21 de febrero de 2013

¿Dave? ¿Danny?

A

ESTA VEZ NO HAY CAPÍTULO DE A, PERO PROMETO QUE SEGUIRÉ CON ELLA. ES SÓLO QUE AHORA NO IBA A PASAR NADA INTERESANTE. 
CHELSEA

-Diego, es ya hora de que te vayas a casa.
-¿Por qué? Si me voy, ¿cómo me aseguro de que comes?
Oh, que pesadilla.
-Vete.
-A las dos estoy aquí. No te librarás de un a promesa conmigo.
-Vale, vale.
Le acompaño a la puerta.
-Hasta luego- me sonríe.
-Adiós- cierro la puerta.
Me pongo con los deberes que estaba haciendo ayer. Hasta las doce que llaman al timbre. No puede ser él. Que pesado. Ha dicho a las dos. Abro la puerta.
-¡Princesa!- grita Danny.
¿Qué hace aquí?
-Hola Danny. ¿Qué haces aquí?
Me da un beso antes de contestar.
-Pues que he pensado, no voy a dejar a mi novia sola un un fin de semana así que lo he aplazado. Me voy el martes.
-Genial.
Así no tendré que estar con Diego. Y no tendré que comer. Danny me coge de la cintura mientras que yo paso mis brazos por su cuello y me besa.
-¿Vamos al parque? Me apetece pintarte.
Me río. Siempre quiere pintarme.
-Claro. Espera que me vista.
-Ponte algo que no sea una sudadera y leggins. Hoy hace buen día.
¿Qué quiere que me ponga? Mi fondo de armario se basa en eso y un poco de ropa más. No tengo muchas más cosas. Abro el armario. Tengo un par de shorts pero eso de llevar las piernas al aire no me convence. Bueno, no estoy tan gorda y además, hoy me he librado de comer. Me pongo unos shorts de color amarillo y una camiseta blanca. Espero no ir demasiado mal.
-Ya estoy- cojo una chaqueta-. ¿Nos vamos?
Danny me silba y sonríe.
-Voy a dar envidia a todos los chicos de Roma.
Ojalá.
-Anda, vámonos.
-Espera- dice rozando con su dedo mi cuello, siento una pequeña molestia cuando lo toca-, ¿qué es esto?
Oh, debería haberlo pensado. Diego... mi cuello...
-Nada, ¿tengo algo?
Claro que tienes algo so-lela. 
-Sí, es como un... moratón.
-No sé- me encojo de hombros. 
-Bueno, da igual. 
-¿Nos vamos?
Bajamos las escaleras y nos encaminamos al parque.
-¿Sabes qué me encontré ayer en el bosque?
-¿El qué?
Ya empezamos. Siempre tiene que hablar.
-Una serpiente saliendo del huevo. No era venenosa, creo. La pinté, si quieres luego te la enseño.
-Claro.
-¡Ah! ¿Y sabes qué más?
-¿Qué?
Es que podría estar hablando solo durante horas.
-He conseguido cañas para decorar más mi casa. Ah, y por cierto. Todavía no hemos decorado tu cuarto. ¿Lo decoramos hoy?
-Por supuesto.
-Llevo mis pinturas, ¿no?
-Sí, sí.
Al fin llegamos al parque. La única vez que no habla es cuando está pintando. Saca su lienzo y me indica cómo ponerme.
-Túmbate en la hierba. Así. Espera, pon esta flor delante de ti. Sí, perfecto. Haz como si la estuvieras oliendo. Genial. Ahora no te muevas.
De acuerdo, ahora pasaré unas horas de tranquilidad. Aunque incomoda. Lo de que ayer Annie no se conectara a Skype me preocupa. Le puede haber pasado algo. También hubo una vez que no se conectó. Después me explico que se le pasó. En realidad, no hay motivos para no creérselo porque, a ver, es Annie pero no me acaba de convencer. ¿Qué pasara cuándo Diego venga a casa y encuentre a Danny? ¿Se va a quedar? O ¿se irá? Yo prefiero que se vaya. Así no me hará comer. O mejor aún, que no venga.
-¡Chelsea!- grita alguien a mis espaldas.
-¿Carmina?- pregunto dudosa. Sin moverme del sitio.
-¡Sí! ¿Qué haces aquí?
Ahora sí que me levanto.
-Nada, me está pintando y eso.
-Oye, tengo que hablar contigo, muy seriamente.
-¡Chelsea! ¿¡Qué te crees que haces?! ¡Me has jodido el cuadro!- se levanta Danny, realmente enfadado.
-Danny, tranquilo, luego puedes hacer otro- digo intentando tranquilizarlo.
-¡Estabas perfecta!- recoge sus cosas.
-Espera, Danny, espera.
-¡No! ¡He venido para estar contigo! ¡Y tú me jodes el cuadro!
-Eh, tío, tranquilo- dice Carmina-. Ella no ha jodido nada. Tienes que aprender a pintar figuras en movimiento- dice esto último intentando calmar el ambiente. Aunque no sirve de nada. 
Danny levanta la mano, sé lo que va a hacer, pero me pongo delante haciendo que el bofetón dé en mi cara.
-¡Chelsea! ¿¡Qué haces?!- grita alarmado. 
-Ibas a pegarle...- susurro. 
-¡Pero ella es una puta lesbiana! ¡Tú no! ¡A ti jamás te pegaría!
-Pero ella es mi... ella es mi amiga. 
En ese momento Carmina se lanza encima de Danny y le empieza a pegar.
-¡Parar! ¡Parar!- grito.
¿Qué puedo hacer? Intento separar a Danny que está machacando a Carmina. Su mano de en mi boca haciéndome un corte. Toco la sangre de mi corte con mi lengua y la limpio.
-¡Danny! ¡Para! ¡Para por favor!- mi voz se va quebrando poco a poco.
-¿Chelsea? ¡Chelsea!- grita alguien.
Me giro para ver quién es. Oh, no, lo que faltaba. Diego. Se mete en la pelea dejando libre a Carmina que se levanta como puede.
-¿Estás bien?- le pregunto.
-Sí, sí, no te preocupes. Sólo han sido un par de golpes. Tranquila- se limpia un poco de sangre que sale de su ceja.
Danny vuelve estar encima, pegando a Diego. Recibe pocas.
-¡Danny! ¡Danny! ¡Para! ¡Lo vas a matar! ¡Danny! ¡Joder! ¡Lo vas a matar!- grito desesperada.
Unos hombres se acercan y cogen a Danny. Me tiro a ver a Diego. Ya se están formando moratones en su cara. Tiene un par de heridas en el labio inferior y encima de la ceja.
-No sabía que te preocuparas tanto por mí- sonríe.
-¿Puedes levantarte?- le pregunto.
-¿Puedes levantarme?- continua sonriendo.
Le tiendo la mano para ayudarle a levantarse y pasa su brazo por encima de mis hombros. Miro a Carmina que está hablando con los chicos que sujetan a Danny.
-¡Espera! ¡Chelsea!- grita éste.
-Adiós- me limito a decir, supongo que comprende lo que quiero decir.
No quiero estar con un bruto y menos que pegue a una amiga por ser lesbiana. Sé que le molesta que le fastidien los cuadros pero no ha sido su culpa. Sólo me ha saludado. Le llevo hasta mi casa. Me sorprende que sea tan ligero; a penas me ha costado traerlo. Mierda, se me habia olvidado que no hay ascensor. Voy a tener que subirlo. Dudo que pueda.
-Me parece que me vas a tener que subir a rastras- bromea.
-No le veo la gracia. No puedo contigo.
¿Cómo voy a levantar el cuerpo de un tío?
-Siempre puedes intentarlo. Recuerda que ha sido tu novio por defender a tu amiga.
No me gusta aceptarlo pero tiene razón. Sino llega a estar allí posiblemente Carmina ahora estaría ingresada en el hospital con algo roto. Bufo. En ese momento entra una de mis vecinas. Creo que se llama (nombre) es muy guapa. Tiene unos ojos preciosos grises y una melena negra que reluce.
-¿Necesitais ayuda?- pregunta sonriente, en mi opinión se le va demasiado la mirada hacia Diego, y viceversa.
Claro que necesitamos ayuda. Tengo que subirlo a mi casa andando. Dos pisos.
-No, gracias- contesto.
-Claro que necesitamos ayuda, preciosa- dice Diego.
¿Qué? ¿A que juega?
-¿Qué necesitáis de mí?-dice, puede ser mi imaginación pero me parece que ha sonado a insinuación.
-Me va a subir a su casa. Pero estoy herido y no tiene demasiada fuerza.
Por fin la chica quita su mirada de Diego y me mira a mí. ¿Pero qué carajo me importa a mí que mire o deje de mirar a Diego?
-¿Queréis ir a mi casa? Vivo en el primero- esta vez su voz ha sonado con un poco de recelo.
-Creo que podemos apañarnoslas, pero gracias- respondo educadamente.
-¿Estáis seguros?- mira a Diego.
-Aquí manda la jefa. Pero espero verte-le guiña un ojo.
¿Espera verla? Es un gilipollas. Ahora le va a ayudar a subir quién yo te diga. Me encamino hacia las escaleras. Doy un último vistazo atrás. La guarra le está apuntando el móvil a Diego. Bufo y subo las escaleras hasta que oigo que Diego dice:
-¡Eh! ¡No te vayas sin mí! ¡Qué soy un inválido!
-¡Qué te suba ella!- grito sin detenerme.
Oigo unas carcajadas. Se mezclan dos risas. Me molesta. Abro la puerta de mi casa y la cierro de un portazo. La puerta se abre y aparece Diego, sonriente.
-¿Por qué no me has esperado?- pregunta.

Porque estabas con una guarra pasándotelo muy bien.-Tenía hambre- digo sin pensar.¿Qué? ¿Me he vuelto loca? A Diego se le ilumina la cara.-¿Qué hay de comer?-No he hecho nada de comer.-Bueno, da igual, luego nos apañamos. ¿Me curas?- dice haciendo un puchero.Cojo un algodón y voy a la cocina seguida de él. Unas manos me levantan y me sientan en la encimera. Estoy de frente a Diego. No tengo otra cosa así que abro el grifo que hay a mi izquierda y mojo un poco el algodón. Siento el agua fría en mi mano. Pongo el algodón en su comisura derecha. Cada vez que presiono la herida su labio, rojo e hinchado, se hunde. Noto su mano en mi cintura y mi corazón se acelera. Su aliento choca contra mi boca. Coge mis piernas y las envuelve alrededor de su cintura. Sus ojos oscuros mantienen el contacto con los míos. Aparto la mirada. 
-¿Cómo has subido? Se supone que no podías andar- susurro. 
-Tal vez mentí un poco. 
-¿Por?
No entiendo nada. 
-Para...- dice acercando su nariz a mi cuello- poder pasar un rato contigo- roza su nariz con mi clavícula.
Levanto mi cabeza dándole más acceso a mi cuello. Tira de mí hacía él poniendo sobre el aire con tan sólo el agarre de sus manos. Aprieto más mis piernas en su cintura y cierro los ojos con fuerza rezando porque no me deje caer. Por favor que no me suelte, por favor. Sus piernas se mueven con desdén, como si no notase que me lleva encima. Se sienta en lo que creo que es el sofá. 
Nuestras bocas a penas están separadas. Sus labios rozan los míos. No se muy bien como pasa pero sus labios ya están junto los míos. Atrapa entre sus dientes mi labio inferior y lo presiona. Su lengua juega en mi boca. Algo levanta mi camiseta y siento sus manos al final de mi espalda. Al principio no le doy importancia pero después su mano sube y se encuentra con mi sujetador. Me tenso un poco pero sin apartar mi boca de la suya.
-Me tengo que duchar- digo, intento no tener que decir que soy virgen.
-¿De verdad?- sonríe pícaramente.
-Sí.
Se levanta del sofá y conmigo todavía encima vamos al baño. Oh Dios. Nos vamos a duchar juntos. Creo que quiero, pero tengo miedo. Si lo hago ahora todo después sera más fácil  ¿no? Me dejo llevar y dejo que me quite la camiseta. Ambos nos quedamos en ropa interior y Diego, sin haberme bajado todavía al suelo, nos mete en la ducha. En primer contacto con el agua es un poco incómodo pero al final me acostumbro. Sus manos recorren mis espalda llegando al sujetador e intentando desabrocharlo. No me da tiempo a apartarlo de ahí; mi sujetador ya no esta tapando mi pecho. Pongo mis manos tapándome. No me gusta que me vean desnuda. Diego suelta una risita.
-¿Qué te pasa? ¿Todavía te intimido?
Claro que me intimidas. Pero es que además..
-Soy virgen- digo sin más, intentado quitarle importancia con mi voz desinteresada.
Diego me mira no sé si sorprendido, asustado o arrepentido, no lo sé muy bien.
-¿Por qué no me lo habías dicho antes? Debería haberlo imaginado...- susurra.
-No pasa nada. Puedo hacerlo ahora...
Diego niega con la cabeza y se separa.
-No, no ahora. Me voy a secar. Dúchate tranquila- dice antes de salir de la ducha.
Oigo la puerta del baño cerrarse y me acurruco en el suelo de la ducha. Debería habérselo dicho. Él no quiere que después yo le vaya llorando pero es que era mi oportunidad. Una vez hecho ya no habría problemas con ningún otro. El agua da en mi espalda y yo escondo mi cabeza entre mis rodillas. Una puerta se abre y se cierra, la del salón. Se habrá ido. Empiezo a llorar. Hacia tiempo que no lloraba. No he sido nunca de llorar. La puerta del baño se abre de nuevo.
-¿Qué haces todavía aquí? Vete- digo.
Los pasos no cesan.
-¿Chels?- su voz. Esa voz. Annie.
Mis lágrimas apenas se notan con el agua de la ducha pero no puedo permitirle verme así. No querrá verme así de delgada.
-Annie, por favor, no avances más. Por favor- ruego.
Tarde, ella ya esta en frente de mi.
-¿Chelsea? No, por favor, no.
Esta igual de guapa que siempre, lleva su pelo largo suelto, una blusa azul, unos vaqueros y unos tacones, pero tiene los ojos un poco hinchados. Estoy segura de que ha llorado. Y ahora me hago una pregunta, ¿y Ronald?
-Annie, yo... necesitaba estar delgada. Entiéndelo.
No dice nada. Simplemente niega con la cabeza. Se quita los zapatos, apaga la ducha y se mete dentro. Dejo que sus brazos me rodeen. Es entonces cuando mi llanto vuelve. Creo que nunca me había oído llorar. Me aprieta más contra ella. En ese momento la puerta se abre de nuevo. Oh no, esto no puede ir peor. Diego nos mira extrañado.
-¿Quién eres tú?- dice Annie, con tono amenazador.
-Soy Diego, encantado- dice Diego. Siempre habla en inglés no entiendo por qué. Se supone que es italiano.
Annie me mira. Interpreto la mirada como: ¿Te has tirado a este tío?". Niego con la cabeza.
-Sigue siendo virgen. No te preocupes. Aunque sino fuera por mí...
-Nada, por ti nada- le corto.
-¿T-t-te iban a violar?- pregunta Annie asustada.
-¡No! Diego, creo que te deberías ir. 
La puerta del baño se vuelve a abrir pero Diego sigue en frente y Annie abrazada a mí. Danny.
-¿Dave?- dice Annie.
¿Cómo que Dave? Su cara se vuelve pálida.
-¿Cómo que Dave?- pregunto atónita.
-¿Chelsea, qué hace éste aquí?
-¿Quién?
-Dave.
-¡¿Quién es Dave!?
-Él- señala a Danny.
¿Qué? ¿Cómo qué él? El es Danny, mi novio. Bueno, ex-novio.
-Él es Danny. Mi ex.
-Éste no se llama Danny, se llama Dave. ¿Es él con el que estabas saliendo?
-Sí. ¿Cómo sabes que se llama Dave? ¿De qué le conoces?

No hay comentarios:

Publicar un comentario