
¿No le ha contestado? ¿Qué quiere decir?
-¿A qué? 

-A si me olvidaría así de fácil como a Megan. 
A eso se refería Ronald antes. "No, no podría". ¿Se lo recuerdo ahora? No, posiblemente mañana no se acuerde. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario