10 de febrero de 2013

Dejar cosas atrás.

A


Las patadas en mi estómago me causaban nauseas. Quería salir de ese horrible lugar. Mi boca sabía a sangre.
-Para, por favor- supliqué.
-¿Quieres que pare?- dijo el horrible hombre.
-Por favor- dije mientas mis mejillas estaban húmedas de las lágrimas que había derramado.
-¿No quieres que te pegue? 
-No, por favor. 
Su mano agarró mi pelo y estiro, arrastrándome por la habitación hasta el colchón.
-Entonces hagamos otra cosa- se río.
-No, no, no, te lo ruego, no por favor- supliqué mientras mi llanto se hacía más fuerte. 
-¡Annabelle! ¡Annabelle!- me sacude- ¡Despierta por favor!
Abro los ojos y me encuentro a Ronald. Su cara de preocupación esperando mi respuesta me rompe el corazón. Me lanzo a sus brazos y limpio mis lágrimas en su camiseta.
-He tenido otra pesadilla.
-Joder, Annabelle, ¿seguro qué no te acuerdas de la cara de ese hombre?
Niego con la cabeza. Creo que mi cerebro me he bloqueado ese recuerdo. 
-Ronald, por favor, abrázame.
-Annabelle...- sus brazos me rodean.
Llaman al timbre y Ronald va a abrir la puerta. Oigo voces en el salón pero me quedo observando las preciosas vistas que hay. Ronald vuelve pasándose las manos por el pelo. Parece preocupado.
-¿Qué pasa?
-Arnold ha tenido un accidente, no ha salido con vida...
Mi corazón se estremece. Le doy un abrazo.
-Ronald, yo... lo siento. ¿Dónde está?
-Aquí. Estaba viniendo a visitarnos.
Vuelven a llamar a la puerta. Ronald frunce el ceño y va otra vez a abrir la puerta, esta vez le acompaño.
-Ronald, tengo que dejarte con Eleanor, es urgente- dice Megan.
-Últimamente todo es muy urgente. Yo hoy no me puedo quedar con ella.
-¿Por qué?
-Eleanor, ¿quieres venir a dejar las cosas a tu cuarto?- intervengo.
La niña se acerca con su mochila y vamos a su cuarto.
-¿Sabes qué? Tengo una nueva muñeca. Se llama como tú- saca una muñeca rubia que tiene cierto aire a mí.
-Vaya, es preciosa. Se parece mucho a mí.
-Sí.
Megan y Ronald aparecen en la puerta.
-Cielo, me parece que te vas a tener que venir conmigo- dice Megan, suena un poco deprimida.
-Yo me puedo quedar con ella- digo.
Ronald me mira un poco extrañado.
-¿De verdad?- pregunta Megan.
Asiento. 
-Yo me tengo que ir ya- dice Ronald.
Me da un beso en la frente y lo repite con Eleanor y se va.
-Me parece que yo también me voy a tener que ir...
-¡Espera! ¿Puedo hablar contigo?
-Claro.
Me levanto y voy con ella al salón.
-¿Qué pasa? ¿Por qué siempre te tienes que ir con tanta prisa?
-No es por nada- sonríe superficialmente.
-De verdad, puedes decírmelo.
-No es nada, en serio.
-Soy una chica, sé cuando pasa algo y cuando no.
Cierra los ojos y los aprieta.
-Si te lo digo... no se lo digas a Ronald, por favor, no ahora.
-Esta bien. Confía en mí.
-Tengo cáncer.
-¿Ti-ti-tienes qué?- balbuceo.
-Cáncer. Está muy avanzado. No quiero pasarme lo que me quede en un hospital.
-¿A-a-avanzado? ¿No-no puedes hacer nada?
-Podrían hacerme una operación y extirpar el tumor pero no saben si funcionaria y no quiero desperdiciar mi tiempo.
-¿No crees que aunque allá un mínima posibilidad deberías hacerlo?
-No quiero, prefiero vivir ahora que puedo.
-¿Y para qué vas al hospital?
-A veces el dolor es demasiado bueno, voy a por calmantes.
-N-no lo entiendo. ¿No te vas a operar por qué quieres vivir el momento?
-Sí.
-¿Y no consideras eso un poco egoísta por tu parte?
-Sí, pero no quiero que nadie lo sepa. Por favor no se lo digas a nadie.
-No, no se lo voy a decir a nadie. Es algo que tienes que hacer tú. Tener cáncer es...
-¿Tener qué?- oigo la voz de Ronald a mis espaldas.
Me giro bruscamente.
-Nada- digo.
-Annabelle, acabo de escucharlo. No lo niegues. ¿Qué pasa?- dirige su mirada a Megan.
-Ronald, por favor, no te enfades.
-Megan, explícamelo. ¿Quién tiene cáncer?
-Yo, Ronald, yo tengo cáncer. Pero pronto lo dejare de tener.
-No se va a tratar- interrumpo.
-¿¡Cómo que no te vas a tratar!?- grita Ronald- ¿¡Vas a dejarte morir?!
-Es más complicado.
-¡No, no es más complicado! ¡Explícame por qué no te vas a tratar!
-Ronald, tú no lo entiendes.
-¡Claro que no lo entiendo! ¡No comprendo que te puede llevar a no intentar salvarte!
-Está demasiado avanzado.
-¡Me da igual!
Megan empieza a tambalearse. ¿Qué le pasa?
-Ronald, para, creo que le pasa algo.
-¡Megan!- chilla éste antes de que Megan caiga al suelo.
-Ronald, llama a una ambulancia- digo intentando sonar tranquila.
Asiente y llama a la ambulancia. Cuando llega cojo a Eleanor y nos vamos todos en la ambulancia.
-¿Qué le pasa a mamá?- le pregunta a Ronald.
-Nada, pequeña. Le ha dado un mareo. Llegamos al hospital y esperamos en la sala de espera. Ronald nervioso y Eleanor jugando conmigo y su muñeca. Pasan horas hasta que aparece una enfermera. No tiene expresión en la cara hasta que mira a Eleanor. Entonces su cara se vuelve doliente. Como si le supiera mal. Es ahí cuando me doy cuenta de que Megan... está... Ronald tambien se da cuenta y tensa sus manos.
-Señora enfermera, ¿sabe dónde está mi mami? ¿Está bien?- pregunta Eleanor.
-Am...- empieza ésta.
-Eleanor, mamá se ha ido.
Los ojos de la niña se llenan de agua.
-¿A dónde?
-Se ha ido lejos. Muy lejos.
-¿Al cielo?
Oh, no puedo con esta escena. Rompo a llorar.
Ronald asiente y Eleanor se tira a sus brazos. Sus sollozos se oyen por toda la sala. La enfermera mira al suelo.
Vamos a casa. Eleanor y yo nos vamos a la cama y Ronald se va a por el cuerpo de Arnold. Dos muertes en un día. Ronald ha perdido mucho desde que estoy con él. A su hermano, a Megan, casi muere cuando me secuestraron.
Flashback
Estaba dando puñetazos contra la puerta. Mis ojos rojos de llorar y mis nudillos sangrando de tantos golpes que había dado. En dos horas o estaría con Ronald o muerta. No tenía más. Había sobrevivido a todo para acabar muerta en un secuestro exprés. Pronto todo el mundo se habría olvidado de mí. Pronto estaría muerta. Oí el pomo de la puerta moverse y me arrastré por el suelo hasta la otra punta de la habitación. En ese momento aparecieron los hombres que me había secuestrado. El más robusto dio un puñetazo contra pared.
-¡Joder!- gritó.
-Tranquilo, seguro que conseguimos el dinero. He oído que el hombre está demasiado enamorado para hacer nada que la ponga en peligro. Quién sabe qué tiene está zorra que nos va a conseguir cinco millones de dólares.
Me cogió de la barbilla y le escupí.
-No me toques- le dije.
-La gatita se enfada. ¿Qué debes tener entre las piernas para qué el chaval esté tan enamorado de ti?
Fin Flashback

Yo no le he traído más que desgracias. A lo mejor está mejor sin mí. Yo no le he hecho ningún bien.  Si me voy tal vez todo vuelva a mejorar para él. Sin darme cuenta estoy recogiendo mis cosas y guardándolas en un pequeña maleta. Beso a Eleanor en la frente y escribo una nota.
"No soy buena para ti. No he hecho más que traerte desgracias. Eternamente tuya, Annabelle."
La dejo encima de la mesa y abro la puerta. Las lágrimas brotan de mis ojos sin parar pero he de hacerlo, aunque todos mis sueños se desmoronen y pierda al hombre de mi vida. No soy buena para él. Pronto encontrara a alguna mucho mejor que yo. Salgo y bajo. Llamo a un taxi para ir al aeropuerto. Cojo billetes para el primer avión a Londres. Sale en tres cuartos de hora. Esta vez viajo en turismo. Subo al avión un poco asustada. Me siento en mi asiento, mucho más incómodo que los de primera clase. Al lado tengo a un chico de mi edad más o menos. Tiene el pelo castaño y unos ojos color verde preciosos.
-Hola, soy Brody, encantado- dice tendiéndome la mano.
-Annie.
-Tienes los ojos rojos e hinchados, ¿estás bien?
-Sí, gracias- contengo mis lágrimas.
-De verdad, puedes confiar en mí. No creo que soporte siete horas sin ninguna distracción más que el llanto de ese niño- mira atrás.
Me río.
-¿De dónde eres?
-De la gran ciudad.
-¿Y para qué vas a Londres?
-Oxford. Soy un cerebrito. Que le vamos a hacer.
-¿Tienes una beca?
-Sí. En medicina.
-Vaya, sí que eres un cerebrito- suelto una carcajada.
-Adivino, tú eres de Londres.
-Bueno, sí. Más o menos.
-Uy, ¿en que he fallado?
-Nací en Playmouth.
-Oh, vamos, ¿en serio? ¿Por eso no eres londinense?
-Oye, soy londinense. No te equivoques.
-Aclárate, Annie. O eres de Londres o no.
-Dejemoslo. ¿Tienes piso allí?
-He alquilado uno, con unos de la misma universidad. ¿Por qué lo dices?
-Guay, porque yo no quiero volver a mi casa.
-¿Quieres venir a vivir con nosotros?
-No, da igual, gracias.
-Oye, ¿estás bien?
-¿Por qué lo dices?
-Porque tu pierna se está moviendo a la velocidad del rayo.
-Ah, es que tengo fobia a los aviones.
-Oh, ¿quieres que te dé un truco?
-¿Tienes un truco?
-Si, mira, cuando vas en el avión piensa que si pasa algo, morirás al lado de un chico muy guapo.
-Oh- le pego en el hombro-. ¡Eso lo único que hace es ponerme más nerviosa!
-Oh venga, estaba de broma. No creo que pase nada.
-Ya, ya veremos.
-Bueno, si pasa algo, moriré al lado de una chica preciosa. No me puedo quejar, quizá, incluso la gente piense que eramos novios.
Pasamos todo el vuelo hablando. Brody es interesante y muy listo. Llegamos a Londres.
-Bueno, yo me voy a dar una sorpresa a mi familia. Adiós, encantada de conocerte.
-Hey, ¿no me das tu número de teléfono?
-Ummmm, no. Dame tú el tuyo. Así no tendrás que preocuparte que si quiero algo te llamaré yo.
Me da su número en una tarjeta y nos despedimos. Voy a llamar un taxi pe   ¿Por qué he tenido que hacer esto? ¿No podría haberme enamorado de Logan o otro chico de mi edad? 
-¿Annabe?
Me giro y encuentro a Dave. Que sorpresa más agradable...
-¿Qué haces aquí, Dave?
-He llegado de un viaje a Costa Rica. Deberías ir. Te lo pasarías bien.
-No, gracias.
-Annabe, ¿estás bien?
-Sí, perfectamente.
-Espera, ¿y tu novio?
-Me tengo que ir a casa.
Me niego a llorar delante de él.
-Lo siento. Pero era un poco mayor para ti.
Mi única reacción es pegarle un bofetón.
-Déjame en paz. Me voy a casa.
-Por favor. La merecía. Merezco esa y otras muchas más pero por favor. Déjame hablar contigo.
-Dave, ¿qué no entiendes? No quiero ni verte. Me hiciste mucho daño. Fuiste mi primer amor. Mi primer enamoramiento. Me tuve que mudar porque todo el mundo se enteró y todo me recordaba a ti. No te mereces ni mi mirada.
-Lo sé, ¿vale? No sé por qué hice eso. Fui un idiota.
-Un gilipollas.
-Pero me dí cuenta de que estaba enamorado de ti, cuando me fui. No ha habido otra chica desde que estuve contigo. Sigo enamorado de ti. Por favor, dame una oportunidad.
-Dave, me da absolutamente igual. No puedo volver a confiar en ti.
-Annabe, las personas cambian. Yo también he cambiado.
-No me llames Annabe. No me hables. Déjame.
No puedo contener más las lágrimas y cojo un taxi.
Flashback
Estaba temblando por lo que acababa de pasar cuando oí un estruendo.
-¡Está aquí la pasma! ¡Nos ha mentido!
-Tío, vayámonos. Si nos cogen iremos a la cárcel.
-¿Y qué hacemos con la chica?
-Dejarla aquí.
Se fueron dejándome a mí tendida en el suelo. La puerta se abrió de golpe. Vi siluetas y puede diferenciar una. Ronald. Tenía una herida en la mano. Tenía ojeras y bolsas debajo de los ojos. Se lanzo hacía mí y me estremecí al encontrar su piel helada.
-Ya está, Annabelle. Ya ha pasado todo.
Cerré los ojos y empecé a llorar. Un disparo soñó. Ronald cayó al suelo. Empecé a gritar buscando la bala.
-¡Ronald! ¡Ronald! ¿Estás bien?
-Sí, ha dado en el chaleco antibalas- respondió con la respiración entre cortada.
Suspiré y lo abracé.
Fin Flashback
Llamo a la puerta y me abre Carter.
-¿Annie? ¿Por qué lloras? ¿Qué pasa?
-Hola pequeño- le doy un beso.

CHELSEA. 


-¡Princesa!- grita Danny.
 Me besa. Me gusta de verdad tener novio. No sabía cómo era. Si descontamos las clases que le estoy dando a Diego que ponen a Danny muy celoso, todo entre nosotros va muy bien. Danny respeta que sea virgen y aunque un par de veces lo ha intentado no me ha obligado a nada, vamos, en realidad ni me ha visto ni desnuda. 

-¡Danny!- le devuelvo el beso. 

-Hoy me voy a ir por ahí a buscar paisajes, nos vemos el lunes, ¿vale princesa?

Son comunes estas expediciones en busca de inspiración.

-Vale. Adiós. 

Nos damos un beso de despida y me meto en el instituto. 

-Parece que tu Romeo está de los nervios eh- dice Carmina.

Ahora somos amigas. Es muy divertida y a pesar de ser lesbiana no ha intentado nada conmigo. Obviamente no lo iba a hacer, sólo hace falta verme para darse cuenta; no soy una chica deseable. 

-¿Qué dices? Danny se ha ido. 

-No, no me refiero a ese Romeo- mira a Diego. 

Está mirando hacia mí. Me besó hace unos días pero le dije que tenía novio aunque no parece haber cambiado de parecer. Una sonrisa se dibuja en sus labios al ver que le estoy mirando. A parto la mirada. Sigue intimidándome. Le doy clases de Lengua y no se lleva muy bien con mis padres. Piensan que es una mala influencia, pero también lo pensaban de Annie...

-Él no es mi Romeo. 

Ni lo va a ser nunca. Es demasiado... agresivo. 

-Ya, ya... lo que tú digas...

Me siento en mi sitio y saco mis deberes. Diego se sienta delante de Carmina y mío. La profesora entra y Diego se gira hacía mí.

-Palillo, ¿hoy clase?

-Mis padres se van a Londres.

Se van en el fin de semana para visitar a la familia y eso. Yo no voy. La única persona que podría hacer que volviese es Annie y no está y respecto a Logan... no quiero que me vea.

-¿Y tú?- dice en tono preocupado.

-No, yo me quedo.

Sonríe.

-Entonces alguien tendrá que cuidarte alguien...- dice pícaramente.

Me atraganto con mi propia saliva y empiezo a toser.

-No, gracias- me limito a contestar.

-¡Señor Diego y señorita Chelsea! ¡Cállense de una vez!- grita la maestra.

Bufo y vuelvo con mis ejercicios. Diego no me vuelve a hablar pero su mirada persiste en mí.

Cuando acaban las clases me voy a casa. En casa mis padres están ya a punto de irse.

-Cielo, no te olvides de que te he dejado la cena preparada. La metes en el microondas y ya- me dice mi madre.

-Que sí, mamá.

Dudo que me la coma...

-Adiós cielo, ¿estás segura de que no quieres venir?

-Segura. Adiós. Correr que perdéis el avión.

Me dan un beso y un abrazo y se van. Por fin sola. Tengo la casa para mí sola. Leo hasta las ocho menos cinco que me conecto a Skype y espero a que Annie se conecte. Aunque no lo hace.
Se habrá olvidado. La echo tanto de menos... Mejor me doy una ducha. Necesito aclararme. Me meto en el baño. Enciendo el grifo y miro mi silueta en el espejo mientras espero que el agua se caliente. No estoy bien. Lo sé. Estoy demasiado delgada. Mis piernas son de pollo. No me quiero seguir mirando así que me meto en la ducha. El agua caliente me envuelve en pensamientos. Cierro los ojos. Quiero estar delgada pero tal vez me he pasado... No quiero comer, no quiero. Quiero estar así de delgada. Me gusta. Me siento cómoda conmigo misma. No estoy tan delgada. Estoy en el peso normal bajo, ¿no? Abro los ojos para ponerme jabón. Cojo el bote jabón y aparece. Se me cae el bote y me tapo todo los que puedo con las manos y me doy la vuelta.

-¡Joder Diego! ¿¡Qué, qué cojones haces aquí?!- grito.

-Hola a ti también.

-No, hola no, fuera.

-Estás más delgada de lo que creía- me aparta el pelo de la nuca.

-Diego, vete. Vete ya.

Besa mi nuca. Cierro los ojos. Es agradable. ¡No! ¡Chelsea no! ¡Tienes novio y ni siquiera él te ha visto desnuda! Sus brazos me agarran de la cintura y me rodean. Me retuerzo.

-¿Qué te pasa? ¿A caso no te gusta?

-Diego, fuera. Como no te apartes te juro que grito.

-¿Quieres gritar?- se ríe.

Me giro con cuidado de que no me toque nada y continuo con mis manos tapando todo lo que se les permite.

-Para. No es justo. Estoy desnuda, tú no. Vete.

-¿Quieres qué me desnude?

Cierro los ojos y me giro de nuevo.

-¡No! ¡No!

-Vale, tranquila, sólo me he quitado la camiseta para no mojarla.

Abro los ojos. Aprieta su cuerpo más contra el mío. Noto su torso desnudo contra mi espalda. La tela de su pantalón mojado raspa mi muslo. Mis rodillas empiezan a fallar y siento que me voy a caer.

-Diego, vete, por favor.

-¿De verdad quieres que me vaya?

-Sí.

Su cuerpo se separa del mío. Me siento aliviada. La puerta del baño suena al cerrarse. Se ha ido.

Menos mal. No me ha visto ni mi novio desnuda y viene éste y se mete en la ducha. ¿Estoy sonriendo? ¿Soy tonta? ¡Esto ha sido casi abuso sexual! ¿Qué hago sonriendo? Él es un acosador, sí, un acosador. Además tengo un novio. Un novio perfecto. Me pinta, me hace fotos y está esperando a que esté preparada... Salgo de la ducha y me envuelvo en una toalla. Me voy a mi cuarto. Diego está tumbado en mi cama.

-Palillito, ¿qué hay para cenar?

¿No se da cuenta de que no soy de cenar mucho?

-Nada, vete.

Se levanta bruscamente y me estampa contra el armario.

-No quieres que me vaya, deja de empeñarte en eso.

-Sí, sí que quiero que te vayas.

Creo...

-Pues no me voy- me dedica una sonrisa pícara-. Porque si me voy... no cenarás y tienes que cenar.

Levanto la cabeza. Sus ojos miran fijamente a los míos. Vuelvo a bajar la mirada. Cuando me mira a los ojos siento que puede saber lo que pienso.

Tal vez tenga razón, no voy a cenar si se va, ¡pero tampoco si se queda!

-No hay cena para ti.

-Estoy seguro de que tú sabes cocinar y me harás algo.

Sé cocinar pero no le pienso hacer nada de cenar. Ni hablar.

-Lo que tú digas... ¿Me puedes soltar?

-Si no me dejas quedarme a cenar te vas a quedar en esta posición toda la noche.
No parece que se vaya a rendir. No pierdo nada... pero tampoco gano...
-Vale, seguro que hay cena para ti. Ahora suéltame.
-Como mandes.
Sonríe y se aparta. Cojo mi pijama. Estoy esperando que se vaya pero no lo hace. ¿A qué espera? ¿Cree que me voy a cambiarme delante de él?
-¿Te vas?- digo tajante.
-No- su típica sonrisa pícara aparece en su cara.
-Era una pregunta retórica.
-Ya te he dicho que no soy un estudiante muy aplicado.
Dios, es demasiado irritante. ¿No tiene familia?
-Es una pregunta que no espera contestación. Vamos, que te vayas de mi habitación.
-¿Esta es tu habitación? No es que esté muy decorada para ser de una chica normal.
-Ya.
Cuando al fin se va me quito la toalla y me pongo el pijama. Me hago un moño en mi cabello húmedo y voy a la cocina. Diego está sentado en una de las sillas de madera. Sonríe al verme.
-Estás sexy con pijama- relame sus labios.
Ruedo los ojos y saco lo que se supone que es mi cena. Es pasta. Para cenar. Genial. Hidratos de carbono para cenar, lo que me faltaba. Saco un par de platos y tenedores y me siento en la silla en frente suyo. Le tiendo el tenedor y él lo coge sin vacilar. Me mira. No sé esperando qué. No quiero comer pero sé que si no lo hago él me obligará a hacerlo así que meto el tenedor en mi plato y pincho unos macarrones. El chico sonríe e imita mis movimientos. Sigo comiendo. La cena transcurre en silencio, bastante incómodo para mí. Creo que no puedo más. He comido más de lo que suelo comer en todo un día. He acabado mi plato de macarrones. Recojo su plato y el mío y los pongo en el fregadero. Diego se levanta.
-¿Qué pasa ahora?- digo, mi voz suena medio enfadada.
-¿No hay postre?
-No, no hay- su mirada persiste en mí. Necesito quitarla de mí así que termino añadiendo-. Si tú quieres algo en la nevera hay natillas.
Satisfecho, va a la nevera. Salgo de la cocina y me tumbo en el sofá. Nunca he estado en mi casa con un chico, y mucho menos sola. El nombre de Logan cruza mi mente. Lo echo de menos pero ya me he acostumbrado a no verle todos los días, me costaría demasiado volver a verlo y tener que volver a acostumbrarme a no hacerlo. Diego se sienta a mi lado con las natillas en un plato y una bandeja. Enciendo la televisión aunque no estoy muy pendiente de ella ya que Diego no para de distraerme. Una vez ha devorado las natillas deja la bandeja en la mesita que hay en frente del sofá. Se acerca más hacia mí y pasa su brazo alrededor de mis hombros. ¿Me debería apartar? Es agradable notar sus brazos encima de mí pero no sé si me gusta sentir eso cuando lo hace. No me aparto. Me gusta estar así. Me pregunto si Danny no estuviera en esa búsqueda de inspiración estaría aquí. No creo, no suele venir a mi casa. La que normalmente va soy yo a su casa. Tiene un pequeño apartamento cerca de aquí. Es muy pequeño pero vive ahí y es donde solemos estar cuando me pinta.
-¿No prefieres ir a la cama?
¿A la cama? Creo que se está pasando. Me levanto del sofá para irme a mi cuarto. Me ha molestado lo que ha dicho. Yo no soy una guarra, más bien, no me he acostado con mi novio. Su mano agarra mi brazo y me jala hacia él.
-Eh, no lo decía en ese plan. Yo me refería a dormir- explica nervioso.
Oh, soy tan estúpida. ¿Qué me he hecho pensar que iba a querer acostarse conmigo... Me tiende la mano para ayudarme a levantarme pero no la cojo. Me levanto sola. No soy una foca. Puedo levantarme sola. Voy al baño y me cepillo los dientes. Voy a mi cama. Diego está tumbado, sin camiseta. ¿Piensa quedarse a dormir? Y es más, ¿en mi cama?
-¿No te vas?
-No. Creo que ya te lo he dicho antes.
-Bueno, vale pero... ¿qué haces en mi cama?
-No pretenderás que duerma solo. No se me da bien.
-No vas a dormir en mi cama. En todo caso duermes en el suelo.
Se levanta y me coge.
-Si no vienes tú...- me tira a la cama.
-No vamos a dormir en la misma cama. Que te quede claro.
Hace caso omiso de mis palabras y se mete en la cama. Me quedo rígida cuando noto que va en bóxers. Pasa su brazo por encima de mí. Chelsea, apártalo. Ya. Cojo su brazo y lo quito de encima de mí. Me tiro más hacia la pared con tal de alejarme de él pero éste vuelve a colocarse en la misma posición de antes. Noto su respiración en mi oreja. Le vuelvo apartar y repito el movimiento de antes. Me giro contra la pared y siento otra vez su brazo, esta vez por mi cintura. Enrosca sus piernas entre las mías. Mi corazón se acelera y Diego suelta un risita en mi nuca.
-¿Te pongo nerviosa?- susurra contra mi parte posterior del cuello.
Su aliento hace que un escalofrío pase por todo mi cuerpo.
-No- me limito a contestar.
Besa mi cuello. ¿Por qué hace esto? Sabe que tengo novio. Saco mi mano para apagar la luz. Estoy temblando, no me había dado cuenta.
-¿Te doy miedo?
¿Cómo no me va a dar miedo?
-No- vuelvo a mentir.
¿A qué vienen estas preguntas?
-¿Y por qué nunca me miras a los ojos?
Me giro para así tenerle de frente. Miro sus ojos marrones con largas pestañas. Es incómodo hacerlo para mí así que aparto el contacto visual. 
-No te miro ni a ti, ni a nadie.
-¿Y a tu novio?
No lo había pensado. Danny no me intimida. Es simplemente un chico.-Él es diferente.
-¿Diferente? ¿Respecto a quién? Yo diría que es el típico gilipollas.
-¿Perdona?
-Perdonada.
¿Cómo que perdonada? Será idiota.
-Yo creo que aquí el único gilipollas eres tú.
Mierda, ¿por qué he dicho eso? Ahora a saber que me hace. Soy estúpida.
-¿Yo? Puede, pero no el típico. Él se cree superior por follarse a tías mientras está con una más pequeña.
-¿Pero qué dices? ¿Te drogas o algo?
¿Por qué le contesto así? Se pone tenso y me suelta. ¿Qué he dicho ahora? ¿Qué va a hacer? ¿Qué me va a hacer? Se levanta de la cama y antes de salir de la habitación dice:
-Buenas noches, Chelsea.
Su voz es fría. ¿Qué he hecho? ¿Por qué de repente se ha comportado así? No debería sentirme mal. Ha sido él el que ha venido a mi casa sin ser invitado. Oigo la puerta principal cerrarse de un portazo. ¿Por qué me siento ahora sola? ¿Por qué quiero que vuelva? Siempre me ha gustado estar sola. ¿Por qué cojones quiero que vuelva? ¿Qué me está pasando? Chelsea, no te gusta. Es un simple idiota que me acosa. Además tienes novio, un novio guapo con ojos miel y rubio. Tiene la nariz grande y eso le hace atractivo. Diego es... idiota. No te tiene que dar pena. ¿Qué he dicho? La pregunta no para de rondar por mi cabeza. Sé que no debería pero por una parte me gustaba que estuviera abrazado a mí. Me daba seguridad. ¿Dónde habrá ido? Será mejor que vaya a dar un paseo. Sí, así me aclaro las ideas. Me pongo una de mis anchas sudaderas encima del pijama y las converse. Cojo las llaves y mi Ipod y bajo las escaleras al ritmo de la música que suena. Una vez abajo veo a Diego sentado en el portal, lleva algo en la mano, creo que es un cigarrillo. Está bien. Será mejor que vuelva a subir. Diego se gira antes de que me dé tiempo a subir. Tira el cigarrillo y lo apaga con el pie. Me quedo quieta hasta que entra.
-¿Qué haces aquí, palillo? ¿Has bajado a buscarme?- sonríe.
-No, venía a... dar un paseo. Lo hago mucho, dar paseos nocturnos. Me aclaro la mente.
Espero que esto valga.
-¿Ah sí?
-Sí.
-Ajá. Anda sube.
Subo por las escaleras corriendo. Me estoy helando. Oigo sus pasos detrás de mí. Me voy corriendo a la cama y él viene detrás. Se tira encima de mí y grito. No es un grito de dolor, es más bien un grito de risa. 
-Eres un bruto- le replico intentando salir de su aplastamiento.

-Tú eres aún más guapa desde aquí- dice, la cercanía entre nuestras caras hace que sienta su aliento contra mi boca.

Diego se relame los labios y yo me sonrojo. ¿Qué hago? Quiero apartarme pero me siento incapaz. Extiende mis brazos en la cama y entrelaza sus dedos entre los míos. ¿Por qué no te apartas de una vez Chelsea? TIENES NOVIO.

-Para, para, tengo novio.
-Lo sé.
-Era para recordártelo. También tengo que recordarte que no soy una guarra.
-Bueno, en este momento estoy seguro de que sientes más por mí que por ese gilipollas.
¿Qué dice? ¿Se ha vuelto loco?
-No siento, na-da por ti.
-Y si hago esto, ¿tampoco sientes nada?- empieza a absorber y morder mi cuello.
-Diego, Diego, Diego, para- mi voz es un simple susurro. Aunque lo ha oído no para-. Para, por favor- mi voz cobra un poco de fuerza pero sigue sonando suave-. ¡Joder Diego! ¿Puedes estarte quieto de una vez?- estallo.
Noto una sonrisa contra mi cuello y vuelve a mirarme a los ojos. Esta vez no aparto la mirada. No voy a ser yo la que pierda esta vez.
-¿No te ha gustado?- pregunta con el ceño fruncido.
¡Obviamente que no! ¿Cómo me va a gustar que un loco me haga un chupetón? Ha sido agradable pero el cuello nunca ha sido una debilidad. Bueno, lo he descubierto estas últimas semanas.
-No. No me gusta.
-Eres rara.
-Ya, y tampoco me gusta que me estés chafando.
-Pero sí que te gusto yo.
Tengo novio, ¿a caso no le entra en la cabeza?
-No.
-Sí, acéptalo, te gusto, me quieres besar y te encanta verme.
-No, ni me gustas, no te quiero besar, ni me encanta verte. ¿Podrías por favor dejar de decir esas idioteces?
Su comentario me ha molestado. ¿Se piensa que soy una guarra? Ni siquiera he perdido la virginidad.
-No son idioteces, son verdades.
-Ya, ¿es así como conquistas a las chicas? ¿Haciéndoles cosas que no son verdad?
-¿Crees que te estoy intentando conquistar?- su sonrisa típica dibujada en sus labios.
¿Y ahora que contesto yo a eso? ¿A caso no lo está intentando?
-No.
-Cierto ya lo he hecho.
NO. No me ha conquistado.
-Levántate.
-No quiero.
No sé qué hacer. No quiero recurrir a esto pero...
-Sino lo haces mañana no como en todo el día.
Se separa un poco.
-¿Si lo hago desayunarás, comerás y cenarás?
Oh, no he dicho eso pero tengo la sensación de que si no le digo que vale no me va a dejar en paz.
-Sí.
-¿De verdad?- su tono de incredulidad me molesta.
Asiento.
-Ahora, sino te importa. Quiero dormir.
-Mañana no hay clase, ¿lo sabías?
-Sí, lo sabía. Buenas noches.
Se levanta de encima de mí y me siento a aliviada. Vuelvo a mi sitio de antes. Diego tarda un poco pero también me rodea con sus brazos. Noto su torso irradiando calor. Tengo un poco la camiseta levantada y noto su piel contra la mía. ¿Se ha quitado la camiseta? Su mano toca mi cintura y pego un saltito. Se ríe. Se me cierran los ojos. Tengo mucho sueño.


2 comentarios:

  1. ¡Hola!
    Navegando por Blogger encontré este blog. Y en una sola tarde me he leído de un tirón todo.
    Y mi opinión: *____________________________*
    ¡ME ENCANTA!
    Escribes muy bien!
    Yo tengo dos blogs... ¿te podrías pasar y hacerte seguidora? Me gustaría saber tu opinión sobre mi escritura.
    diamantedelaveta.blogspot.es
    carbonenlasvenas.blogspot.es

    ¡Un beso enorme y sigue así!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola! Ohhhh, ¡qué adorable eres! Clarooo, en seguida me paso cielo. :)

      Eliminar